Aceptar la presentación de la defensa de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner por su participación en partidos de fútbol junto a Macri implicaría el derrumbe de toda la causa. El show mediático y la provocación en un mate.
La proliferación de fotografías en las que se los ve al fiscal y al juez jugando al fútbol en la quinta Los Abrojos, propiedad del ex presidente Mauricio Macri, no comprometen –según consideran ellos mismos- su imparcialidad para pronunciarse en un juicio en el que la principal imputada es, a su vez, la principal adversaria del dueño del verde césped donde desahogan sus frustradas vocaciones de Maradonas y Messis.
El Código Procesal Penal establece un plazo de 48 horas para que los funcionarios recusados manifiesten si aceptan o rechazan la recusación. Si Luciani, pero especialmente Giménez Uriburu, aceptaran las invocaciones de temor de falta de imparcialidad estarían tácitamente admitiendo tal hipótesis. Y, en ese caso, no sólo toda la estructura del juicio podría desmoronarse sino que ellos mismos podrían tener un problema judicial. No pasará.
Tampoco parece destinada a prosperar la recusación contra el fiscal ayudante Sergio Mola, a raíz de su visita a la Casa Rosada presuntamente para reunirse con el ex operador judicial y hoy prófugo de la Justicia argentina Fabián “Pepín” Rodríguez Simón en fecha concomitante con su designación. Si las visitas secretas de los jueces de la Casación Gustavo Hornos y Mariano Borinsky al propio Macri no fueron consideradas delito ni afectación a la garantía de imparcialidad, no hay por qué suponer que la de Mola sí lo será.
El interrogante en las horas previas a la reanudación de las audiencias de alegatos de la fiscalía (la de mañana será la sexta de nueve previstas) es de qué manera rechazarán las recusaciones. Tras la presentación del abogado de la vicepresidenta, Carlos Alberto Beraldi, el lunes pasado, Luciani anunció que quería responder verbalmente a los cuestionamientos. Giménez Uriburu no abrió la boca más que para aspirar la bombilla en el mate que tenía el escudo y el nombre del equipo que frecuenta(¿ba?) Los Abrojos, el Liverpool vernáculo. “Nunca lo habíamos visto tomar mate”, señaló el abogado de De Vido, el penalista Maximiliano Rusconi, quien también vio en esa exhibición del mate una provocación por parte del magistrado.
No quedó claro de qué manera se tramitará la recusación. Cuando Luciani anunció que quería responder verbalmente (acaso aprovechando que las audiencias se transmiten en directo por Youtube, cualquiera las puede tomar libremente y hay canales de TV que las ponchan de manera casi permanente), el abogado de Lázaro Báez, Juan Martín Villanueva, pidió “igualdad de armas”. Esto es: si Luciani habla, los recusantes también quieren hacerlo. Rusconi lo graficó sin ambages: “si él va a hacer show, nosotros también”.
La posibilidad más factible es que, ante la respuesta de los recusados, los dos integrantes restantes del tribunal, Jorge Gorini y Andrés Basso rechacen (tal vez in limine, es decir sin tramitación) los planteos de las defensas.
¿Qué pasará después de mañana? La única forma de que el juicio se interrumpa es que el fiscal, o el juez, o ambos, acepten las recusaciones en su contra. El descalabro jurídico, político y mediático que generaría una decisión de esa naturaleza excede el límite de lo imaginario.
Algunas defensas imaginan, aunque dan por descontado que no ocurrirá, una solución a lo Diego Maradona en su despedida del fútbol: “yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha”. Traducido: que Luciani y Giménez Uriburu acepten que no debieron haber participado de los acontecimientos deportivos de Los Abrojos, pero dejen en claro que ello no los afecta a la hora de actuar. Máxime teniendo en cuenta que Macri no es parte en este expediente, pues aunque se vean los hilos por todas partes, su nombre no aparece en la formalidad.
Todo parece indicar que el juicio seguirá adelante. Las recusaciones serán revisadas por la Cámara Federal de Casación Penal y, por tratarse de un cuestionamiento a la garantía constitucional de ser juzgado por un tribunal imparcial, el tema indefectiblemente llegará a la Corte Suprema.
Podría ocurrir, por vía de hipótesis, que el juicio oral llegara a su fin, el tribunal expresara su veredicto y con posterioridad un tribunal superior dijera que los recusados no debieron haber intervenido. ¿No sería acaso una buena solución para quienes pretenden que el juicio sea un impacto letal para Cristina Fernández de Kirchner? Tendría una condena y una nulidad posterior instalaría como idea que “es culpable, pero por un picadito de morondanga le anularon el juicio”. El proceso en el que CFK está sentada en el banquillo de los acusados se juega más en los medios de comunicación que en el propio expediente.
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