Entrevista a Bernardo Reyes, sobrino nieto y biógrafo de Neruda. Lo recuerda como una persona normal, llena de juguetes y, a la vez, como una de las mentes más importantes del siglo XX.
-¿Cuál es su primer recuerdo de Pablo Neruda?
– Bueno, yo me crie prácticamente en la misma casa, en la casa aledaña donde se criaron Neftalí (Neruda) y sus dos hermanos. En ese mismo patio nosotros también nos criamos, en Temuco, en el barrio Estación. De manera que ese era un lugar al que siempre regresó el poeta desde que tengo conocimiento. Los primeros recuerdos que tiene la familia es la llegada de personajes célebres como Rafael Alberti, cuando estaba en la Argentina, por nombrar alguno. Yo después lo recuerdo desde pequeño, siempre que regresaba, porque siempre con algún motivo regresaba a su casa natal.
-¿Cómo era su relación de sobrino con él?
– Yo conocí su casa La Chascona cuando tenía unos 8 o 10 años, fue la primera vez que vine a Santiago, entonces era todo como una especie de sueño. Y la casa me pareció como de juguete como una cosa extraña. En Temuco lo vi durante las dos campañas que hizo para Salvador Allende y siempre lo vi como una persona tranquila. No recuerdo haberlo escuchado nunca en una conversación literaria. Es decir, era la persona más normal del mundo. Claro, hay que definir también un poco esa normalidad porque era también ya por ese tiempo un hombre bastante célebre, de manera que su llegada al sur era una pequeña revolución. Pero por lo general yo lo vi siempre muy natural, claro me llamaban la atención esos pequeños juguetes que traía de alguna que otra parte, pero nada que me hiciera pensar que él era un personaje, sino simplemente una persona.
-Usted es un biógrafo de Neruda, ha escrito libros sobre pasajes muy poco conocidos de la vida del poeta – ¿Qué descubrió en ese viaje de investigación que hizo sobre su propios ancestros?
-Bueno uno puede forzar un poco las cosas y decir yo voy a escribir acerca de un personaje más o menos connotado de mi familia. Pero aquí el asunto era otro, yo lo digo con toda sinceridad. Aquí hubo un momento que fue bastante brutal, que fue el golpe militar, mi padre tenía una panadería por aquel entonces. A los poco días llegaron los milicos de la Fuerza Aérea con intención de provocarlo y meterlo preso. Luego le cerraron el negocio para hacer que quiebre o se funda. Buscaban cualquier motivo. De manera que estando en la Universidad con mi mujer tuvimos que ver todas estas amenazas solapadas, las amenazas por teléfono, las persecuciones. En fin, nada nuevo, todo muy similar a lo que ocurrió en la Argentina también. Pues la brutalidad fue tremenda y el hecho de ser familiar de Pablo Neruda hacía que la cosa tuviera dos caras. Una, que era difícil que nos tocaran, pero era casi imposible que no nos amedrentaran. Entonces siempre estábamos un poco imposibilitados de tener trabajos estables. Porque el fascismo es así, el fascismo a las personas que son socialmente anónimas las mata, para amedrentar a la población. Me empecé a dar cuenta que era una época diferente, en la que había muchas cosas que estaban destinadas al silencio. Ahí se empezó a armar una historia que sea más creíble un poco la propia biografía y ahí toqué el tema de cómo se estructuró la familia y los apellidos.
-¿Continúa investigando sobre la vida de Neruda?
– Yo creo que el tema de Neruda es un tema particularmente absorbente. Con todo respeto a los grandes estudiosos que hay sobre Neruda, creo que el Nerudismo es una especie de fanatismo religioso, de autoflagelación porque es un universo tan grande que finalmente uno termina dedicándole todo el tiempo al estudio. Es tan inmensa la vida y obra de Neruda que sencillamente resulta absorbente y hay gente que sigue detalles con una rigurosidad que asombra.
-¿Cuál es el gran legado nerudiano?
– Su extensa obra. Que críticos anticomunistas norteamericanos definieran a Neruda como una de las obras cumbre a la literatura mundial. En todos los idiomas. Neruda fue nombrado, junto con Chaplin, Gandhi, Kennedy, como uno de los personajes más destacados del siglo XX. Más destacado no sólo por su obra poética sino por su presencia política y artística. Yo puedo opinar como escritor acerca de lo que me parece relevante, qué lo hace tan trascendente. Yo pienso que cuando uno se enfrenta a sus primeras obras, es decir a Veinte poemas de Amor y Residencia en la Tierra y si no hubiese escrito ninguna cosa más que esas dos obras, sería igualmente tal vez el mismo poeta trascendente. Va a ser como el Shakespeare del siglo pasado. Cuando escribe Veinte poemas de Amor, que está influenciado en Sabat Ercasty, el poeta Uruguayo, la expresión que logra es única, es una expresión contenida en un lenguaje conversacional y con una carga de lirismo propio de las épocas anteriores. De manera que resulta bien impresionante que esa obra estaba empezándose a escribir cuando el poeta tenía como trece años. Y nace paralelamente con esa precocidad con Residencia en la Tierra, los primeros esbozos están en una etapa muy adolescente de Neruda. Y los poemas de Residencia en la Tierra tienen una densidad criptica, una profundidad que prácticamente no ha sido nunca superada. Y es con esos poemas que Neruda logra primero ser conocido en Buenos Aires en el año 1933 y luego posteriormente en España. Ahora, a todo esto yo agregaría luego el Canto General, hay una cosa muy simbólica, cuando el Che Guevara cae en Bolivia le encuentran sus diarios y el único libro que encuentran es Canto General. Es decir tiene que ver absolutamente con lo que es toda América Latina, sus luchas, sus esperanzas, su historia, su cosmovisión.
