El Manual de supervivencia para el Fin del Mundo (Asunto Impreso) ofrece una serie de consejos cargados de humor negro para salir con vida de situaciones extremas, sean reales o no.
¡Qué útil sería contar en un momento así con un manual, en cuyas páginas se explicara en breves pasos cuál es la mejor forma de enfrentar los desafíos de esta versión mínima del apocalipsis! Bueno, algo así es lo que acaban de publicar Iván Moiseeff, Lorena Iglesias y Esteban Castromán. Bajo el título de Manual de supervivencia para el Fin del Mundo (Asunto Impreso), este volumen se propone orientar al lector ante los inéditos problemas que deberá enfrentar cuando una calamidad global derribe las convenciones sociales y cada quien deba valerse por las suyas.
Claro que esta guía práctica no se limita a imaginar un contexto de tragedia moderada, sino que lleva hasta el non plus ultra las hipótesis de aniquilación. Cataclismos nucleares, sociedades hipercontroladas, desastres naturales o guerras bacteriológicas forman parte de los escenarios previstos. Pero también invasiones extraterrestres, una plaga zombi o la rebelión de las máquinas: porque si de sobrevivir se trata, no hay que dejar ninguna posibilidad sin proyectar.
Queda claro que Manual de supervivencia es un libro satírico que, con el humor negro como bandera, se solaza en hallar soluciones reales incluso para problemas que no lo son. Dividido en 36 breves capítulos, tanto le enseña al lector/usuario cuestiones básicas –aprovechar los cuerpos celestes para orientarse en tiempo y espacio, obtener agua en tiempos de escasez o construir un refugio– como otras de mayor complejidad: sobrevivir a una explosión atómica, tratar con fuerzas hostiles o engañar a un software de reconocimiento facial. Y no rehúye la posibilidad de tener que enfrentarse cuerpo a cuerpo con un muerto vivo, huir de una cacería humana o comunicarse con inteligencias alienígenas.
En esa dualidad, que le permite moverse entre lo real y lo irreal, reside la gracia del Manual de supervivencia. Con un plus: cada una de las situaciones planteadas, incluso las más improbables, encierran dilemas morales que pondrán al lector en más de una disyuntiva. Es por eso que su contenido admite ser abordado incluso desde ópticas opuestas y ser al mismo tiempo un libro de ficción o uno de autoayuda, un tratado de ética o el libro de cabecera del buen conspiranoico. Incluso puede ser usado para defender o para atacar a la actual cuarentena.
Todo depende de la capacidad del lector para determinar dónde termina la realidad y empieza la ironía. Se trata de una buena prueba para ver si somos capaces de mirar con un poco de humor (negro) la difícil situación que nos toca.
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