Rodrigo y Gonzalo García Barcha hicieron la presentación ayer, 5 de marzo, en el Instituto Cervantes de Madrid. Contaron cómo su padre escribió la novela cuando ya había comenzado a perder la memoria.
La presentación se hizo a través de una videoconferencia para España y América Latina junto con Pilar Reyes, directora editorial del grupo Penguin Random House.
La escritura de esa novela breve fue una lucha contra la desmemoria de Gabriel García Márquez, un escritor tan conocido que basta con decir su sobrenombre, para que se sepa de quién se habla.
La sala del Instituto Cervantes se encontraba colmada y eran más de cien los periodistas de América Latina que pudieron hacer preguntas por vía virtual desde sus respectivos países.
Como se sabe, en los últimos años de su vida García Márquez sufrió un deterioro de su memoria, pero fue capaz de terminar la novela “contra viento y marea” según lo indicaron sus hijos.
Se trata de una novela breve o nouvelle de sólo 110 páginas que, seguramente, se convertirá en el suceso editorial del año. Así lo destacó Pilar Reyes cuando aseguró que el libro de Gabo despertaba: “una enorme expectativa”.
Los papeles del Nobel colombiano habían sido depositados en el Harry Ransom Center y cuando buscaban la forma de homenajearlo en el día de su cumpleaños , revisaron los papeles y tal como lo dicen sus hijos en el prólogo descubrieron que «la novela tenía muchísimos y muy disfrutables méritos y nada que impida gozar de lo más sobresaliente de la obra de Gabo: su capacidad de invención, la poesía del lenguaje, la narrativa cautivadora, su entendimiento del ser humano y su cariño por sus vivencias y sus desventuras, sobre todo en el amor”.
Los herederos, que habían entregado diversos materiales a esa institución, se había reservado para sí las cinco versiones que Gabo había hecho de En Agosto nos vemos.
Esas versiones “durmieron” durante diez años, pero cuando fue el momento preciso, sus hijos encontraron en la publicación una forma de festejar su 97º cumpleaños.
Así los expresó Rodrigo: “Lo tuvimos varios años cerrado, secuestrado –refiriéndose al lugar en que estaban sus papeles-. Y luego se abrieron esas páginas a los académicos, a los estudiosos. Cuando leímos las versiones nos dimos cuenta de que el libro estaba mucho mejor de lo que recordábamos.”
Por esta razón, la novela no tuvo un proceso de edición que significara el agregado de frases que la completaran, sino que fue absolutamente fiel al material que Gabo había dejado como legado. “No se agregó nada que no estuviera en los múltiples originales” aseguró Gonzalo. La historia se encontraba quizá un tanto dispersa, pero completa.
Fue el editor Cristóbal Pera, convocado por sus hijos, quien se encargó de la edición como ya lo había hecho anteriormente con Vivir para contarla y Yo no vengo a decir un discurso.
El trabajo del editor, según palabras de Gonzalo, “ha sido un trabajo de arqueología. Recolectó en todas las versiones existentes hasta llegar a un original final”.
Su hijos coincidieron en que En agosto nos vemos fue el resultado del último esfuerzo de García Márquez de seguir creando ‘contra viento y marea’. Gabo quería destruir sus manuscritos porque aseguraba que no tenían ningún valor, que estaban mal, pero no lo hizo. Sus hijos dijeron que, de haber estado en la plenitud de su estado mental, seguramente lo habría hecho.
Afortunadamente, para alegría de sus lectores devotos, las cinco versiones de la novela quedaron intactas, son sus correcciones y anotaciones.
En un plano más íntimo, Gonzalo afirmó que su padre se consideraba un feminista y que su madre era una mujer fuerte a la que la fama de su marido no opacó.
Quizá sea oportuno recordar aquí que Cien años de soledad, novela que hizo famoso a Gabo en todo el mundo, se publicó por primera vez en la Argentina a mediados de 1967 a través de la editorial Sudamericana. También recordar que García Márquez fue un excelente periodista que honró su oficio y que siempre se manifestó a favor del a libertad de expresión.
Por eso, en medio del carácter celebratorio de la reunión de prensa fue tan duro leer en el chat de ese encuentro las palabras de una periodista que se presentaba así: “Buenos días, soy Claudia Lorenzón, de la agencia Télam, en un momento de intento de cierre por parte del gobierno de nuestro país”. La periodista seguía trabajando pese a ser “dispensada” de sus tareas junto a todos sus compañeros por un gobierno que piensa gobernar significa destruir.
La literatura de Gabo, definitivamente, sigue convocando.
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