Con curaduría de Federico Ruvituso y Viviana Mallol, puede visitarse desde hoy hasta el 29 de octubre en el CCK con entrada libre y gratuita. La exposición está integrada por 40 obras que recorren la vida del creador desde su infancia y su obra gráfica, a las ilustraciones de los almanaques de Alpargatas y sus trabajos para Estados Unidos.
La curaduría está a cargo de Federico Ruvituso, director del Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Pettoruti y de Viviana Mallol, directora del Complejo Museográfico Provincial Enrique Udaondo.
“La exposición que se inaugura en el Centro Cultural Kirchner –le dice a Tiempo Federico Ruvituso, es la tercera propuesta que se hace a propósito de la recuperación de más de 130 obra de Molina Campos, de las que se exponen 40. Es una propuesta que viene recorriendo la Provincia de Buenos Aires a partir de distintos ejes. Comenzó en el Municipio de Moreno con Florencio Molina Campos. Artista nuestra tierra, siguió en el Teatro Argentino de La Plata con la muestra Horizontes bonaerenses. Esta tercera se llama Pinturas para el pueblo y recupera distintas facetas de su vida y de su producción, de sus dibujos de infancia, sus primeros estilos, sus grandes obras, los trabajos que aparecieron en distintos almanaques en todo el mundo y sus obras de madurez. Es una invitación a redescubrir al personaje, a volver a pensarlo en el marco actual a reflexionar acerca de por qué esas imágenes nos siguen interpelando y nos siguen pareciendo tan fascinantes a tanto tiempo de haber sido realizadas.”
Y agrega: «Molina Campos. Pinturas para el pueblo está integrada por algunas de las más importantes obras pictóricas que tiene la colección como El payador, que es muy conocida, El Truco, El boliche del ombú, La zamba, El baile, muchas obras muy icónicas que cuando alguien las ve, las reconoce inmediatamente. Hay muchos jinetes y también muchas escenas de interior, paisajes de la pampa, cuentos nocturnos.”
Respecto de las particularidades de la muestra, añade: “La exposición consta de obras muy conocidas y otras que no lo son tanto y que derrumban la idea que se tiene de la producción de Molina Campos como algo grotesco. Y no hay nada grotesco, como se evidencia en la muestra. Sí hay un tipo de humor muy alegre, muy amable y una visión muy precisa del gaucho, del paisano, de las costumbres, de los objetos. Era alguien muy detallista. Están sus dibujos de la década del 20”.
“Los objetos de la colección Molina Campos –agrega- serán expuestos próximamente en el Complejo Museográfico Provincial Enrique Udaondo en Luján, donde se reunirán con las obras y la documentación correspondiente.”
La recuperación de las obras de Molina Campos, que se encontraba dispersas en distintas locaciones y en deficiente estado de conservación, se produjo a partir de la intervención de la Fundación Molina Campos.
Esa recuperación, señala el curador, «se produjo gracias a la intervención de la familia del artistas y a distintas instituciones como la Inspección General de Justicia (IGJ), del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, del Municipio de Moreno y ahora con el apoyo del Ministerio de Cultura de la Nación.”
La alarmas sonaron cuando el Museo que estaba en Moreno se cerró y un cartel anunciaba que se iba a vender.
“La intervención-afirma Ruvituso- fue para que se vuelva a democratizar ese patrimonio que pertenece a los argentinos. El Museo Pettoruti y el Enrique Udaondo están investigando y catalogando la colección, tanto las obras como las cartas y los objetos para poder devolver a la nueva Fundación el material ordenado, catalogado, y democratizado. El interés fundamental es que estas obras vuelvan a exhibirse en distintos puntos de la provincia de Buenos Aires y del país y se recuperen como un patrimonio muy importante de la Provincia y de la Nación. Actualmente se están investigando las fechas, los nombres, la historia que tiene cada obra detrás en relación con este enorme patrimonio que se pone ahora a disposición de las instituciones para poder ser investigado y conocido.”
La obra de Molina Campos produce un efecto paradójico. Es el más popular, sin duda, de los artistas plásticos argentinos pero, a la vez, el más desconocido por críticos y estudiosos. Sobre esta paradoja señala Ruvituso: “Es un personaje muy interesante y tradicionalmente muy rechazado por la historia del arte argentino porque es uno de los artistas, uno de los pintores argentinos más populares que tuvo el país. Sus pinturas, que se popularizaron mucho con los famosos almanaques de Alpargatas están más cerca de las casas, de las pulperías, de los almacenes, de las escuelas que de los museos. Es un caso particular porque es uno de los artistas más populares y uno de los menos estudiados en el marco de la historia del arte por esta combinación interesante entre artista, ilustrador, humorista, por su forma amable de representar el campo, con mucho humor y, a la vez, con mucha ternura y respeto.”
“Combina una serie de elementos muy particulares que no se ha vuelto a dar. Ha cautivado como ningún otro el imaginario colectivo de la Argentina, sobre todo del campo y de sus habitantes de una manera mucho más terrenal que esa romantización tan literaria de, por ejemplo, Sívori o muchos otros artistas. Además, tenía un enorme conciencia de lo que era una industria cultural.”
“Siempre le interesó la animación como una forma de industria cultural, como una herramienta educativa para captar los públicos infantiles”, acota.
“En un viaje que realizó a Estados Unidos en 1937 invitado por Rockefeller –cuenta- ve en el cine Blancanieves, el primer largometraje animado y se queda fascinado con la película. Eso deriva en un intercambio muy interesante con Walt Disney para el que trabaja algunos años en dos películas muy famosas que son Gooffy Gaucho y El burrito volador, encaradas para el público argentino y latinoamericano en general. Fueron dos cortos muy interesantes. Molina Campos participó en el diseño de personajes, en los fondos de paisajes.”
“Luego –continúa- Disney visitó Argentina en dos oportunidades. Fue todo un momento cultural muy interesante que lo tuvo a Molina Campos como el creador y especialista de una iconografía de los paisanos, de las chinas, del campo, del mate, de los caballos, de las pulperías, de todo es mundo rural que se estaba acabando o ya estaba casi extinto ante el avance de las ciudades. Esto sucedió a fines de los años 30 y principio de los 40 y tuvo un impacto muy interesante en el país porque Molina Campos era un artista de exportación que trabajaba para Estados Unidos y otros países mostrando, desde su visión, desde su propia iconografía, cómo era el campo argentino.”
Por todas estas razones, la exposición de obras de este creador netamente argentino es un verdadero suceso cultural que merece toda la atención.
“Es una muestra –concluye el curador- que me parece fundamental que se visite y que se disfrute porque verdaderamente es para ser disfrutada y para perderse en esos detalles maravillosos que ofrecen las pinturas de Molina Campos.”
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