Fernando García: «No por haber escrito sobre mi padre soy escritor»

Por: Mónica López Ocón

Luego de dos libros de investigación como Los ojos: vida y pasión de Antonio Berni y El Di Tella, Fernando García publica Estoy enamorado de mi auto, un libro que es un duelo por la muerte de su padre en el que no por abordar un tema más íntimo renuncia a lo periodístico.

Libro de duelo por la muerte del padre, convocatoria del recuerdo, catálogo sui géneris de automóviles que estuvieron de moda a través de los años en Argentina, Estoy enamorado de mi auto. Un hijo, un padre, cuatro ruedas  de Fernando García elude todos los lugares comunes acerca de los seres queridos que se fueron.

Así como un día la poesía dejó de  pensar que había palabras poéticas per se y abrió el terreno poético a las palabras que provenían de la industria, García incorporó los autos y la mecánica del motor a la esfera sentimental y escribió Estoy enamorado de mi auto, título que alude al hit homónimo de Queen.

Como Fogwill que incorporaba marcas, García incorpora marcas de automóviles con la actitud de quien convoca espíritus. En este caso, se trata de espíritus mecánicos que dan cuenta de la relación apasionada que su padre tenía con el universo tuerca. 

Esta memoria personal se cruza con la historia del país en el mejor momento de la industria automotriz, el florecimiento de las concesionarias y la venta de autos usados. Paralelamente a esta época dorada del automóvil en el país que abarca de los ’60 a los ’80, también se desarrolló la publicidad que competía en ingenio para subrayar el espíritu singular de cada marca y modelo. Por eso, Estoy enamorado de mi auto trae un cuadernillo interior realizado en papel ilustración de publicidades emblemáticas.

Del trabajo del padre en una concesionaria dependía el sustento de la familia. Pero para su padre no se trataba sólo de trabajo, sino de una relación entrañable con el producto que vendía. El amor entre un padre y un hijo la mayoría de las veces no se expresa de manera literal, sino que comentar el afinado sonido de un motor, el pique de un automóvil o la excelencia de un diseño pueden ser formas alternativas, verdaderas metáforas de sentimientos profundos que no pueden expresarse con palabras más específicas.

El ronroneo de un motor puede ser también canción de cuna y un Ford Fiesta, cuyo cuidado el padre le lega al hijo, puede constituirse en un mensaje cifrado de amor y de confianza.

Autor de Los ojos, una extensa biografía de Antonio Berni, y de El Di Tella, García aceptó el difícil reto de  hacer el duelo por su padre abriendo el capot del pasado y ajustando las tuercas del recuerdo.

Fernando García

–¿Estoy enamorado de mi auto es un libro de duelo, de despedida y elaboración de la muerte del padre a través de un elemento no tradicional como son los autos?

–Sí, exactamente, es un libro de duelo. Eso es lo que acabo de escribir en una columna que me pidieron sobre el libro. Y es cierto que se escribe poco sobre estas cosas. Es raro que un libro narrativo hable de automóviles. Lo que más hay sobre el tema son libros técnicos. Lo que yo hice fue establecer el diálogo que no tuve con mi viejo, creo que eso es lo que transparento en el libro.

No me puse a aprender mecánica para escribirlo porque eso no hubiera tenido ningún sentido. Simplemente, dejé que las imágenes fluyeran empezando a recordar situaciones y también incorporé al Ford Fiesta en una cadena de autos de la que nunca pude saber cuál fue el primero. En el libro hay una especulación sobre eso, pero es sólo eso, una especulación.

–En tu deseo de saber cuál fue hasta aparece el nombre de Silvina Bullrich en un ejemplar del Martín Fierro que te había regalado tu padre.

–Claro. Ahí intenté algo demencial, esas cosas que pasan cuando uno está escribiendo un libro y que me pasa también con los libros de investigación periodística. La verdad es que leer Facundo o Martín Fierro de Carlos Gamerro me hizo volver al Martín Fierro que me había regalado mi padre. Yo creía que la firma ilegible que tenía era de mi abuelo andaluz, pero en realidad era del matrimonio Arturo Palenque CarrerasSilvina Bullrich.

Palenque Carreras era el padrino de mi madre y de joven ella lo visitaba en Rosario. Entonces pensé que si mi mamá lo visitaba de joven, él podía saber cuál había sido el primer auto de mi padre. Pero ahí hay una nebulosa. Pensé que quizá el hijo que Palenque y Silvina tuvieron hace 85 años podría recordar algo, pero no fue así según me informó a través de su hija Silvina. El Fiesta, al convertirse en el último auto de mi padre, frenó un poco la escritura. También la frenó un poco el proceso de venta, porque yo lo vendí, lo que también supuso un duelo.

