En los carnavales porteños, las letras hablan

Por: Gabriela Figueroa

Mientras desde el Gobierno de la Ciudad desfinancian a estas manifestaciones populares, las murgas resisten con música, baile y versos que describen la realidad actual que vive la Argentina.

“Qué fuerte pesadilla que anoche a mí me dio, yo vi en la Patria mía bandera de otra Nación. Una voz me decía: ‘él será tu destrucción’. Y yo muy asustado, sin saber que pensar, pensé que el trastornado mucho no iba a durar. ¿Qué le pasa, qué le pasa a mi Nación? ¿Qué le pasa, qué le pasa que no arranca? ¿Y qué pasa con la propia población? ¡Se le ríen en la cara y se la banca!”.

Los banderines anticipan el corso. Se cuelgan en las intersecciones de un punto neurálgico en los barrios porteños. De a poco se monta un escenario en el que se prueba el sonido mientras algunos murgueros acomodan sus trajes, máscaras y estandartes para adueñarse de la calle. Supieron ser más de 100. De ellos, 22 estaban en el circuito oficial creado por el Gobierno de la Ciudad para acompañar una expresión de arte callejero imparable. Desde hace varios años, sin embargo, las diferentes gestiones del PRO socavan esta manifestación popular y pretenden sacar los carnavales de las calles.

La administración actual, en poco más de un año de gobierno, redujo el circuito oficial a 8, con un presupuesto mínimo. Sin embargo, dentro y fuera de ese circuito, las murgas florecen y expresan en sus letras la voz de un pueblo que resiste. Y sobre todo, se encargan de relatar, entre bailes y redoblantes, la actual realidad argentina, donde «la libertad» y la crueldad avanzan. Un país que es una fiesta para pocos. En las dejadas calles porteñas, las letras hablan.

Ya lo vivimos

Camila Labate es bombista en la murga Cachengue y Sudor que ya tiene 30 años de existencia. Está integrada por 40 personas de todas las edades. Dice que están en la triple frontera entre Caballito, Paternal y Villa Crespo. Desde una plaza se anima a cantar un fragmento que reversiona un tema de Wos (Gato Negro). Entona: “Se quieren hacer los distintos, nos meten en su laberinto/ yo ya la ví, ya la viví, esto es liberalismo./ En 2001 nos fundieron y vuelven los mismos/ Salimos con trueque y organización/ Las Madres y Abuelas siempre dando una lección/ nos heredan esa ronda y vivir con convicción/ defender que siempre es pública la salud y educación”.

Al momento del show, la murga tiene una estructura básica de llegada y presentación; crítica, saludo y retirada. Cada momento cuenta con su música, letra, glosa y coreografía: “cada año hacemos una juntada para hablar y definir el tema del espectáculo de carnaval y, en base a eso, las canciones. Esta vez nos llevó varias juntadas. Para lograrlo hacemos diferentes actividades disparadoras y dinámicas”. En esta murga no hay letristas definidos sino que cada cual puede proponer un ritmo o una letra. “La crítica de este año pasó así, se escribió en una plaza con un grupo más chico que había ido al ensayo y se quedó pensando”, señala. 

Cachengue y Sudor eligió como tema del Carnaval 2025 a las redes sociales y el algoritmo: “nos llevan a aislarnos en vez de organizarnos y encontrarnos”, apunta la joven. El espectáculo propone un diálogo entre dos personajes que se quejan de que ya tienen más de 30 años y que comenzaron a tener dolores de rodilla o de panza. Ahí los interrumpe el coro y empieza: «Ya estás pensando que era por la edad/ pero en ese cansancio hay algo más/ ya estás pensando que era por la edad/ que extraño esto de la libertad, bebé”, al ritmo de Ca7riel y Paco.

