Atendido por sus dueños: el gabinete de Trump vale 30 veces más que el Inter Miami de Messi

Hay de todo en el gabinete y en las más altas jerarquías de la cúpula estadounidense que, desde mañana, administrará la gran potencia. Pero pocos son expertos en algo. Según las empresas que ojean las cuentas bancarias y controlan las operaciones bursátiles, fue por sus fortunas que Donald Trump designó a quienes serán sus más próximos. Irónicamente, los críticos del presidente dicen que lo que tuvo en cuenta para llenar los cargos fue la catadura moral de los aspirantes. Es probable que ambos bandos tengan algo de razón. De los 16 que ocuparán los cargos más relevantes del gobierno, 13 son multimillonarios. Juntos valen 460 mil millones de dólares. Serán ministros, administradores de algo o embajadores, pero en el mundo real son convictos, indultados, timberos de la bolsa o magnates del juego.

En el paquete se destaca el hombre más rico del Sistema Solar, Elon Musk, dueño de una fortuna que supera los 400 mil millones. Con él, como codirector del Departamento de Eficacia Gubernamental (DEA) estará Vivek Ramaswamy, un hijo de inmigrantes indios que administra 1700 millones de dólares ajenos, tras ofrecer lo que llama un «fondo indexado anti despertar», lo que en Argentina se conoce como un fondo buitre.

Excluyendo la fenomenal riqueza de Musk, la cotización del plantel que acompañará a Trump supera los 21.000 millones de dólares. Treinta veces más que el precio de mercado del Inter Miami, el equipo de fútbol en el que juegan Lionel Messi y Luis Suárez. Se trata del equipo más caro de la historia; el de Trump es 59 veces mayor del que acompañó a Joe Biden.

Aunque los medios del establishment se ocupan obscenamente en reparar, solamente, en el  número de ceros de las fortunas de los multimillonarios que serán reconvertidos en mandamases globales gracias a una conveniente amistad o por una aún más conveniente y millonaria relación de «amistad» con quien comandará la jauría, lo cierto es que detrás de cada uno de tales personajes aparece una señal de peligro. Allí están los que quieren ahogar  todavía más a Cuba y Venezuela. Los que darán oxígeno a las dictaduras del mundo. Los que ahogarán a las sociedades americanas llevando a que el FMI promueva más ajustes como el que Musk impondrá al pueblo norteamericano. Los que impulsarán a Europa a ofrecer a su gente como carne de cañón en una eventual guerra con Rusia.

Aquí están, éstos son

Entre los futuros ministros, además de los titulares de Defensa y Relaciones Exteriores (ver aparte), se destacan los currículums/prontuarios de otros cuatro. Scott Besssent, que será el secretario del Tesoro y no tiene capital declarado, es un protegido del demócrata George Soros, porque a la hora de hacer las cuentas poco importa el color partidario. Es lo que se conoce como un «timbero de Wall Street», un hombre de esos que donde pone el ojo, pone la bala. En los años ’90 del siglo pasado apostó contra la libra esterlina y en un pase ganó 1000 millones de dólares, lo mismo que se llevó en 2013 jugando contra el yen. Se ignora si sigue manejando desde las sombras, su mundo, los más de 5000 millones de dólares del Key Square Group.

En el cuarteto están Linda Mcmahon, adicta y negociante de los juegos de azar, propietaria de la World Wrestling Entertainment Inc. y fanática de la lucha libre. Vale 3000 millones de dólares y estará a cargo de la conducción de la educación primaria y secundaria de los niños y adolescentes norteamericanos. El Ministerio de Comercio será de Howard Lutnick, un financista al que Bloomberg cotiza en 2200 millones. Para el Ministerio del Interior el elegido fue Doug Burgum, un hombre de pocas palabras que viene del mundo del software y apenas vale 100 millones de dólares.

