El legislador porteño por el Frente de Izquierda Unidad acaba de lanzar un libro que reflexiona sobre los 40 años desde la recuperación de la democracia. Critica las alianzas surgidas de 2001.
A través de la ventana de su despacho de legislador porteño por el Frente de Izquierda – Unidad (FIT-U), esquivando la torre del Cabildo, llegan los ecos de una movilización en la Plaza de Mayo. Hasta qué punto las condiciones macroeconómicas de inicio de la actual democracia en 1983 estructuran el presente es el disparador para el diálogo. Solano presentó pocas semanas atrás Por qué fracasó la democracia, editado por Planeta. Es pre candidato a presidente por su partido.
– Apenas empieza el libro, se lee que «La democracia es una herramienta burguesa en contra de los trabajadores». Entonces, ¿por qué luchar por ella 40 años después de su inicio?
– Esa es una cita de Lenin y la puse porque por supuesto la comparto. Hay muchos tipos de democracia: en Atenas había una democracia que tenía como base material el esclavismo. La democracia actual es capitalista, y no es la que defendemos. Dicho eso, nos oponemos a los golpes capitalistas contra las democracias capitalistas, porque cuando ocurren suelen ser para eliminar las libertades que los trabajadores conquistaron. Nos sentimos la fuerza que más defiende las libertades democráticas contra los golpes.
– ¿Qué leyes sancionadas durante la dictadura que siguen vigentes te parecen claves en el presente?
– El 10% de las leyes actuales existen desde la dictadura. La más importante es la Ley de Entidades Financieras. Luego está el Código Aduanero que rige el comercio exterior. Otra es la que regula la relación de la Iglesia con el Estado. Después tenés unas importantísimas, que tienen que ver con las relaciones entre los sindicatos y el Ministerio de Trabajo.
– Marcás un cambio transformador con la llegada de Juan Vital Sorrouille al Ministerio de Economía de Alfonsín.
– Hay un libro de Juan Carlos Torre (Diario de una temporada en el quinto piso) que te permite ver ese período en detalle. En el principio del gobierno radical, el tema de la deuda de la dictadura era un debate. En la comisión investigadora que se forma no pasa nada. Ahí había un funcionario que en esa época era joven, Carlos Melconian, que estaba a cargo del tema, pero la investigación se archiva. Sorrouille reemplaza a Grinspun y ahí comienza el alineamiento de Alfonsín con el FMI, que termina con la hiperinflación.
“Esta es una democracia de la derrota -concluye Solano, un día antes de hacerse efectiva la renuncia de Alberto Fernández a la reelección- Derrota en Malvinas y derrota contra la dictadura, que se tuvo que ir pero asesinó a buena parte de la vanguardia popular del país. Eso condiciona mucho porque sus términos son dictados por los vencedores: EE UU, Inglaterra, los capitalistas que doblegan a los trabajadores”.
– ¿Cómo caracterizás hoy a las coaliciones democráticas?
– Argentina tenía un sistema de partidos que estalló en 2001. A diferencia del Cordobazo, que fue contra una dictadura, ese diciembre es un alzamiento popular contra una democracia. Se arman dos coaliciones improvisadas. Ahora tenemos una crisis en esas coaliciones, que tiene que ver con que no hicieron lugar a las demandas populares. La sensación en el pueblo argentino es de un fracaso muy fuerte y por eso me animo a poner este título al libro.
– ¿Qué pasa en las izquierdas, que cuando llega un momento complicado como este la representación se corre hacia emergentes por derecha como Milei?
– Doy una respuesta que es una hipótesis, hay que verificarla. Hoy gobierna una coalición que se llama a sí misma nacional, popular, con vestigios de izquierda. Como este fracaso es inocultable, la reacción es por derecha. Lo que fracasa en este gobierno es el intervencionismo del Estado. Hace una ley de alquileres y los precios suben, hacen un cepo y la guita se fuga igual sin evitar la devaluación. Los discursos de liberar todo son la respuesta al intervencionismo estatal. Por otro lado aparece el problema de la izquierda en sí. La izquierda cometió el error de pegarse al peronismo. El Partido Comunista fue antiperonista en el 44, pero después se plegó. El argumento era medio peregrino: como los obreros eran peronistas, me hago el vivo y me los gano para el socialismo. Al final ocurrió lo contrario. Hasta Abelardo Ramos terminó de embajador en México con Menem. Bajo el kirchnerismo esto volvió a pasar. Hoy uno lo ve en el Ministerio de Desarrollo Social, donde son todos de izquierda. Yo los conozco a todos. En este proceso de fracaso del peronismo, si en la izquierda no reforzamos nuestra independencia corremos el riesgo de caer en la volteada. Ustedes son parte de la casta, como dice Milei”.
Ahí aparece un concepto que Solano remarca y sobre el que vuelve, por distintos caminos, a lo largo de charla: la democracia fue un canal para asegurar que la izquierda se integre al Estado. “La rutina democrática lleva a que una parte de la izquierda limite su actividad a esto: votame para ser diputado, votame para tal otro cargo. Pero la izquierda argentina tiene que conquistar a la mayoría trabajadora. El programa del FIT solo se puede concretar con mucho poder. De otro modo, llegamos al gobierno pero no tenemos relación de fuerzas para nada. ¿Para qué llegaste? No queremos ser como Boric en Chile”, advierte.
– Siguiendo con esta línea sobre lo que la democracia le hizo a la izquierda, ¿podrías decir que la generación política que apareció en 2001 fracasó?
– El 2001 puso a prueba los programas de cada fuerza política, sus objetivos reales. En diciembre de 2001 ganamos las elecciones en la UBA. La presidencia la tenía un grupo que se llamaba TNT, que lideraba Axel Kicillof. La vicepresidencia la teníamos nosotros. Estábamos todos los días juntos, éramos pibes y la vida social era más amplia, boludeábamos más. Ellos entonces estaban en contra de los partidos, nosotros construyendo el PO. Pasó 2001 y se hicieron peronistas incorporándose al Estado porque, nos decían, solo desde ahí se podían hacer transformaciones, mientras que nosotros desde la calle tirábamos piedras. Visto lo que ocurrió en estos veinte años, ¿lograron transformaciones positivas? Los 40 años de la democracia nos demuestran que el ingreso de esa generación de 2001 a la política los dejó administrando una política capitalista contra el pueblo. «
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