«El Pedagogo», un héroe político para una original novela de suspenso

Por: Pablo Taranto

La saga de Diego Manusovich enfatiza la centralidad de la educación como motor de transformación social.

Derechos vulnerados, libertades recortadas, poderes corporativos que coartan la voluntad de las mayorías, y en medio de ese paisaje hostil, cuyo germen parece fermentar en muchas sociedades, también en la nuestra, un argentino, de profesión educador, se aboca a descubrir una fórmula novedosa de democracia. Esa es la audaz trama y el peculiar personaje que traza Diego Manusovich en El Pedagogo, una original novela política de suspenso –en rigor, ya una saga, con dos libros publicados, otro a punto de llegar a las librerías y el anuncio de tres volúmenes más–, que rescata la tradición de las antiguas novelas filosóficas e indaga en la necesidad de generar herramientas pedagógicas como motor de profundas transformaciones socioculturales. 

En diálogo con Tiempo, el autor explica por qué eligió este género narrativo para rescatar la centralidad del concepto de  reflexión colectiva como instrumento de cambio. “Como muchas personas de mi generación, me formé en un ambiente que podríamos llamar épico. Consumimos El Zorro, el Llanero Solitario, me refiero a personajes de ficción para los cuales la justicia tenía un valor de trascendencia. Todos los libros de la saga de El Pedagogo están dedicados a los héroes de mi infancia, porque es en ese lugar donde está el punto de fuga que funda la mirada hacia el otro, más allá, desde luego, de la matriz familiar y los valores que nos inculcaron nuestros padres o nuestras militancias juveniles.

Respecto de la construcción de una narrativa en secuencia de novela humanista, creo que es su protagonista, que está pensando en cómo generar justicia social y desarrollo colectivo y que en cada capítulo busca resolver un dilema nuevo, el que le da sentido al recurso literario. En todos los casos, el profesor Troy Helguera intenta descifrar las claves de un problema social y convertirlo en una propuesta de desarrollo humano, pensando en un lector que sea capaz, a través de la reflexión, de poner en acto pequeñas decisiones enfocadas hacia el bien común”. 

–Helguera es, entonces, un héroe político. ¿Qué punto de contacto tiene el personaje de El Pedagogo con el concepto de militancia en pos de una construcción colectiva?

 –Este personaje está atravesado por la idea de lo colectivo. Por eso no es un Sherlock Holmes, que resolvía problemas privados. En todo caso sería un Holmes comunitario, que se mueve en función de dilucidar los modos de reparar la idiosincrasia cotidiana. Es un profesor sesentón, retirado, con todos los tics de un hombre mayor pero con una larga experiencia pedagógica puesta al servicio de lo colectivo. Los enigmas que debe resolver son de índole política y social, lo que busca en cada caso es la llave idiosincrática que permita que un pueblo reflexione sobre determinada práctica y pueda cambiar su destino. 

–El primer libro pone en discusión la crisis de representación de las democracias occidentales y los mecanismos de obturación de la participación ciudadana

–El primer libro está ambientado en una Francia imaginaria y no tanto, conmovida por la derecha xenófoba, adonde Helguera es convocado por un joven candidato a presidente que quiere recuperar terreno para la participación ciudadana. Estamos de acuerdo en que la democracia es el mejor sistema político que conocemos, pero hoy está mostrando sus debilidades, con gobiernos que ceden ante los embrujos del capital y los poderes fácticos, en los países centrales y en todo el mundo. El Pedagogo busca entonces reformular el modo en que la política o un político en particular puede compartir y hasta vivenciar con la población, con cada familia, sus valores, sus ideas de cambio. Y más aún, el modo en que, a través de herramientas que en el caso de la primera novela son tecnológicas, se puede pensar una administración de los recursos de la democracia en manos del propio ciudadano, una suerte de asamblea permanente online para pensar nuestros destinos como una forma superadora de la representatividad política. La idea de una plataforma de ciudadanía compartida. 

–Su novela habla de cambio, que es un concepto hoy arrebatado por el marketing político de la derecha. ¿Cómo se lo recupera para el campo popular? 

–Está claro que hay cosas que no deben cambiar, valores que deben preservarse, y otras cosas que sí, todo aquello que conspira contra la convivencia humana en estas sociedades tan desiguales. La palabra cambio es maravillosa, si pensamos en cambiar un mundo en guerra por un mundo de paz, si nos afanamos en detectar qué es lo que debe cambiar para ayudarnos a vivir mejor como comunidad, que es lo que pretende hacer el personaje de Helguera, usando herramientas pedagógicas desde una mirada humanista y creyendo que es posible enseñar la sensibilidad social. Atado a esos valores, al propósito de reivindicación de lo público y lo colectivo, y del Otro que es nuestro espejo, el cambio siempre trae equidad y justicia. 

El primer libro de la saga de El Pedagogo fue presentado recientemente en el Instituto Patria, con la presencia de Manusovich –quien acredita él mismo una vasta experiencia como creador de soluciones pedagógicas para instituciones–, el ex ministro de Educación Daniel Filmus y el político y también docente Leandro Santoro. Ese primer volumen (subtitulado Nace un héroe político) inaugura las aventuras del profesor Helguera, quien en los siguientes libros se ocupará de elaborar respuestas educativas a los dilemas de la representación política pero también al complejo abanico de conflictos culturales que atraviesan las sociedades de este siglo.

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