Pero la marcha era inexplicable, dada la diversidad de fuentes y la falta de direccionalidad. Como quizás no puede ser de otra manera. Porque lo primero que tenés que hablar, cuando se habla de la muerte por crímenes (en robo, por ejemplo), es de neocapitalismo. Cosa que parecería no estar ni en la cabeza de las personas que tanto protestan. Es imposible que haya un policía en cada uno de los casi 15 millones que hay en el país. No podés poner un agente en cada casa. Y aun así, se las van a ingeniar para que te roben. La seguridad absoluta es imposible en este sistema.
Con lo cual el pedido es inusitado. Porque, además, no estaba dirigido al poder, que brindaba un guiño. Aunque podría haber sido así, dirigido, porque el gobierno va a aumentar la peligrosidad de la vida. Porque el neoliberalismo, no sólo te mata de hambre, de desencanto, de tristeza, de desocupación, sino que hace que te maten.
Los números son ilevantables para toda esa caterva periodística mentirosa que inventó lo de la inseguridad, cuando había más seguridad que nunca, en los términos que se entienden como lógicos. Pero si hubo 4600 crímenes en el 2002, y se había bajado en los años últimos a 2800, no pueden decir que la inseguridad, como ahora, había aumentado, cuando en realidad había decrecido.
Van a volver esos años dolorosos. Un compañero de La Mañana, Gustavo Campana, acercó una frase de Alfred Swayze: Una fábrica más es una cárcel menos. Y es este un tiempo en el que todos los días hay peligro de cierre de fábricas, al tiempo que en la provincia de Buenos Aires se evalúa construir más cárceles. Que, ya sabemos, no son para los ricos.
Las matemáticas lo dicen: dejaron sin trabajo a 400 mil personas, que en algunos casos van a tardar años en encontrar uno nuevo. Hace horas, Juan Carlos Monedero nos decía que en España hay parados que hace años y años lo son, y que no consiguen empleo. Así, en algún momento, algo te llevás de algún sitio, porque tenés que comer, tenés que llevarle comida a tu familia… Y un día caés en la violencia del delito. ¿Cuántos son? Pocos, afortunadamente. Pero sólo el 0,5% representaría mucha gente, que un día tiene que salir a delinquir. Primero es el delito blando, el hurto. Después viene lo que a cada uno de nosotros nos pone frente a una especie de lotería.
Parece que estuviéramos haciendo un elogio de la violencia, pero no: estamos haciendo una comprensión de la violencia. Porque la primera violencia es la que roba a los que después te roban.
Justamente ese día de la marcha, casi al mismo tiempo, al lado del ministro de Trabajo, Jorge Triaca, aparecía su vicejefe de Gabinete, Mario Quintana. Es el tipo que viene a decirle a la gente que tiene un bonito miserable. El mismo que tenía apuro por fijar el dólar alto, o sea que empujó la decisión para que la Argentina perdiera 55 mil millones de pesos. Para hacer negocio él. Magnetto y Quintana son los que más ganaron, tal vez 40, 50 millones cada uno. Si esperaban tres meses, el país se salvaba de perder esa plata. Pero claro, no habrían hecho negocios personales. O si el juez Claudio Bonadio fallaba que no se pagara. O Federico Sturzenegger impedía que se pagara. Mil caminos tenían. Pero no. Se robaron ese dinero. Son unos ladrones.
Porque, además, una de las funciones de Mario Quintana, según la propia web del ministerio, es colaborar en la gestión del financiamiento externo y las relaciones con los organismos multilaterales de crédito. ¿El vicejefe del gabinete de Trabajo es el que debe dedicarse a eso y no un funcionario de Economía? ¿No es extraño? Más aun si se tiene en cuenta que su hermano, Norberto Eladio Quintana, hace 14 años es uno de los socios en el estudio Holland & Knigh, con sede en Nueva York, que asesora a las provincias en la colocación de la deuda en el exterior. Millones de dólares se llevan.
Esa es la gente que viene a decirte que lo único que te pueden dar es un bono de mil pesos. Alguna vez la gente se calienta. Eso provoca enojo, es revulsivo. Y si sos un tipo de 28, 30 años al que han crucificado en vida, que no tenés para darles de comer a tus hijos, y un pibe te llora de hambre toda la noche, y en un momento, en la televisión ves que la vida es asombrosa, decís: ¿para qué me trajeron a un mundo tan injusto?, ¿quién lo hizo de esta manera?
Por eso es de una justicia irreparable para la gente que levantó la voz ante las Madres de Plaza de Mayo, justamente ante ellas. «
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