En el equipo que desde el servicio exterior acompañará a Marco Rubio hay dos indultados. En la Embajada en Francia estará Charles Kushner, un rápido promotor inmobiliario que hizo su fortuna (ABCNews lo da con un valor de 1800 millones de dólares) construyendo viviendas en Nueva Jersey. Algo raro, no divulgado, hubo ahí, porque tras una demanda de miles de familias fue condenado a 24 meses de cárcel. En la audiencia de enjuiciamiento admitió su culpabilidad en la elaboración de falsas declaraciones fiscales y haber tomado represalias contra su propia hermana. Reconoció que la denunció por haber contratado a una prostituta para que sedujera a su esposo y, basada en esa infidelidad, beneficiarse en un reparto de bienes. Kushner fue indultado por Trump durante su primer mandato. La razón: Jared, hijo del embajador, se casó con Ivanka Trump, la hija de Donald.

El otro indultado es Thomas Barrack (1000 millones), bróker inmobiliario que administra los 80.000 millones de dólares del Digital Bridge Group. Desde Turquía tendrá a su cargo toda negociación con la OTAN. Por más que es un viejo camarada de Trump, su nombramiento sorprendió al staff de la Secretaría de Estado, puesto que Barrack fue indultado de cargos que lo acusaban de “cabildeo extranjero” (traición a la patria) a favor de los Emiratos Árabes Unidos y un grupo de particulares árabes. Desde Ankara, Barrack actuará en tándem con Steven Witkoff (1000 millones), elegido como enviado especial para Medio Oriente. Witkoff es amigo de Trump desde hace medio siglo, cuando se conocieron durante una degustación de delikatessen y destilados. Testificó a favor del presidente en dos juicios en los que éste aparecía con problemas de polleras.

Para el servicio exterior también fueron elegidos otros dos venidos del mundo empresarial que tienen a su favor figurar entre los más grandes aportantes a la campaña del presidente. Leandro Rizzuto (3500 millones) será embajador ante la OEA. Desde su nueva radicación, en Washington, podrá monitorear de cerca el accionar del secretario General del organismo, Luis Almagro, un fiel seguidor de las políticas de Estados Unidos hacia América Latina, especialmente hacia Cuba y Venezuela. Warren Stephens (3400 millones) será embajador en Londres, donde la familia tiene intereses bancarios y financieros.

Entre los Administradores, figuras de extrema confianza presidencial, se alinea el médico Mehmet Oz (100 millones), un profesional ligado a la medicina privada. De cirujano cardíaco pasó a ser presentador televisivo y adquirió visibilidad en los años de la pandemia de coronavirus por sus aventuradas recomendaciones. Promovió el tratamiento con hidroxicloroquina, un fármaco contra la malaria del que no se probó su eficacia. Desnudó luego sus  intereses mercantiles al publicitar productos para adelgazar que terminaron siendo perjudiciales. Estará a cargo, nada menos, que de los servicios sociales de Medicare y Medicaid. Entre los administradores estarán también Jared Isaacman (1800 millones) para conducir la NASA,  el JPMorgan Frank Bisignano (1000 millones) para defender la seguridad social y Kelly Loeffler (800 millones) para ocuparse de las pymes.

El gabinete también tiene una sorpresa, la designación de lo que Trump llamó «Zar de la IA y las criptomonedas», una oficina hasta ahora inexistente. La ocupará David Sacks (patrimonio ignorado), exdirector y socio de la conocida como «Mafia Pay Pal», grupo de emprendedores tecnológicos que desde 2002 se lanzó a la absorción desaforada de empresas del sector. Trump tiene el objetivo de convertir a Estados Unidos en líder mundial en la materia y le encomendó a Sacks que, como «zar de la IA y las criptomonedas, se aboque a potenciar el desarrollo de ambas áreas con una mínima regulación”.

Bloomberg, The Washington Post y ABC News, entre tantos medios del establishment, se manifestaron discretamente preocupados por los personajes del staff que mañana se hará cargo del país. No se atreven a criticar abiertamente a esa gente, pero Musk, en especial, les provoca escozor (o envidia). Si bien repiten que es común que personas con actividades afines a los negocios sirvan en los gobiernos, aconsejan permanecer atentos ante los «ultra ricos con antecedentes financieros complejos y tratos comerciales poco claros». Así lo dice ABC. De alguna manera, el prestigioso Compaign Legal Center terminó por ser un aliado que los medios reproducen, al decir que ser rico por sí solo no es un factor descalificador: lo preocupante son los posibles conflictos de intereses que puedan plantearse a futuro. «