El dueño de X dice que publicará los "crímenes cometidos" por el juez Alexandre de Moraes, que ordenó bloquear la red por la negativa a bajar mensajes de odio y desinformación. Escalada desde principios de agosto. Lula se metió en la pelea: "¿Quién se cree que es?", dijo.
Los primeros escarceos se produjeron cuando el juez ordenó bajar contenidos racistas y de grupos extremistas que utilizan la plataforma para desinformar y difundir mensajes de odio. ADM se centró a principios de agosto en siete perfiles que responden al expresidente Jair Bolsonaro, socio ideológico de Trump. El antecedente para el togado es el intento golpista de enero de 2023, cuando partidarios de Bolsonaro coparon la Plaza de los Tres Poderes en Brasilia con el objetivo de forzar la destitución de Lula, que había asumido su tercer mandato la semana anterior. «La libertad de expresión no debe confundirse con el permiso para faltar el respeto a las leyes o promover ideales antidemocráticos», anotó el presidente del Tribunal Supremo de Justicia.
Sucede que Musk no solo es correligionario de Trump, sino de Bolsonaro y de cuanto discurso ultraderechista pulule en las redes. Y al igual que toda esa camada de magnates del siglo XXI de gran visibilidad publica en las plataformas digitales, el propietario de X se maneja en la Tierra como si tuviera un poder superior al de cualquier gobierno elegido por el pueblo. No son pocos los que le rinden pleitesía, como el argentino Javier Milei. Pero Lula no está entre ellos. «¿Quién se cree que es? No por tener mucho dinero ese tipo puede faltar al respeto; es un ciudadano estadounidense, no es un ciudadano del mundo, no puede ofender a los presidentes, a los diputados, al Senado, a la Cámara, al Tribunal Supremo. Tiene que respetar la decisión del Tribunal Supremo de Brasil», se ofuscó en una entrevista con la radio Rede Mais.
Como la orden no se cumplía, el 15 de agosto el juez triplicó la pena económica original por incumplimiento, que era de U$S 8900 por día. La respuesta de Musk fue levantar las oficinas de X en Brasil y trasladar a su responsable local al exterior. ADM ordenó, en consecuencia, designar un representante legal. Al no obtener resultados, salió la orden de bloqueo total, que se transmitió inmediatamente a la Agencia Nacional de Telecomunicaciones (Anatel). Mientras dure la prohibición, no se permitirá el acceso a X y los operadores de telefonía están obligados a bloquear las IP de la red social. Tanto Apps Store como Google Play Store tienen que bajar la aplicación. Cualquier violación a esta decisión implicará una multa, también de U$S 8900 diarios.
El magistrado bloqueó además las cuentas bancarias de Starlink, la empresa de satélites de Musk, para cobrarse las multas impuestas, que a esta altura sumaban unos 3 millones de dólares. El magnate respondió que «no cumplirá las órdenes ilegales para censurar a opositores políticos» y aseguró que seguirá prestando el servicio de conexiones de SpaceX de manera gratuita a hospitales, escuelas, al ejército brasileño y a los particulares que lo tuvieran contratado hasta ahora y mientras dure la clausura. No por gentileza, sino porque básicamente no puede cobrarles.
En un extenso fallo de 51 páginas, el juez fija posición en base a investigaciones de Sergio Arce García. El especialista de la Universidad Internacional de La Rioja (España) se explaya sobre los trabajos de la consultora Cambridge Analytica, dice ADM, en la “utilización de tecnología e inteligencia artificial en campañas políticas, narrando el éxito en las elecciones del Brexit (2016) y Estados Unidos (2016)”. Y menciona puntualmente la influencia de las técnicas desarrolladas por “Steve Bannon, que llegó a ser consejero del expresidente Donald Trump”.
No habla el titular del TSJ de que la empresa británica también tuvo un papel relevante en la elección argentina de 2015, como reconoció el CEO, Alexander Nix, ante una comisión investigadora del parlamento británico en junio de 2018. Pero sí afirma que Musk “pretende, claramente, continuar incentivando los posteos de discursos extremistas, de odio y antidemocráticos e intentar substraerlos al control jurisdiccional, con real peligro, inclusive, de influenciar negativamente en el electorado en 2024 con masiva desinformación, con el objetivo de desequilibrar el resultado electoral a partir e campañas de odio en la era digital para favorecer a grupos populistas extremistas”.
El 6 de octubre 155 millones de ciudadanos brasileños deberán elegir alcaldes y concejales de 5568 municipios de ese país. Un mes más tarde serán los comicios en Estados Unidos. ¿Alexandre de Moraes habla sólo de Brasil? «
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