En los cuatro mil kilómetros costeros de nuestro país, hay 62 faros. De ellos, hay 9 que no te podés perder. De Tierra del Fuego a Gesell, un recorrido único, rodeado de misterios, encanto e inmensidad.
En la Argentina, el Sistema de Hidrografía Naval de la Armada Argentina contiene 62 faros ubicados a lo largo de más de 4000 kilómetros del litoral costero. El año pasado se había impulsado el Programa de Recuperación de Faros, que en su primera etapa abarcaba a 11 de ellos. Como el resto de los proyectos de obra pública, quedó en indefinición con la nueva administración. No se trata de objetos sin valor: 14 de los 62 faros son Monumento Histórico Nacional.
En otros momentos, Tiempo durmió en un faro. Así como lo leés, en Punta Delgada, en la Península Valdés de Chubut, este faro estaba administrado por una empresa de turismo y uno podía comprar un paquete y dormir en lo que fue la casa del farero, puesta en valor para alojar turistas e incluso se podía observar la pista rudimentaria de un siglo atrás y hasta las instalaciones de lo que fue la estafeta postal adonde recalaba el mismísimo Antoine de Saint-Exupéry. El tiempo pasó y luego con fines turísticos pasó a ser “club house” o lugar para desayunar.
De todos los faros argentinos, hay uno de adobe, que es el único de este material en pie y en funcionamiento. Está ubicado en la costa rionegrina, cerquita del balneario El Cóndor en Viedma, a 30 kilómetros de Viedma. Posee 16,5 metros de altura, fue creado en 1887 y… ¡se puede visitar!
Es el más antiguo en servicio de toda la Patagonia (pensemos que cuando se inauguró presidía el país Miguel Juárez Celman, concuñado de Julio A. Roca). El faro, que tardó siete meses en construirse, se convirtió en Patrimonio Cultural de la Humanidad cuando se cumplieron 130 años de su funcionamiento. Para identificarlo, le colocaron un escudo azul de Naciones Unidas.
Yace a 43,5 metros sobre el nivel del mar, sobre el nacimiento de un acantilado. Tiene una estructura cilíndrica blanca con una garita superior y una casa habitación hexagonal. Para llegar a la torre hay que subir 64 escalones. Desde allí se puede observar la confluencia del río Negro y el océano Atlántico. Una panorámica única de toda la zona.
La clave es estar allí en la hora mágica del atardecer porque el sol tiñe de magenta con reflejos dorados sus muros cubiertos de un blanco impecable.
El más popular, por su fácil acceso, es el Faro Querandí, a 5 kilómetros de Mar Azul en Villa Gesell. Además de está rodeado de un ambiente protegido de dunas, dentro de la reserva Faro Querandi, se puede visitar: hay travesías y visitas guiadas para conocer la importancia de la flora y la fauna y la mayor reserva dunícola del continente.
El Faro pertenece al Ministerio de Defensa. Tiene un muy lindo museo, a su alrededor se puede hacer avistaje de aves y actividades ambientales. A diferencia del faro «hermano» de Claromecó, que tiene luz blanca, el de Gesell posee luz negra.
Argentina tiene un faro cuadrado, es el de San Jorge en Comodoro Rivadavia, Chubut, y su forma lo iguala -o casi- al Lanterna de Génova, también de base cuadrada a diferencia del resto de los faros con torre cilíndrica.
Aunque el título de “primero” lo ostenta el faro escocés Pillar Rock de 1905, en Holly Island, un peñón del que dicen que es propiedad de una comunidad budista y que muchos eligen a ese lugar, la bahía de Lamlash como retiro espiritual. Aquí, en suelo chubutense, hay visitas guiadas al faro, que es único. Además es imperdible conocerlo en la travesía a la Reserva Natural Rocas Coloradas.
Desde que la Generación del ’80 en la Argentina comenzó a construirlos, tal como los vemos hoy, hay faros de todos los estilos. De metal, de mampostería y de adobe; a gas, energía solar con los paneles que los independizaron de los encargados, o con el sistema llamado “Barbier” que fue el comienzo de todos los faros hasta que los suplantaron por kerosene.
El de Recalada, en Monte Hermoso, al lado de Bahía Blanca, lo construyó la misma firma que hizo la Torre Eiffel, emblema de París. Era la empresa Barbier, Benard y Turenne. Lo enviaron en cajas, por barco, desarmado como un mecano. Una joya de la historia si vemos la coincidencia con la expo universal de Paris, la megatecnópolis de 1900.
