Lo afirman investigadores de la Universidad del Comahue y el Conicet. La semana pasada, Shell debió suspender de manera preventiva actividades de exploración en Añelo.
Mediante un comunicado, la empresa Shell informó que frenaba de manera preventiva sus actividades en el Pad 22 del bloque Bajada de Añelo, en Neuquén, “para dar prioridad a la salud de sus empleados y comunidades cercanas”.
La decisión se tomó luego de que el mismo sábado a las cuatro de la mañana se produjera el último de una seguidilla de temblores. De acuerdo al registro del Instituto Nacional de Prevención Sísmica (INPRES), fue de 3.8 de magnitud con una profundidad de cuatro kilómetros, sintiéndose en las localidades de Añelo y Sauzal Bonito. La petrolera retomó finalmente las operaciones, pero nunca informó los motivos específicos de la suspensión.
“Fue inédito que se registrara actividad sísmica todos los días y, al mismo tiempo, fue la primera vez que una compañía dijo públicamente que detenía las operaciones por los sismos. Algo tuvo que haber pasado”, dice a Tiempo Javier Grosso, geógrafo de la Universidad del Comahue e integrante del Grupo Interdisciplinario de Estudios Ambientales, del que participan investigadores del Conicet y la Universidad Nacional de la Patagonia Austral.
Grosso destaca que vienen cruzando información y monitoreando la zona y que la conclusión siempre es la misma: “Cada vez que se registra un sismo, hay un pozo de fracking cerca”.
El fracking o fractura hidráulica es una técnica que busca extraer el petróleo y el gas «atrapados» en la roca madre. Para lograrlo se perfora la tierra y se inyectan millones de litros de agua junto a cantidades industriales de arena y aditivos químicos. Vaca Muerta es la principal roca madre que se explota en el país.
“A fines de 2018 y principios de 2019, los sismos empezaron a ser mucho más intensos, coincidiendo con la intensificación de la explotación por fracking: aumentó el número de pozos a la vez que creció la presión de los equipos y la cantidad de agua, arena y químicos inyectados”, recuerda el especialista, y destaca que Vaca Muerta había paralizado todas sus operaciones en el marco del aislamiento obligatorio decretado por la pandemia de Covid-19, y que el reinicio de las actividades coincidió con la racha de sismos.
“Los geólogos –concluye Grosso– te van a decir que hay sismos en todo el país, pero que en lugares alejados de la Cordillera de los Andes como son Añelo y Sauzal Bonito, tengas un foco sísmico cuando no hay antecedentes en la historia, obliga a pensar que no es que el fracking haya incrementado la actividad sísmica en Vaca Muerta, sino que es precisamente el fracking el que activó sísmicamente la zona”.
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