La leyenda del fútbol brasileño murió en 1983, a los 49 años. Una de sus hijas reveló que en el cementerio no hay registros de su cuerpo. Un nieto dice que sí sabe dónde está, pero el misterio se mantiene.
«Mi papá no merecía esto», dijo Rosângela Santos, la hija de Garrincha que destapó la historia. «Fui informada por el cementerio que habían retirado el cuerpo de una bóveda que pertenecía a una tía. Dijeron que estaría en un nicho, pero ahora no tienen certeza de nada. Nadie de la familia fue informado de la exhumación. Es difícil no saber dónde está el cuerpo de papá…».
«La repercusión fue mundial, porque la historia de Garrincha es muy confusa. Murió pobre, en los ’80, y no como se espera de un gran ídolo, de los mejores jugadores de todos, porque siempre fue un hombre simple. Entonces, Brasil se espantó con la noticia. Si para los argentinos Maradona ganó casi solo la Copa del ’86, para nosotros Garrincha ganó solo el Mundial de Chile ’62», cuenta Thales Machado, historiador, hincha de Botafogo y editor de Extra, el diario que publicó la noticia.
Garrincha, el wing derecho que tenía las piernas torcidas, ganó los Mundiales de Suecia 1958 y Chile 1962. La selección brasileña nunca perdió con él en la cancha. Tricampeón carioca con Botafogo, apellido Dos Santos por sus bisabuelos esclavos, nació y murió en la miseria de Pau Grande. Su padre tuvo 34 hijos. Garrincha, que bebía alcohol desde los diez años y fue internado 15 veces en sus últimos cuatro años de vida, reconoció a 14. Lo cuenta Ruy Castro en la biografía Estrela Solitária (1995). «Garrincha tuvo muchos hijos con muchas mujeres y como en toda familia grande, hay peleas», apunta Thales Machado. «Hay un nieto que dice que sabe dónde están los restos, pero la verdad es que no se sabe. El tratamiento que se le dio a Garrincha después de morir fue malo. Tanto, que en la sepultura está incorrecta la fecha de su muerte. En el mármol está grabado ’20-01-1985′, cuando, en verdad, murió el 20 de enero de 1983».
El zaguero marplatense Joel Carli tiene 30 años. Es el actual capitán de Botafogo, clasificado a los octavos de final de la Copa Libertadores, en su quinta participación en la historia. Botafogo jugará hoy por el Brasileiro el clásico ante Flamengo, en el que también jugó Garrincha. «Acá, dentro del club, tuvo una repercusión muy grande, y también en todos los botafoguenses –dice Carli–. Hubo muchos comentarios. Para ellos es el número uno y que haya pasado lo que pasó fue una sorpresa y pegó mucho». Garrincha representa muchas cosas al mismo tiempo en Brasil: la «alegria do povo», la admiración por las gambetas, el ídolo más grande de Botafogo y, en especial, al niño pobre que llega a ser una estrella. «Para muchos, él es más grande que Pelé», marca el periodista Daniel Mundim, de globoesporte.globo.com. «Es un símbolo lo que pasó de cómo nos olvidamos tan fácil de las personas y de los hechos que nos hicieron lo que somos. Ahora estamos pasando por una enorme crisis, en particular en el Estado de Río de Janeiro, con los dos últimos jefes de gobierno en la cárcel por corrupción y con los trabajadores estatales recibiendo los sueldos en cuotas. Todo eso contribuye para las negligencias en todos los servicios públicos. Lo que pasó fue que en algún momento perdieron el control de dónde están los restos de Garrincha».
Los familiares decidieron exhumar las tumbas para realizar las pruebas de ADN y encontrar los verdaderos restos de Garrincha. Aún no hay fecha. «¿Por qué Brasil no puede permitirse el lujo de amarse a sí mismo? –se preguntó Márvio dos Anjos, poeta y cantante del grupo Cabaret–. Los restos de Garrincha son parte de la historia de un país que empezó a saber lo que era la autoestima debido a los logros del fútbol. Treinta y cuatro años después de su muerte, la exhumación de las fosas será un ritual doloroso, cualquiera que sea su resultado, y la prueba de nuestro Infierno». Garrincha sí está tatuado en el gemelo derecho de un hincha que va al estadio Nilton Santos cada vez que juega Botafogo. Sí está pintado en el paredón de la Avenida Venceslau Brás frente a la sede social del club. Sí está en un stencil de su cara sonriente pegado en una de las cabinas telefónicas que perduran en Río. Sí está en caricaturas y fotos en las paredes de Bip Bip, el bar tradicional de Copacabana que atiende Alfredo. Sí está cuando, ante la pregunta de si Maradona o Pelé, un carioca responde: «Garrincha». Ahí está. Y vive.
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