“A veces, cuando cantás, te das cuenta de los que no están de acuerdo con vos políticamente. Te ponen alguna cara, pero en general hay mucho reconocimiento porque hablamos de las cosas que nos pasan a todos: no llegar a fin de mes, que este es un mundo que nos duele, que es un mundo injusto”, detalla. No obstante, a pesar del fuerte contenido político de algunas canciones, el espectáculo también pasa por lo divertido: “lo que interesa es estar juntos, pensemos o no lo mismo, organicémonos con respeto”.

Respeto por la memoria

Arturo Manzaneda es contador público, tiene dos hijos que lleva a los corsos cada febrero y, dice, nunca dejará la murga. Es letrista y canta en el escenario con Los Cometas de Boedo desde hace más de 15 años pero desde antes también bailaba en las calles con los murgueros: “cuando se creó esta murga todo se hacía a la vieja usanza. No existía la organización del carnaval que hay ahora, ni comisiones ni presupuesto. Las murgas salían a venderse a los corseros”. Es de las pocas que quedaron en el circuito oficial.

Los Cometas de Boedo se fundó en 1959. Es una de las murgas más antiguas de la ciudad. La integran entre 200 y 250 personas de todas las edades. Hay generaciones murgueras que nacieron y se criaron entre los ensayos y los corsos de Los Cometas.

“Las letras casi siempre tenían un tinte picaresco porque las murgas, antiguamente, hacían humor y picardía, se usa el doble sentido. Hay murgas que son 100 % contestatarias y tienen un contenido más político. Nosotros queremos mantener el estilo tradicional, nos metemos con política pero no tan a fondo, aunque sí más en los años de elecciones”, señala.

Esta murga nació de la inquietud de 8 amigos de entre 12 y 14 años que hicieron historia. Por eso, en este 2025, decidieron recuperar una canción que dice: “La trayectoria es el legado/ de lo más grande que heredamos/ es el respeto por la memoria/  que aquellos pibes nos entregaron”.

La batalla cultural también son los corsos

“Qué le pasa a mi Nación/ qué le pasa que no arranca/ y qué pasa con la propia población/ se le ríen en la cara y se la bancan/ Le bajan el salario y nada/ Le esconden la inflación y nada. / La rajan del laburo ¡y nada! / Le aumentan gas y luz ¡y nada!”, entona Estela Calvo, letrista de cuplé en La Redoblona, una murga fundada en 1997 en la sede de FM La Tribu, en Almagro, de la que forman parte 50 personas de diferentes edades.

Estela cuenta que el esquema de murga rioplatense tiene dos instancias: el cuplé en el escenario y otra más de barrio porteño. “La parte del cuplé es una especie de forma teatral de integrar uno o varios temas con canciones, es algo que sucede como teatro. Así hemos hecho varios homenajes, como al Diego”, destaca.

Este 2025 La Redoblona no fue autorizada a hacer el carnaval pero consiguieron permiso de festival para ocupar la calle este fin de semana. El tema elegido para el espectáculo salió de los plenarios. Se trata de un símil “Bailando por un sueño” al que acuden funcionarios públicos: “Se presenta Pato Bullrich, le cantamos Pato bonito, y dice: ‘Juego con los niños y no soy violenta /Ellos con espuma…’ y el coro contesta: ‘Ella gas pimienta. Desde ya les digo/ ojo a los narcos/ les dejo la merca…’. Y el coro contesta: ‘les confisca el talco‘”.

Para Estela, que el arte de la murga sea callejero es esencial, ya que le da un sentido de pertenencia a la gente en los barrios: “tenemos murgueros desde los 5 a los 70 años. Eso también es anticapitalista, un lugar en el que todas las edades construyen algo juntas, es maravilloso”.

