El expremier galo triunfó en las primarias y desafía tanto al socialismo como a la extrema derecha de Marine Le Pen
Antes de que se conociera el escrutinio final, Fillon celebró su victoria, saludó a sus rivales de las primarias y se lanzó de lleno a la campaña que marcará el próximo año de Francia.
«La izquierda es el fracaso y la extrema derecha es el hundimiento», sentenció frente a una multitud exultante en su bunker.
Durante la campaña, Fillon calificó a su proyecto como «radical», sugirió un shock económico de ajuste y arrastró el voto de los sectores católicos militantes más de derecha; pero su figura no genera temores como otros de sus correligionarios.
Convenció a los sectores liberales en lo económico que pedían más achicamiento del Estado y del gasto público, a los sectores católicos que repudiaban ciertos avances sociales como el matrimonio igualitario y a muchos votantes que no están de acuerdo con la actual política de confrontación con Rusia. Hoy, tras convertirse en candidato presidencial, Fillon reiteró estas promesas y aseguró que recibió en las urnas el mandato «de vencer al inmovilismo y a la demagogia», y defender «los valores franceses», según reprodujo la agencia de noticias EFE.
Poco antes su rival en este balotaje, el ex ministro Alain Juppé, había concedido su derrota, al quedar muy lejos, con un 32% de los votos. «Felicito a Francois Fillon por su amplia victoria (…). A partir de esta noche doy mi apoyo a Francois Fillon y le deseo la victoria en mayo próximo», aseguró Juppé, en referencia al balotaje presidencial que todas las encuestas pronostican para el año próximo.
Juppé agregó que a partir de ahora «se consagrará plenamente a su tarea como intendente de Burdeos» y poco después se trasladó a la sede de la cúpula del partido Republicanos para saludar formalmente al candidato electo con un frío apretón de manos.
Al igual que Juppé, el ex presidente Nicolas Sarkozy y los otros rivales que disputaron estas primarias presidenciales de derecha y centro anunciaron públicamente su apoyo al nuevo candidato y prometieron trabajar junto a él para sacar del poder al Partido Socialista y frenar el ascenso de la extrema derecha del Frente Popular de Le Pen.
Tras conocerse el resultado, el Partido Socialista (PS) francés destacó en un comunicado que el proyecto «ultraliberal» de Fillon se suma «a una visión profundamente arcaica y conservadora de nuestra sociedad», que «porta el germen de la división» y engendra un «verdadero riesgo» de ver a la ultraderecha en el poder en las presidenciales de 2017.
Fillon ahora tendrá que construir su campaña presidencial frente a un socialismo diezmado y desprestigiado por el incumplimiento de las promesas del actual presidente Francois Hollande y una extrema derecha, comandada por Marine Le Pen, que va en ascenso, pero que mantiene un elevado piso de rechazo por su nacionalismo.
En un duelo final, en un eventual balotaje presidencial en mayo próximo, la izquierda y el progresismo se inclinarían a favor de Fillon, pese a sus enormes diferencias, para evitar un triunfo de la extrema derecha, tal como pasó en 2002 con la entonces inédita segunda vuelta presidencial entre el conservador Jacques Chirac -82,2%- y el entonces líder del FN, Jean-Marie Le Pen -18,8%-, padre de Marine.
Este posible pronóstico recibió una primera confirmación hoy cuando millones de franceses inundaron los centros de votaron. Las primarias de hoy no sólo marcaron la primera vez que la derecha y el centro eligen a su candidato presidencial en las urnas, sino que además tuvo una participación récord, según informó el presidente del comité de organización, Thierry Solere, en una conferencia de prensa. Hoy pudieron votar todos los ciudadanos mayores de 18 años que acepten pagar dos euros y firmar una carta de adhesión a los valores de la derecha y del centro.
Solere no dio una cifra concreta de participación, pero adelantó que superó la de hace una semana en la primera vuelta, cuando 4,27 millones de franceses votaron.
Esta participación ya había superado a su vez a la que tuvieron las primeras primarias presidenciales importantes del país, las socialistas de 2011, con menos de tres millones de votos. En ese momento, Hollande utilizó esa afluencia masiva para alimentar la campaña presidencial y, eventualmente, su victoria.
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