Robert Habeck declaró que Berlín no puede dejar a Ucrania sola en la guerra ya que "también está luchando por nosotros".
Habeck insistió en esta idea y aseguró que «el pueblo de Ucrania está luchando con valor y sacrificio» por lo que resulta imperativo «apoyarlos con armas», según informó la agencia alemana de noticias DPA. Luego matizó el tono y señaló que el país tiene también «la responsabilidad de no convertirse en un objetivo» pero que está enviando a Ucrania «todo lo que es posible». Por ello, agregó que dicho suministro «no incluye hasta ahora grandes tanques ni aviones de combate». «El aumento de la violencia y la crueldad de la guerra también supone el aumento de la cantidad y la calidad de las entregas de armas. Pero lo estamos discutiendo con nuestros socios europeos y de la OTAN», dijo el ministro.
El Gobierno alemán está dividido en cuanto al suministro de armas pesadas a Ucrania: los políticos de Los Verdes y los liberales (FDP), que integran la coalición gubernamental junto a los socialdemócratas (SPD), están presionando para que se preste más ayuda a Kiev en forma de armas pesadas. «Ahora debemos empezar de una vez a suministrar a Ucrania lo que necesita, y eso incluye las armas pesadas», había declarado previamente en la emisora RTL el político de Los Verdes Anton Hofreiter.
El canciller alemán, Olaf Scholz, se mostró hasta ahora reacio a suministrar armas pesadas a Kiev, pero las diferencias constituyen una gran presión para el Ejecutivo alemán. Hasta ahora, Berlín autorizó entregas de material militar por valor de 186 millones de euros, según datos del Ministerio de Economía. Sin embargo, estos envíos de equipos a Ucrania fueron -según el diario Die Zeit.- más «tragicómicos» que útiles.
Primero fue el fiasco que representó el envío de 5.000 cascos militares, que se había decidido antes de comenzar la guerra. Ucrania no los quería en ese momento, pero «llegaron después del inicio de la invasión, cuando la situación sobre el terreno había cambiado drásticamente, haciendo que el equipo fuera aún menos necesario», continúa el diario.
La ministra de Defensa, Christine Lamprecht, decidió entonces enviar armas antitanques y dispositivos antiaéreos, pero optó por un equipo que en parte era demasiado viejo para ser útil. El Gobierno entregó misiles antiaéreos «Strela», fabricados en 1968, que son demasiado viejos para ser disparados con seguridad, según un informe del Ejército alemán de noviembre de 2021 y debían haber sido destruidos en 2014.
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