De manera colectiva, con arte y solidaridad, la defensa de las murgas cobra importancia en los barrios: “es defender la cultura propia. Hay una batalla cultural claramente asumida en este momento. De hecho, al carnaval lo están desfinanciando porque ya ni se puede cortar la calle”. «

Patrimonio de la Ciudad de Buenos Aires

Las murgas porteñas fueron declaradas Patrimonio Cultural de la Ciudad en 1997. La Ley 52.039, que sigue vigente, establece que el gobierno porteño debe propiciar las medidas pertinentes para que las asociaciones y agrupaciones artísticas puedan prepararse, ensayar y actuar durante todo el año en predios locales. Y debe promover la organización de corsos en los barrios donde las agrupaciones desarrollen sus actividades. En la actualidad, el jefe de gobierno Jorge Macri propicia que los corsos sean realizados en un establecimiento y no en los barrios. La normativa también señala que debe asignarse una partida presupuestaria específica. En la actualidad, se redujo
a un 0,01%.

Algo nuevo todos los días

Héctor “Pichi” Roterio acaba de cumplir 70 años. Se siente un “pendejo”, aunque reconoce que entró de lleno en el ámbito murguero “de viejo”, pasados los 40. Es el director de Los Caprichosos de San Telmo, una murga fundada en 1997:
“siempre quise salir en la murga, pero mi vieja no me dejaba porque para muchos sectores de la sociedad siempre fuimos y somos drogadictos, pendencieros”. Y aclara: “Acá, todo lo contrario. Nuestra consigna es no droga, no violencia. Eso no quiere decir que seamos una carmelita descalza. No somos psicólogos, ni sociólogos para tratar el tema de las adicciones. Ponemos límites, y mientras estén esos límites, está todo bien”. Desde sus inicios, su murga fue un “ambiente de contención social». La primera vez que actuaron, en el ’98, eran 43. En el Corso de los Vecinos Sensibles de Palermo. Ninguno tenía guantes, moños ni galera, era una «murga paupérrima… pero hoy estamos entre las 15 o 20 primeras”, resume orgulloso.
Para esta edición de los carnavales, aún no pudieron cerrar una letra: “este gobierno te da para escribir algo nuevo todos los días. Hernán, nuestro letrista, arrancó con una crítica de algo que ya ni me acuerdo, luego vino el fuego de la Patagonia, y ahora saltó lo de las criptos. Lo que pasa que si bien son críticas, la gente tiene que sonreír también”. Una canción es “Ni una menos”, que lamentablemente no deja de ser actual: “A esta sociedad machista, criticamos los murgueros, cantamos por las mujeres, y por todos sus derechos. Vamos a criticar a todos, mamá, La cosa está que arde, el que maltrata mujeres, mamá, más que macho es un cobarde”.
Dice que en estos años quien más se ensañó con ellos es la gestión de Jorge Macri: redujeron los lugares y la cantidad de actuaciones de cada murga. A Pichi el contexto no lo acobarda: “Una vez que entras a la murga, te come, te absorbe, uno vive 7 x 24 hablando de esto, nos apasiona y tiene su gratificación».

Siguen los recortes de GCBA a los corsos de la Ciudad

El jefe de gobierno porteño, Jorge Macri, decidió recortar más de 10 corsos barriales en el último tiempo: pasaron de 22 a 8. La excusa se centró supuestamente en evitar el bloqueo de calles (a tono con el discurso de la Nación), además del casi inexistente presupuesto que el Ministerio de Cultura le asigna, que asciende a 0,01%.
“El carnaval es una de las tradiciones más antiguas que tiene la ciudad. Es un espectáculo gratuito para las y los vecinos. Es el evento más grande que se hace acá año tras año. Sabemos que hay a quienes no les gusta, pero somos la vacación del pobre y la alegría del pueblo, que sale a la calle a disfrutar de algo cuando no tiene mucho efectivo”, dijo a La Poderosa Christian Evangelista de Los Chiflados de Boedo.
Por su parte, Felipe Fiscina de Los Arlequines de la R apuntó a la responsabilidad de Macri: “se puso el objetivo de ganarle la pulseada de la derecha a Javier Milei. Estamos viendo para dónde va a caer la próxima bala. Ahora le tocó a las murgas, porque estamos en febrero. En marzo será la educación. Ningún habitante de CABA va a quedar exento de esta disputa”.

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