George Clooney se debate entre el apocalipsis y una tenue luz de esperanza

Por: Nicolás Peralta

El reconocido actor estadounidense protagoniza y dirige "Cielo de medianoche", un relato que se desarrolla en un futuro no tan lejano en el que la Tierra colapsa. Cualquier parecido con una pandemia es y no es pura coincidencia.

Tras casi cinco sin protagonizar una película, Cielo de medianoche nos trae a George Clooney de vuelta al cine. Encarna un papel exigente desde lo físico y lo mental, y también se pone detrás de las cámaras para hacerse cargo de la dirección. La producción de Netflix se puede definir como apocalíptica, futurista, y, aunque fue filmada antes de la pandemia, actual: la historia de Cielo de medianoche produce inevitables ecos al presente.

En sus casi dos  horas de duración, el film cavila sobre cómo sería el final de la humanidad y de qué nos arrepentiríamos y cómo cada uno sobrellevaría sus últimos momentos. La acción se inicia en el Ártico, durante el año 2049, cuando los integrantes de una base científica huyen ante la inminencia de un desastre. Huyen todos menos uno: un demacrado y avejentado Clooney, que parece no tener nada que perder. Así comienza también toda una red subtramas, que avanzan por carriles separados, pero con  el correr de los minutos confluirán en un punto común.

Clooney, ganador de un Oscar por Syriana, encara con solidez el papel protagónico: Augustine Lofthouse, un científico solitario y obstinado que decide quedarse en una estación en el Ártico con la misión  de evitar que una nave espacial regrese a casa. Los integrantes de esa misión desconocen la catástrofe que vivió el planeta y  tratan de volver comandados por Sully (Felicity Jones). Bajo su mando están Mitchell (Kyle Chandler), Tom (David Oyelowo), Maya (Tiffany Boone) y Sánchez (Demian Bichir), grupo que  de alguna manera expresa el anhelo por aquello que vale la pena seguir viaje. Parte de la película fue filmada en condiciones climáticas extremas en  glaciares de Islandia.

La historia está basada en la novela de Lily Brooks-Dalton, que tienen algo que nos interpelaba como humanidad aún antes del coronavirus: la imposibilidad de poder estar con la gente que queremos cuando lo que prima es la supervivencia, una constante búsqueda de satisfacer el ego y/o la incapacidad de comunicarnos. El personaje de Clooney es un profesional respetado y admirado, pero transmite cierto agobio interno y transmite que sus acciones están asociadas  a cierta penitencia que él mismo se infringe. También el personaje de Felicity Jones, central en la parte espacial del film, tiene un mensaje soslayado: está embarazada, algo que no estaba en el guión original. Pero cuando la actriz británica le contó de su estado a Clooney, este decidió incorporarlo como elemento de esperanzador del asunto. Ese futuro que vale la pena.

Con un registro onírico pero también de aventuras y algo de acción para matizar, el ritmo de la narración tiene algunas lagunas en la cual sólo parece hacerse alarde de la capacidad de producción o de efectos especiales. Pero se nota que la idea final va más allá de eso.  En todo momento la decisión del director es que el espectador tenga que lidiar  con lo que surge de manera casi inevitable, cuando el final se presiente, dentro de los seres humanos. Una especie de repaso de cómo fue todo lo que hicimos, la duda si el porqué  de la motivación de cada acción fue la correcta y  sobre todo ver si el remordimiento nos mantuvo molestos durante parte de nuestras vidas. Por supuesto también está la crítica al comportamiento humano, a todo el odio e intolerancia que vemos en el mundo  y cómo ese desinterés por el otro podría explotar en cualquier momento, precipitando un final inevitable.


Cielo de medianoche. Dirección: George Clooney. Elenco: George Clooney, Felicity Jones, Kyle Chandler, David Oyelowo, Tiffany Boone. Disponible en Netflix.

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