Además, en el proceso de escritura, el Fiesta se dejó de fabricar, lo que fue otro duelo por la máquina. Fui viendo casi como cuadro por cuadro cada desprendimiento. Devolver las llaves del garaje donde lo guardabafue algo de una melancolía extrema.

–Es que todos los objetos están impregnados de historia, pero, además, el auto es un objeto que podría decirse que tiene vida propia. De hecho vos decís en el libro algo así como que si a un auto se le arregla el motor, puede seguir con vida.

–Además, dentro de un auto alguien puede hacer el amor y generar una persona y, en el otro extremo, también puede subir a un auto y matarse. No me importa si me dicen que el libro es cursi. Con cada persona con la que hablé mientras lo escribía, recordaba el auto de su familia. Podría haberlo escrito de otra manera, pero elegí hacerlo así.

–El libro tiene un recorte generacional.

–Sí, un recorte que abarca desde la mitad de los ’60 hasta mediados de los ’80, un período en que la industria del país tiene la capacidad de crear sus propios modelos y de adaptar las matrices europeas. También tiene un recorte muy marcado en lo social que es la clase media. Por eso persisten los clubes de autos y yo me pregunto si en el futuro el Toyota va a tener un club.

Ahora aparecieron esas artesanías digitales de la inteligencia artificial  que indican cómo sería, por ejemplo, el Fiat 600 en el futuro, cómo sería el Citroen…Hasta eso utilizan las compañías para recrear sus modelos icónicos. Por eso me pareció que en la tapa tenía que estar esa pareja con un Torino. En el libro hay también un trabajo sobre la publicidad, no sólo en el insert, sino también fuera de él .

–Por la forma de Estoy enamorado de mi auto, tengo la sensación de que es un libro que no tuvo un estricto plan previo, sino una idea general y que se fue construyendo a partir de la propia escritura, que te permitiste un ejercicio de asociación libre. Por otro lado, me parece que no es frecuente escribir sobre un padre a partir de un libro en el que también hay mucha investigación periodística. ¿Fue así?

– Sí fue así. Es que yo no puedo dejar de ser periodista. No es que porque escribí sobre mi padre me convertí en escritor. No me gustan los periodistas que se convierten en escritores y dejan de ser periodistas.

–Bueno, lo que pasa es que hay muchos escritores que trabajan como periodistas. Eso está en la fundación misma del periodismo argentino.

–Sí, es una frontera muy débil.

–¿A vos te interesan los autos tanto como le interesaban a tu padre?

–No, para nada. Nunca fui pistero ni tuerca. Mi padre  estaba pendiente de mis autos porque era la manera que tenía de relacionarse conmigo. Yo hacía otras cosas que no tenían que ver con él como tocar la batería, pero a él le interesaban los autos. De entrada el planteo fue que yo no iba a escribir una historia desgraciada.

Escribí una historia de una absoluta normalidad que puede ser hasta siniestra, si pensamos en Lynch. Pero el libro no cuenta nada particularmente raro, al contrario. Pienso que si alguna cosa particular, alguna característica puede salvarlo o no,  quizá sea la escritura.

–Aunque no tengan nada que ver, creo que en tu libro hay algo de Moby Dick en el sentido de que en el libro de Melville conviven un tratado sobre las ballenas, por ejemplo, con una página sobre el color blanco muy poética.

–Totalmente. Recién dijiste que te pareció un libro escrito sobre la marcha. Y es así, lo escribí del mismo modo en que se maneja un auto. Cuando salís a manejar te aparece por la ruta  un camino y vos podés decir “tomemos por acá”. Llegás a un punto en el que no hay más nada y tenés que volver. Me pasaba eso todo el tiempo mientras escribía.

El libro tiene un poco la estructura de un diario, sólo que no está marcado con fechas, sino con números romanos. De pronto, a veces me frenaba y no me salía más nada. Pero la escritura reaparecía por un hecho como que Andrés Di Tella viniera al Moderno invitado por mí a proyectar y a dar una charla sobre películas muy poco vistas de él y que una de esas películas fuera un ejercicio que tenía a un auto como protagonista.

–¿Escribiendo descubriste o reparaste en muchas cosas?

