El Pontífice se encontrará con indígenas, campesinos, exguerrilleros y militares en Villavicencio que padecieron la violencia en estos años.
Al hijo de Elizabeth lo reclutaron los paramilitares y a Alcides lo forzaron a huir de su tierra. El Papa pondrá a las víctimas del conflicto armado en el centro del mensaje de reconciliación que enviará este viernes desde Colombia.
Francisco tendrá la cita más importante de su visita de cinco días al país: una gran oración por la paz en la ciudad de Villavicencio, la capital de una región que fue escenario de brutales choques en el marco del conflicto armado de más de medio siglo.
Antes oficiará la segunda misa al aire libre tras haber congregado a cientos de miles de personas el jueves en Bogotá.
El obispo de Roma, que pidió a los colombianos huir de la venganza y el odio, apoyó decididamente el acuerdo de paz firmado en 2016 entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las comunistas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
El Pontífice argentino se dirigirá y escuchará las voces de indígenas, negros y campesinos, así como de exguerrilleros y agentes estatales enfrentados por décadas.
Una imagen del mutilado Cristo de Bojayá será llevado al encuentro con el Papa.
La figura religiosa, sin brazos ni piernas, quedó semidestruida por un artefacto explosivo lanzado por guerrilleros contra una iglesia donde se refugiaba una comunidad negra en medio de un combate entre las FARC y paramilitares en 2002: 79 personas murieron.
Entre la multitud que encontrará Francisco estará Elizabeth Cometa, una mujer morena con pecas en la cara cuyo hijo fue reclutado a la fuerza por paramilitares cuando aún era menor de edad.
Con él no volvió a encontrarse sino hasta mediados de la década pasada, cuando estas milicias de ultraderecha se desmovilizaron.
«Un hecho de estos deja marca en nuestros corazones, en nuestras vidas, esperamos que este primer paso hacia la reconciliación nos sirva para sobrevivir», dijo esta mujer de 57 años.
El reclamo indígena
Elizabeth optó por perdonar y ahora encabeza la ONG Forjando un futuro por la paz, que reúne a una veintena de organizaciones, principalmente de mujeres violadas por actores armados en el departamento del Meta, del que Villavicencio es capital.
«Aceptamos dar el primer paso de reconciliación y paz», explicó Cometa, quien asistirá a un encuentro de oración con pañuelo negro en señal de luto.
Pero no todos los afectados por los enfrentamientos comparten su postura.
Alcides Mejía, un indígena del pueblo zenú, ubicado en el noroeste del país, recorrió Colombia de un extremo a otro para «reclamar» ante Francisco los derechos de los pueblos aborígenes.
«Estamos luchando por nuestros territorios, tenemos muchos indígenas desplazados desde hace 500 años y (somos) discriminados por el pueblo colombiano», explicó este guardia indígena con bastón de mando en mano.
«Los indígenas nunca serán arrodillados ante el papa», remató Mejía, cuyo territorio en el departamento de Antioquia ha sido por años zona de disputa de «todos» los grupos armados.
Medioambiente
Como Alcides, unos 1.500 indígenas de todo el país asistirán a los actos del papa en Villavicencio, la segunda ciudad después de Bogotá que visita el pontífice.
De ellos, 102, en representación del mismo número de etnias existentes en el país, le harán un pasillo de honor a Francisco en su ingreso a la misa, a la que se espera asistan medio millar de personas.
Las comunidades indígenas le entregarán un bastón de mando como símbolo de guardián milenario de la madre tierra y de los pobres.
«Queremos que el papa ayude al mundo a que se proteja el agua, a que se proteja a los pueblos indígenas», dijo Luis Alfredo Acosta, coordinador nacional de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC).
Francisco, que ha centrado su pontificado a la lucha por los pobres y la defensa de la naturaleza, brindará un mensaje para preservar la Amazonía.
En Villavicencio, Francisco también sembrará un árbol como símbolo de la paz y beatificará al obispo Jesús Emilio Jaramillo y al sacerdote Pedro María Ramírez, muertos en diferentes circunstancias de la violencia política colombiana.
Se prevé que en algunos actos haya excombatientes de las FARC, que fue la principal guerrilla de América y que ahora convertida en partido político envió un saludo «efusivo» al pontífice por su visita.
«La única condición que puso el papa para visitar Colombia es que se firmara el acuerdo de paz con las FARC», dijo a AFP Camilo Chaparro, experto en el Vaticano.
Tras el pacto con las FARC, Colombia busca la «paz completa», por lo que el gobierno negocia ahora con el Ejército de Liberación Nacional (ELN, guevarista), última guerrilla activa del país.
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