El Faro Recalada integraba la lista el año pasado para ser puesto en valor. Funciona desde 1906 y, con sus 74 metros, es el más elevado de la Argentina, y el segundo de Sudamérica detrás del de Coquimbo, Chile. Con estructura abierta, su torre es tubular, con franjas horizontales rojas y blancas. Tiene una lámpara de 1000 watts que arroja una luz blanca cada 9 segundos.
Si vamos más hacia el este hasta el Partido de la Costa, nos encontramos con el de Médanos. Comenzó a funcionar en 1893. Su estructura consiste de una torre metálica troncopiramidal que cuenta con una garita pintada a rayas blancas y rojas horizontales. Se trata de un faro eléctrico que tiene incorporado un equipo de emergencia de gas y su estructura fue traída de Francia. Su altura es de 59 metros.
Desde Ushuaia, en Tierra del Fuego, hay excursiones marítimas que llegan al que todos llaman el Faro del Fin del Mundo, en el Canal de Beagle pero que en realidad se llama Les Éclaireurs, pintado de franjas rojas y blanco, que alcanza los once metros de altura y funciona con paneles solares que proveen la energía al equipo de luz.
La idea del Fin del Mundo es marca mundial. Sin embargo, el verdadero Faro del Fin del Mundo al que se refería Julio Verne está más lejos, en la Isla de Los Estados y lleva el nombre San Juan del Salvamento. Funcionó desde el 25 de mayo de 1884 hasta 1902.
Otra navegada imperdible es frente a la costa de Puerto Deseado en Santa Cruz que conduce al faro de Isla Pingüino, hoy Parque Nacional, donde además del Faro que ya no funciona y se camina entre los restos de lo que fue la casa del farero de un siglo atrás, hay dos colonias de pingüinos, el de Magallanes y el de Penacho Amarillo que comienza a llegar para anidar en octubre, momento top del año y se queda hasta fines del otoño.
También hay una colonia de Lobos marinos. La excursión es de un día y depende del clima y las olas. Si viajás desde la ciudad hasta la isla podés llegar a tener el acompañamiento de toninas, siempre bellas y compañeras. Este 2 de octubre será uno de los mejores sitios para admirar la eclipse alunar.
También en Puerto Deseado Santa Cruz, na reserva Natural Cabo Blanco alberga al Faro del mismo nombre donde unos 10 años atrás aún podía visitarse y saludar a la tripulación. Ya no, pero en aquel momento hasta se podía ver el ventanal de un siglo que se abría y tenía un balcón con barandas de rejas de hierro forjada que daba directamente al mar.
En Cabo Vírgenes, también en Santa Cruz, en la idílica patagonia argentina, está el Kilómetro Cero del gran corredor turístico argentino: La Ruta Nacional 40. Y allí, un faro histórico, el de Cabo Vírgenes, por allí pasó en 1520 el adelantado Hernando de Magallanes quien impulsó la primera vuelta al mundo de la humanidad.
El faro está impecable y dentro de lo que fue la casa del farero hoy funciona un museo de sitio. Impecable.
La de “fareros” es la especialidad más antigua de la Armada y se estudia en la Escuela de Suboficiales.
El concepto de “faro” es, según el Diccionario de Bureau Hidrográfico Internacional, una estructura distintiva sobre una costa o alejada de la misma que presenta una luz principal destinada a servir de ayuda a la navegación. Una construcción costera que posee una señal luminosa característica cuya función es orientar al navegante. Generalmente ubicado en puntos destacados del litoral, en lugares altos, notables, artificiales o naturales.
El diseño y los materiales para la construcción de los faros están directamente relacionados con el sitio de emplazamiento. Siempre la torre es un soporte sólido y se tuvo en cuenta que su altura sea considerable sobre el nivel del mar. De su elevación depende el alcance que se quiera dar a la luz. En las últimas décadas también se convirtieron en sitios turísticos, recreativos y ambientales, patrimonios ineludibles de sus comunidades costeras.
A nivel mundial, en la historia se conoce que los primeros faros fueron construidos en los siglos V y VI A.C. y el más antiguo en funcionamiento es el faro romano, Torre Hércules que data del siglo II D.C. Objetos de deseo, los faros se convierten además en destino a conocer por los viajeros que recorren los distintos lugares del país y del mundo. Imponentes, nos custodian en silencio mientras luchan contra el olvido, el clima y la indiferencia.
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