El legislador socialista "marica" cree que lo ocurrido este sábado puede impedir que prosperen proyectos contra la figura penal de femicidio. "La sociedad está harta de que este tipo agreda", dice sobre el presidente.
-¿Te sorprendió que Milei use un foro económico para agredir a la comunidad gay?
-Nosotros ya estábamos trabajando en una denuncia por el tuit de «Zurdos hijos de puta tiemblen» entendiendo que eso constituye una amenaza grave, la más grave de parte de una presidente desde el retorno de la democracia, y el jueves a la mañana aparece Davos. Tiene que ver con un envalentonamiento de Milei en su discurso a partir de la asunción de Donald Trump, porque el mandatario norteamericano en su primera gestión no había tomado un discurso anti género tan radical, y ahora aparece con un discurso más radicalizado, mucho más violento, y eso le dio una espalda a Milei para sentir que era el momento de quemar todas las naves y terminar de salir del closet cavernario en el que estaba. Estos autores como Nicolás Márquez y Agustín Laje, que en otros países de Latinoamérica, como Perú o Ecuador, son un fenómeno bastante importante y venden muchísimos libros, no replican su éxito en Argentina por nuestra idiosincrasia, por nuestra historia, por el proceso de salida de la dictadura de la mano de la memoria y los juicios, del concepto que se tiene de los Derechos Humanos. Por eso nunca prendió, de hecho sigue sin prender, aunque aparece sobre representado en los medios. Milei, Laje y Márquez quieren dar esta «batalla cultural», como la llaman, porque la saben perdida. Por eso intentan imponerse a través de los gritos.
– ¿Fue un mal cálculo del libertario, entonces, haber abierto esta puerta?
– Milei eligió un foro que es casi un grito por la amplitud y la visibilidad que tiene para poder compensar la debilidad conceptual, biológica y empírica que tienen las ideas que plantea. Milei tenía como fundador de La Libertad Avanza una identidad económica que era dolarización, el achique y ajuste del Estado, menos impuestos, la motosierra, y le sirvió en campaña porque la demanda electoral era económica. Se pedía que se ordenara la economía, y frenar la inflación para que pueda haber una perspectiva y planificar hacia adelante, pero claro le faltaba la narrativa social. No midió que el 70% de la sociedad apoya los derechos y sigue creyendo en la sociedad democrática. Ahora, ese 70 por ciento tiene distintas intensidades, pero cuando se lo provoca sale. Él es un personaje visible, excéntrico y llamativo de la extrema derecha que por supuesto se lo ve con atención. Pero después del discurso de Davos también es un presidente mundialmente conocido por la marcha que se va a hacer en su contra, porque se pasó varios pueblos. Lo que hizo choca con parte de su electorado joven que lo ve a él como una celebrity, con los pelos locos, con la carpetita, les llama la atención y lo consumen en tiktok porque tira frases cortas, pero es un electorado que no apoya mayoritariamente la mirada restrictiva de los derechos, no es un electorado anti LGBT.
-¿Cómo lograron organizar esta movilización tan rápido?
-Milei eligió mal la batalla porque se metió con las maricas, que somos un colectivo muy organizado, resiliente y resistente. Sobrevivimos a la persecución nazi, a la persecución de la iglesia, a los grupos que decían que éramos enfermos y nos querían curar. Sobrevivimos en tiempo real a los 70 países donde ser gay, lesbiana, bisexual o trans es un delito de años de cárcel o pena de muerte. Hubo una reacción muy rápida porque es un grupo que está acostumbrado a reaccionar así, porque las agresiones son brutales porque la violencia es brutal y nosotros salimos. Después hay otros que colaboran muy prestos y rápidamente con el opresor, en este caso Milei, como los diputados gay o Flavio Mendoza que salieron a explicar que Milei no quiso decir lo que dijo, ellos son personas del colectivo, pero no son representativos. Como éste es uno de los colectivos que más palos se ha comido y de los que más afuera estuvo la sociedad, sintetiza un decir “basta, hasta acá”, con mucha amplitud para convocar dentro de los colectivos sociales, sindicales, políticos y de derechos y poder plantear una acción directa concreta que es esta marcha, para que sea sentida por toda la sociedad democrática Argentina. En todas las ciudades explotó, se multiplicó por 6 la cantidad de gente que no es militante pero que se sintió interpelada y quería hacer algo. La sociedad democrática argentina está harta de que este tipo agreda. Ahora eso no quiere decir, sin pincharle el globo a nadie, que se genere la plataforma para un espacio electoral de manera directa, pero puede madurar en otro momento. Lo que sí se puso es lo que llamo un cordón democrático, en este caso parlamentario, un polo transversal que frene al ministro de Justicia Mariano Cúneo Libarona de enviar el proyecto para quitar la figura de femicidio. Eso no va a pasar, no se toca. En el gobierno se dan cuenta de que se le erró al vizcachazo. «
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