Flavio Cianciarulo: “Estuve muy enojado con el público de los Cadillacs”

Por: Sebastián Feijoo

El bajista, compositor, referente Fabuloso y prolífico solista lanzó el libro "Los textos silver tape", una galería de reflexiones desarrolladas con singular sinceridad. Su vida familiar en Chapadmalal y su entusiasmo con Sotana, la banda de metal extremo que comparte con sus hijos.

Los humanos de las grandes ciudades suelen cultivar la fantasía de abandonar todo para irse a algún lugar de ensueño. Una playa alejada, un pueblo cerca de las montañas o cualquier otro punto del planeta en el que la falta de tiempo y los palomares de cemento no lo condicionen todo. Pero aquellos sueños rara vez se hacen realidad. Las obligaciones laborales, los entramados familiares y/o las amistades suelen funcionan como una fuerza centrífuga casi imposible de quebrar. Flavio Cianciarulo (56 años), más conocido como el Sr. Flavio, es un hombre que se acostumbró a romper amarras y refundarse. Desde hace casi siete años disfruta con su pareja y tres hijos de una vida de distanciamiento social autoimpuesta en Chapadmalal (a 23 kilómetros de Mar del Plata), acompañado del mar, la música, el surf y el skate. Una existencia bastante más sencilla de lo que muchos supondrían para uno de los fundadores y líderes de una de las bandas argentinas más exitosas y de mayor alcance regional.

Sr. Flavio es bajista, guitarrista, ocasional segunda voz, gran compositor de hits y emblema de Los Fabulosos Cadillacs. “Matador”, “Mal bicho”. “Vos sabés”, “Manuel Santillán, el León”, “La vida” y “Gitana” son sólo algunas de las canciones más emblemáticas de su autoría. Pero los impases recurrentes en la larga carrera de los Cadillacs le dieron la oportunidad de agitar múltiples proyectos solistas. Los que firmó como Sr. Flavio, el supergrupo De la Tierra, el trío familiar Sotana y la aventura también familiar pero más ocasional bautizada Lost Marplas. También se da el gusto en forma recurrente de sumarse a la banda de su admirado Boom Boom Kid.

La pandemia tomo a Flavio en pleno sueño hecho realidad. “En Chapadmalal estamos alejados de todo y de casi todos. Acá no hay mucho para hacer en cuanto a actividades sociales ni en qué gastar. Me atrajo la necesidad de volver a estar cerca y respirar mar. Es algo que va más allá de las palabras, es una conexión única. Surfeo lo más que puedo, voy a tomar mate y mirar esa inmensidad, pero su sola cercanía te cambia todo. Es la forma de vida que elegimos, mi familia la disfruta igual que yo. La pandemia clausuró nuestras habituales salidas a tocar a Mar del Plata, extraño sólo eso. Pero pude acelerar los tiempos con la escritura”, explica.

Esa oportunidad de escribir más fue la permitió que se hiciera realidad Los Textos de Silver Tape. Catarsis surfer calavera de un sonidero antipoeta –tal es su nombre completo–. El libro se desarrolla en 23 capítulos que retratan parte de su vida, alumbran historias y desarrollan múltiples pareceres. No es una autobiografía. Funciona casi como una colección de observaciones y sentires que le dan lugar a momentos personales difíciles –la muerte de una hermana, la separación de sus padres–, sus artistas más queridos y admirados –Norberto Minichillo, Henry Rollins, Gamexane y Boom Boom Kid, entre otros–, sus prácticas veganas y su rechazo al consumo de alcohol y drogas, su fervor por el surf y el skate, y mucho más, claro.

–Jamás haría una autobiografía. No me gustan y no las leo. Excepto la de Miles Davis, porque bueno, era Miles Davis… No me quiero hacer el humilde, pero en todo caso creo que una biografía la debería escribir un tercero. Nunca uno mismo. A mí no me resulta atractivo, al menos. En el libro cuentos cosas que pasaron, sí, pero como una forma de llegar a algo que quiero retratar. Una idea, una reflexión. Son opiniones, nunca sentencias. No me gusta eso. Soy un hombre de contradicciones y asumirlo me hace más libre y humano.



Flavio no falta a la verdad. Los Textos de Silver Tape funciona como una madeja de opiniones que en algún momento se enreda un poco, pero que resulta una expresión genuina. A veces parece que Flavio dialoga consigo mismo y busca ponerse de acuerdo, casi como si su escritura se tratara de un ejercicio de autobservación. Pero su sinceridad y falta de especulación es notoria. Toda editorial grande seguramente está dispuesta a convencerlo para publicar “La Historia de los Fabulosos Cadillacs, según Sr. Flavio”. Pero él no parece interesado en el asunto. De la misma manera que –dice– no lo atrae seguir las noticias. “Me preocupan la sobreinformación y las manipulaciones. Por eso me pongo al día leyendo a Borges, Artaud, Sábato y Nietzsche, entre muchos otros. Trato de enriquecerme por ahí y no tanto con lo último de lo último”, puntualiza.

