Un recorrido por la 32º Feria del Libro Infantil y Juvenil, que comenzó este lunes 8 de julio y transcurrirá hasta el domingo 28 en el CCK. Escenas, voces y públicos del evento que -con entrada libre y gratuita- da cobijo a 70 expositores (editoriales, librerías e instituciones) y más de 300 actividades sin límites de edades.
La 32º Feria del Libro Infantil y Juvenil calienta motores -contra el frío- en la explanada del CCK (o Palacio Libertad, como lo llaman ahora): hay una profusa programación con 70 expositores y más de 300 actividades -para todas las edades- e incluso una Movida Juvenil para adolescentes. Además, los talleres en el 2º y el 4º piso y en la Terraza de la Ballena: el CCK, desde temprano y hasta las 18 o las 20 (según el día), se volvió la sede de los niños y las niñas entre los stands adornados con banderines de colores. ¿Cómo no motivarse por la lectura en papel?
“Mirá este libro, Joaquín: Nuestras pioneras, Alicia Moreau de Justo, Evita y María Elena Walsh. ¿Sabés quiénes son?”, le dice su madre, de anteojos, y analiza con su marido los precios y las ofertas en la Feria (en estos días de ardua crisis, aun para el sector editorial). “¿Llevamos ese y seguimos recorriendo?”, propone la madre de Joaquín, él ya con Nuestras pioneras bajo el brazo. En otro stand, el de Editorial Sudestada, se ofrece la Colección Aventurer@s, con más próceres y referentes latinoamericanos para los más chicos.
Este año, entre las perlas de la Feria (organizada por la Fundación El Libro, con apoyo de la Secretaría de Cultura a cargo de Leonardo Cifelli en el Ministerio de Capital Humano de la Nación) brillan los espacios de narraciones, el filmódromo de libros y más talleres artísticos. “¿Quieren cantar una canción de José Luis Pescetti?”, invita María Belén Costa en su set Alas de papel, ronda de cuentos, a las 15, en el 4º piso del CCK. Y los niños entonan una reveladora melodía sobre lo que hacen los gatos cuando los humanos no los miran.
Una hora más tarde, en el ala opuesta del 4º piso, el experimentado científico Melquíades brinda su Taller de Astronomía para niños y niñas mayores de 6 años: compara tamaños y volúmenes de esferas; luego deposita unas botellas en una fuente con agua y demuestra que no flotan sólo las más livianas, sino “las que distribuyen su peso en toda su estructura para que el agua las empuje desde abajo. Los barcos son muy pesados y también flotan”, enseña Melquíades, y los niños, en hilera, lo miran extasiados.
Son las 16.30. Cuatro pisos más abajo, a la explanada del CCK van llegando más familias y chicos en búsqueda de sus libros preferidos: hallarán títulos de magos, brujas, planetas, granjas, selvas y animales de innumerables tamaños y bolsillos. La Feria no se agota nunca.
“Mirá esa nena: no despega de la vista de un libro de fantasmas”, dice una pareja de adolescentes. A uno o dos stands de distancia está la colección infantil del grupo musical Canticuénticos: un furor, entre cientos, en la Feria del Libro Infantil y Juvenil, que también planeó más actividades en paralelo. El miércoles 17 habrá Jornadas para los profesionales de la industria del libro -gratis, con inscripción previa-; el jueves 18 y el viernes 19 transcurrirán las Jornadas para Docentes y Mediadores de Lectura -aranceladas-.
Y el viernes 26, en la despedida de la Feria, se entregarán los Premios Pregonero: el más ilustre para el sector. Pero falta mucho para ello: a la inauguración oficial, el 12 de julio, la hará el autor e ilustrador Pablo Bernasconi (con 45 títulos publicados).
“Este evento es, desde hace 32 años, el gran encuentro de los jóvenes, los chicos y las chicas de todas las edades, inmersos en los libros, gozando de la creatividad y la lectura”, da la bienvenida Alejandro Vaccaro, Presidente de la Fundación El libro, en el Periódico de la Feria.
“Nuestro compromiso es potenciar en cada propuesta la creatividad, el pensamiento y la imaginación”.
“Mamá, ¿dónde están los libros de la serie Stranger Things?”, exige Felicitas, de 12 años, y sondea los stands, hilera por hilera, donde los encargados de cada editorial se abrigan contra el frío, aun en el CCK, sin escatimar bufandas, chalinas y pañuelos al cuello. “¿Qué, mi amor?”, se preocupa otra madre cuando su nene le tira del pantalón.
“¿Los libros de Graciela Montes? Sí, ya vamos a ir a buscarlos. Tené paciencia. Mamá también tiene derecho a mirar”, dice, hojeando los volúmenes de tapa dura de El Eternauta y otras gemas de Héctor Germán Oesterheld.
“Uy, tenés para entretenerte”, dice un vendedor, al ver a un adulto alzar el libro La literatura para niños y jóvenes. Guía de exploración de sus grandes temas, de Marc Soriano. En el stand contiguo, una pareja de norteamericanos se debate entre los libros El pueblo que no quería ser gris y Simbad y la Bella Durmiente, ambos de Beatriz Doumerc y Ayax Barnes: eligen el primero y, al rato, vuelven por el otro. Y allá a unos metros, se ven, por fin, algunos de la referencial Graciela Montes: Había una vez una llave y Cuatro calles y un problema.
Los horarios de la Feria van a variar: del miércoles 10 al viernes 12 de julio irá de 9 a 20 y, del sábado 13 al domingo 28 de julio, de 14 a 20. Y si los talleres para niños ocupan las salas y auditorios de los pisos 4º y 5º, la Movida Juvenil -viernes, sábados y domingos- será en la Terraza. ¿Cómo no asistir, también, a las experiencias de narración oral, kamishibai, teatro de sombras, las lecturas en voz alta y los títeres? ¿Cómo perderse la charla Hablemos de thriller y oscuridad, el viernes 12? ¿Y el espacio de Poesía de Invierno, el domingo 14?
Las opciones son inagotables y El Periódico de la Feria Infantil y Juvenil traza su hoja de ruta, día tras día, para no perderse en el extenso mar de la literatura sin barreras de edades, en el CCK.
“Cuanto más temprano se produzca la amalgama de los jóvenes con los libros, más recursos tendrán para construir una sociedad más justa y un futuro mejor”, escribe Alejandro Vaccaro -desde la Fundación el Libro- en El Periódico, que los empleados del CCK y los guías de la Feria entregan apenas se ingresa por Sarmiento 151. “¡Libros! ¡Libros!”, gritan allí unos chicos, y se sueltan de las manos de sus padres.
El recorrido apenas comienza y crece el murmullo lector entre los stands. “Llevo publicados 32 volúmenes para todos los públicos: los más chiquitos y los más grandes”, sonríe Rodolfo C. Pini, con espíritu de autogestión. “Yo creé mi propia editorial para tener mi propio espacio.
En la Feria convivimos todos”, cuenta Pini y se disculpa: hay unos jóvenes que atender. “Este libro es para vos -le dice a uno-: es de misterio y terror fuerte. También tengo esta novela sobre el respeto a la diversidad cultural. Vuelvan cuando quieran. ¡Acá estamos, en la Feria!”.
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