“The Dead Don’t Die” cuenta con un reparto muy importante, encabezado por Bill Murray, Adam Driver, Tilda Swinton y Chloe Sevigny. Pero la recepción del film fue muy mala.
Pensado desde el principio como un homenaje al creador del género George A. Romero (si bien Jacques Tourneur lo había precedido ya en los años cuarenta del siglo XX), el film es casi una copia de “La noche de los muertos vivientes”, calcando incluso su pesimismo y su crítica a la sociedad de consumo pero con un guiño al espectador cinéfilo, recordando otras obras maestras del género y hasta haciendo bromas sobre el guión que algunos actores habrían leído en su totalidad (Driver) y otro solo las escenas que le tocaba interpretar (Murray).
Pero son esta lentitud narrativa, este guiño de complicidad con el espectador llevado hasta el extremo de mostrar una lápida con el nombre de Samuel Fuller, uno de los cineastas preferidos de Jarmusch, esta autocomplacencia narrativa las que terminan por hundir al film en un ejercicio de estilo fin en sí mismo, impidiendo al espectador identificarse con los personajes, una de las virtudes justamente de los films de Romero.
Pero aquellos familiarizados con el estilo de Jarmusch, los amantes de esa recitación minimalista en la que Bill Murray es experto absoluto, los cinéfilos que aprecian las citas y los partisanos de la ironía sutil tendrán de que gozar con este film que no agrega nada a la filmografía de su autor.
Pero hay que reconocer que uno de los mayores placeres del film es admirar a la samurái extraterrestre que encarna la siempre inefable Tilda Swinton. El festival de Cannes inaugura en esta 72ª. Edición una nueva programación que excluye totalmente las proyecciones anticipadas para la prensa, lo que impide que a la hora de la proyección oficial, generalmente unas buenas doce horas después, todos estén enterados de la buena o mala calidad del film en concurso, gracias a los comentarios por internet que no respetan el embargo.
La presentación del jurado oficial en la noche inaugural permitió que por primera vez en la historia del festival, el castellano fuera el idioma oficial de la velada, gracias al largo monólogo de su presidente, el cineasta mexicano Alejandro González Iñárritu, que reivindicó la absoluta primacía de la sala cinematográfica a la hora de gozar de una película, declarando que el cine es una experiencia colectiva que se empobrece cuando se lo ve en el salón de casa, comiéndose una pizza.
Lo siguió el actor español Javier Bardem que declaró abierto en castellano el festival junto con la actriz Charlotte Gainsbourg que lo hizo en francés.
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