Las fantasías más comunes de escapar de la ciudad no siempre incluyen a la familia. Pero para Flavio es su forma de vida. Los Cianciarulo se completan con su esposa, Jenny, y sus tres hijos: Astor (24), Jay (22) y Cocó (17). Viven juntos y comparten casi las mismas pasiones: surf, skate y música. “Para mí son una felicidad enorme y la única forma de vivir que soporto –confiesa–. Soy medio misántropo, pero no concibo mi vida sin mi familia. Tengo la bendición de que compartimos muchos gustos, muchas pasiones y eso hace todo más pleno. Con Astor y Jay tenemos Sotana y tocar en casa nos permite aguantar la pandemia de otra manera”.



Formalmente su proyecto musical es Sr. Flavio. De hecho durante la pandemia lanzó los simples “La invasión de seres de otro mundo”, “Viejo Cadillac” (cover en castellano del clásico de Vince Taylor) y una nueva versión de “Vos sabés”. Pero cada vez que tiene oportunidad subraya cuanto lo entusiasma el trío de grindcore Sotana. “Te diría que es lo que más disfruto últimamente. El metal extremo me puede cada vez más y con los chicos la paso increíble y aprendo. Cuando podíamos tocar en vivo se generaba una onda impresionante. Éramos pocos, pero se vivía una intensidad única. A principio de año logramos hacer un show porque la situación de la pandemia así lo permitía y fue una emoción inmensa. Vaya a saber cuándo podremos volver a disfrutar de esa magia”.

–En el libro hacés una confesión muy valiente con respecto a tus sensaciones con el público de los Cadillacs.

–Sí, no me da vergüenza decirlo. Fue una etapa que tuve y por suerte superé. Son sensaciones muy humanas y pasé por diferentes estados. Pero los resentimientos no son buenos y los dejé atrás. Me costaba ver que los Cadillacs eran una banda de estadios y con mi grupo solista nos costaba llenar un lugar chico del under. No lo podía entender. Yo soy fan de muchas bandas y si sus integrantes sacan un disco solista, al menos les doy una oportunidad. Por eso por un tiempo estuve muy enojado con el público de los Cadillacs. Después reflexioné, miré un poco más adentro mío y entendí mejor. La gente a veces es exitista. Sigue a los proyectos convocantes. Pero por suerte dejé todo eso atrás y puedo valorar todo lo que me dio el público. No habría podido hacer todo lo que hice sin ellos. Pero me pareció franco contarlo en el libro.

–La cultura rock creció con la ilusión de que las bandas son eternas y que nunca cambian de integrantes. ¿Cómo vivís este presente de los Cadillacs, esa modalidad de activarse y desactivarse según el momento" layout="responsive" width="560" height="315">

La cocina de la composición


Flavio es un compositor prolífico que a los largo de su carrera se alimentó de ritmos y géneros tan variados como el ska, el dub, el punk, el hardcore, el rock, el metal, el jazz, la salsa, el tango, la murga y muchos más. Toda esa información e influencias las volcó en los Cadillac y en sus diferentes proyectos solistas. En casi 40 años de carrera, construyó una obra caudalosa. Sin embargo, Flavio se define casi como un compositor ocasional.

–No me la paso haciendo canciones. Puedo estar mucho tiempo sin componer nada. Me gusta estar en forma musical, eso sí. Estudio bajo todas las mañanas y con los chicos tocamos cada vez que podemos en nuestra modesta sala. Pero para componer necesito otra motivación, un norte y cierto apremio de tiempo. Con la idea de un disco a la vista me pongo a laburar a full.

–¿Esa forma de componer pudo influir para que muchos discos de los Cadillacs y de tus grupos solistas tengan cierta aura conceptual?

–No lo había pensado en ese términos, pero creo que sí. Más allá de los discos formalmente conceptuales, como Sardinista
(Señor Flavio, 2015) y La salvación de Solo y Juan
(Los Fabulosos Cadillacs, 2016), creo que gran parte de los albums en los que participé tienen algún hilo que une las canciones, al menos cierta dirección general.




El mainstream, el under y el rock

Flavio Cianciarulo también es reconocido como un productor de experiencia. Sus trabajos en ese rubro incluyen discos de Massacre, Almafuerte, Los Rabanes, Chancho En Piedra y Satélite Kingston, entre muchos otros. “Es algo que ahora no sé si podría hacer. Más allá de la pandemia, lleva mucho tiempo y a esta altura de mi vida quizás quiero dedicarlo más a  mi música. Pero lo disfrutaba mucho. Me siento muy parte de esos discos en los que participé”, destaca.

–¿Te considerás un productor cercano a los músicos?

–Totalmente. En los años en los que hice más laburos como productor estaba muy de moda eso de pedirle a las bandas cuarenta temas para después seleccionar diez. Nunca fueron mis formas. Me parecía una falta de respeto al grupo. Yo trataba de sumar mi experiencia para que lo que tenían sonara de la mejor manera posible. Los músicos siempre me volvían a llamar, pero las discográficas no me querían porque nunca me obsesionó producir un hit.

–Hoy la industria musical es muy diferente. Los grupos no sufren de un productor que quiere manipular su sonido, pero se tienen que pagar sus grabaciones, entre otros cambios. ¿Se perdió más de lo que se ganó?

–Es un momento difícil. No me gusta caer en eso de todo tiempo pasado fue mejor… Pero el rock ya no es tan importante para el mainstream como lo era antes. Hoy el rock vive en el under.

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