Historias comunales: Sabato de entrecasa

Por: Gustavo Montiel

El hogar del escritor en Santos Lugares abre sus puertas en forma gratuita para todo el público los jueves y sábados. Tiempo recorrió su casa y dialogó con sus nietos Luciana y Guido.

Con los variados momentos y obras que los argentinos tienen presente de Ernesto Sabato y que forman parte del patrimonio colectivo cultural y político mundial, el que fuera su hogar en Santos Lugares durante 65 años, lejos de permanecer sólo en el recuerdo inmóvil, abre sus puertas gratuitamente dos veces por semana al público. Restaurado y cuidado por sus nietos, crece como punto de encuentro para actividades en las que la música adquiere el protagonismo, y planea nuevos proyectos. Tiempo recorrió la casa del escritor, ensayista, físico y pintor junto a sus nietos Luciana y Guido, quienes también recordaron a su abuelo, con su intensidad emocional y filosófica, sus cuadros que muy pocas veces vieron la luz pública por decisión del autor, el complemento de una vida compartida con su esposa Matilde Kusminsky Ritcher, y por supuesto, con su lugar en el mundo como espacio para conocerlo un poco más.

Casa, memoria y vida

Casi frente al Club Defensores de Santos Lugares, en el partido bonaerense de Tres de Febrero, sobre la calle Saverio Langeri al 3135, puede verse una casa pintada de blanco y amarillo, con un jardín delantero donde abundan laureles, magnolias, cipreses, palmeras, araucarias, una glorieta, hojas y ramas dispersas, donde el sol cae por partes, y una rueda de carreta antigua porta un cartel que anuncia: “ La casa de Ernesto Sabato”. En un costado, tras abrir la reja negra, un pasillo lateral corto lleva al lugar donde vivió el escritor. Llama la atención el jardín delantero comparado con otro, más pequeño, ubicado en la parte posterior del hogar. Allí predomina el pasto verde recién cortado, con jazmines, y con la estatua de la diosa Ceres traída desde Parque Lezama, un lugar que Sabato inmortalizó en su novela “Sobre héroes y tumbas”.

Según narra su nieta Luciana, ese contraste indicaba las dos personalidades que se complementaban del matrimonio, el jardín delantero era de Ernesto, y el posterior, de Matilde. “Ahí ves las dos personalidades de ellos. Mi abuela era más romántica, familiar, luminosa, y él más tempestuoso y oscuro… mi abuelo decía que para que un matrimonio dure mucho cada uno debía tener su territorio”, cuenta Luciana, arquitecta, hija del cineasta Mario Sabato, uno de los dos hijos del escritor (el otro, Jorge Federico, falleció en 1995 en un accidente). Mario, además, preside la Asociación Civil Amigos de la Casa de Ernesto Sabato. Luciana se puso al frente de la gestión y obras para las refacciones, arreglos y reacondicionamiento de la casa, que abrió sus puertas al público en 2014, ubicada en el oeste bonaerense, a dos cuadras de la estación Santos Lugares del ferrocarril San Martín.

Ya desde el hall del entrada, pantallas proyectan fragmentos de momentos íntimos de la vida de Sabato, como un cumpleaños junto a sus nietos e hijos, frases y definiciones claves, material que sólo pudo recolectar su hijo Mario, tras filmarlo durante toda una vida. Su joven militancia comunista, su primer viaje a París, los primeros contactos nocturnos con artistas surrealistas en la Ciudad Luz y el proceso de transformación interna que lo decidió a dejar su carrera de Físico y dedicarse a la escritura son rememorados por Luciana mientras muestra a los visitantes la biblioteca de Sabato, con unos 3500 libros, en el lugar donde funcionara “el estudio”, con paredes de vidrio –casi como un invernadero-, llamado así porque su anterior dueño, el cineasta Federico Valle, construyó el lugar inicialmente como estudio de cine. En 1945, Vallese le alquiló la casa a los Sabato, mientras él hizo un sótano en la misma propiedad y vivió allí. “Los libros están organizados por temas: hay de magia, esoterismo, física, historia, filosofía, clásicos” cuenta Luciana, y detalla que tienen anotaciones que indican la consulta permantente de Sabato. Están sus obras traducidas. Frente a los libros, una máquina de escribir Olivetti descansa. Su dueña era Matilde, poeta y cuentista. A los visitantes les llama la atención unas imágenes de la Virgen María. “Es porque ahí se sentaba mi abuela. Ese era su lugar, acá ella escribía”, cuenta, y confirma que sin ella, Sabato no hubiera publicado, porque ella salvó a su obra “de ser quemada por él”. Fue su compañera desde los 17 años, desde que se conocieron en La Plata mientras él “juntaba jóvenes en casas y les hablaba sobre el anarquismo”. También fue su editora y correctora. “Se enamoraron , se escaparon juntos. Y se escaparon porque ella era judía y él italiano”, resumió. Tras años de estar casados por civil, ella se convirtió al catolicismo, y también concretaron su unión bajo esa religión.

El estudio de Sabato, alejado de la calle por los ruidos, conserva incluso sus lentes, con la vista justa, desde la ventana, a la estatua de Ceres en el jardín. Otra antesala conserva la colección de la revista Sur. Junto al estudio, otra habitación, el anteúltimo sitio del recorrido, alberga sus cuadros, la obra menos conocida de Sabato. En la narración de Luciana están los recuerdos y el futuro: las amenazas durante la última dictadura, y la futura refacción del sótano, “con una temática vinculada al Nunca Más” anticipa.

Universo personal

“La casa tiene la energía construida por todas las personalidades que pasaron por acá”, sostiene su nieto Guido, músico y hermano de Lucía. “A él le gustaba ahondar en las profundidades de su existencialismo… a veces lo encontraba en las penumbras, escuchando música clásica, bajito, y decía ‘si supieras lo que es la vida’. Yo tenía 20 años entonces. Después lo veía alegre, con su humor negro como siempre”, recuerda. “Justo somos los nietos que más relación tuvimos con él… de chica, yo vivía en Belgrano, y mi abuelo me llevaba a la calesita, en Churba, había una galería en Juramento y Cabildo, que ahora la tiraron”, evoca Luciana. “Me llevaba a la calesita y después me llevaba a un bar, a tomar un café express con una factura, y charlábamos. Yo tenía cinco años”, rememora con una sonrisa a Tiempo. Además, Luciana confirma que el Concejo Deliberante de Tres de Febrero ya aprobó cambiar el nombre de la calle donde está la Casa: se llamará Ernesto Sabato. Durante la última Noche de los Museos, la Casa abrió sus puertas con música en vivo y performances electorales. 

Para agendar

Langeri 3135, Santos Lugares. Los días para las visitas guiadas gratuitas son los jueves y sábados. Jueves de 11 a 15 (con reserva previa a lucianasabato@gmail.com) y sábados de 13 a 19 hs (no es necesario reservar, excepto que sean grupos de más de cinco personas). Todas las visitas son guiadas por nietos del escritor, y duran 50 minutos aproximadamente. Quienes deseen colaborar con la Casa, al finalizar la visita podrán adquirir a precios promocionales libros y videos de Ernesto Sabato. Más información en https://www.facebook.com/Casadesabato

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