–Sí, por ejemplo en la estética de la calle Warnes que pertenece a ese grupo de cosas que no son tenidas en cuenta. Por mi trabajo todo el tiempo estoy en contacto con elementos del arte. No podía dejar de reparar en esta estética. A los 19 años, cuando mi viejo me mandaba a vender repuestos, la calle Warnes era un mundo de pesadilla.

Ahora lo veo de otro modo. En esas cuadras la cantidad de dispositivos visuales que hay es enorme. Una vez, Fabián Casas cuestionó que escribir sobre una mariposa fuera más poético que escribir sobre un motor. Acuerdo con ese planteo y estoy enamorado de mi auto es eso. Para mí «No detenga su motor» de Riff es tanto o más poético que «Alma de diamante» de Spinetta Jade.

La emotividad, la historia argentina y las tuercas

–Creo que el libro resultó emotivo a pesar tuyo. ¿Es así?

–Creo que sí, que es emotivo, que me costó y que no sabía cómo iba a resonar. De todos modos, no le pedí permiso a nadie para escribir. Hay gente que ni siquiera sabe que está en el libro. Sencillamente, escribí sin malicia. Es que tampoco estaba escribiendo el caso de “Los cuadernos”.

–¿Y qué repercusiones hubo en tu círculo íntimo?

–Mi vieja apenas pudo leerlo porque está muy grande, mi hermana no leyó la versión completa pero en las primeras lecturas que hizo estuvo llorando. A mí mismo me costó mucho. Por eso, como te dije antes, si se ve como algo cursi, no tengo ningún problema. No quise modificar mi estilo de asociación libre. Hay momentos en que escribo en inglés y hay citas con las que mucha gente se puede quedar afuera, pero let’s go.

Incorporé un insert con los modelos porque me pareció que, si no lo hacía, podía ser medio irrespetuoso con los tuercas. Ellos quizá no van a descubrir nada allí. Pero yo trabajo mucho con historias de los modelos, no quiero reflejar sólo aspectos técnicos. Comencé a buscar historias en las publicidades de YouTube y de repente, cuando hablo del Renault 12 me encuentro con historias como la de Adrián Ghio, que es trágica o con la historia de Julio Sosa y su Auto Unión Fissore, que también lo es. Es contar la historia argentina a través de los autos, aunque no de forma rotunda porque si no, tendría que haber incluido muchas cosas más.

Compartir

Entradas recientes

Alejandro Amor: «Hoy la ObSBA cuenta sólo con los aportes de los trabajadores»

Ante las denuncias de vaciamiento de la obra social de los estatales porteños, el dirigente…

57 segundos hace

La Fronterita: complicidad empresarial con el Operativo Independencia

En un ingenio azucarero de Tucumán funcionó desde 1975 un centro clandestino de detención ilegal.…

11 mins hace

Exportar GNL: la Argentina entre la ambición extractiva y los desafíos geopolíticos

La producción y exportación de gas natural licuado es una de las grandes apuestas del…

17 mins hace

Postales del modelo económico

Si se considera el 2024 completo, la caída es del 2,9%, bien lejos de una…

25 mins hace

Alan Sabbagh: “Soy muy hipocondríaco: ante el mínimo dolor de cabeza ya pienso en lo peor”

Alan Sabbagh es uno de los mejores actores de comedia de la Argentina y por…

31 mins hace

«Envidiosa» vuelve con una Vicky recargada y en búsqueda de la redención

La segunda temporada de la serie protagonizada por Griselda Siciliani ahonda en las motivaciones del…

34 mins hace

Ping pong con Laura Azcurra: «En tiempos de glifosato y multiprocesados, producir alimentos es revolucionario»

Comenzó su carrera en el cine a los 14 años y la extendió rápidamente al…

45 mins hace

Deportaciones: Petro le logró cambiar las reglas de juego a Trump

Es cierto que debió aceptar la cacería humana del magnate, que no cesa con sus…

58 mins hace

¿Vuelta de página entre Venezuela y EE UU?

El presidente Nicolás Maduro recibió en el Palacio de Miraflores al enviado especial de Donald…

1 hora hace

Truculento Trump

Una buena definición de este segundo Trump, que como no puede hacer que lo justo…

2 horas hace

Canal de Panamá: ante las nuevas tensiones, un ejemplar legado diplomático

La intervención de Fidel Castro en la previa del tratado Torrijos-Carter ayudó a la transferencia…

2 horas hace

Panamá, kilómetro cero de la nueva Doctrina Monroe

La primera salida al exterior del secretario de Estado Marco Rubio tiene los modos de…

2 horas hace