-Usted encuentra en 1996 una copia de Cuadernos de Temuco, algo inédito.
– Así es, el original se había subastado en la casa Sotheby´s de Londres y yo revisando vieja documentación encontré una copia. Y la verdad es que tan inédito no era porque algunas versiones ya se conocían de algunos poemas. Pero lo interesante no es el tremendo valor literario que tienen esos poemas sino la actitud que tiene el creador frente a su obra. Las fechas por ejemplo dan cuenta de cómo el poeta está a diario experimentando nuevas formas de dominar el lenguaje y cuando no puede y no encuentra las palabras recurre a neologismos, a invención de palabras, por ejemplo trigaladas, cuando no doma el lenguaje. Cuando uno lee estos poemas que fueron escritos cuando él tenía trece años y fueron algunos publicados en el diario La Mañana, el primer diario de Temuco, que era de un hermanastro de Neruda, ahí viene la verdadera sorpresa. Cuando uno lee con calma esos textos, cuando se va dando cuenta de la actitud que él tiene, la perseverancia que tiene frente a su propia obra que está creando.
-¿Siente un peso a la hora de escribir siendo usted sobrino de Neruda?
– Es sinceramente una cuestión desfavorable en ese sentido, pero es una etapa temprana más bien, donde uno tiene que entender que las circunstancias de cada cual son las circunstancias que le toca vivir nomás. No tiene nada de desventajoso ni de ventajoso tener determinadas circunstancias.
-¿Qué libro le recomendaría a alguien que nunca haya leído a Neruda?
– Supongamos alguien que nunca ha tocado un libro de Neruda, un niño de 10 años por ejemplo. Bueno yo pienso que un libro muy entretenido para un niño así sería El libro de las preguntas, un libro esencial para los párvulos porque es una mirada completamente ingenua e infantil de un hombre mirando el mundo que lo rodea y se hace las mismas preguntas que se haría un niño. Lo interesante es que este libro lo escribió antes de morir, es decir ¿cómo el hombre ya enfermo en su lecho de muerte logra con tanta exactitud, con tanta transparencia sobre su propia memoria, escribir un libro de ese tipo?. Las distintas etapas de Neruda van mostrándonos una posibilidad de lectura diferente.
-Alguien dijo alguna vez Para Pinochet, Pablo Neruda valía más muerto que vivo. ¿Está de acuerdo con esa afirmación?
– No hay como una respuesta taxativa a qué validez hubiese tenido para un dictador, ignorante, con poca proyección en un tiempo, si el poeta hubiese estado vivo o si el poeta hubiese estado muerto. No creo que ellos hubiesen tenido la facultad, por su incapacidad intelectual, de pensar en la trascendencia de un hombre de esta envergadura. Por lo que más bien creo que ellos tenían y tuvieron, porque eso sí que lo vi, es temor de meterse más allá de lo que ellos podían. Eran días bien brutales los de la dictadura, pero yo creo que era extraordinariamente difícil que hubiesen hecho una persecución más allá de la que le hicieron. Matilde Urrutia me contaba con mucho lujo de detalles cómo fueron aquellos días. Por ejemplo hay una cuestión muy difundida que es cuando llegan a allanar Isla Negra. Todos cuentan que hubo un barco apuntando a la casa de Isla Negra y eso es inexacto, lo que sí hubo fue un allanamiento que hicieron desde una comisaría cercana, Matilde y Neruda conocían al Comisario y el tipo cuando llegó estaba bastante avergonzado. Ese fue un allanamiento cordial porque tenían mucho temor de ser más imprudentes de lo que ya eran. Había ahí una especie de respeto y de temor, pero había también que dejar largar a los perros. Y una de las cuestiones que hicieron fue decir ¨nosotros no hemos hecho nada de esto¨ pero dieron las condiciones para que la casa de Santiago la saquearan. Entonces llegaron los tipos, se metieron, saquearon la casa, la destruyeron, la trataron de quemar y no sé por qué no se quemó. Y la casa de La Sebastiana, esa la saquearon entera, la destrozaron y Matilde quería dejarla tal cual para que quedara como símbolo de la barbarie. Felizmente luego la Fundación consiguió los recursos y la restauraron. Es difícil saber qué es lo que hubiese pasado. Yo creo que habría que imaginarse al poeta con alguna capacidad física de oponerse y Neruda ya desde el 71 enfrentaba problemas de salud, estaba muy enfermo. Porque una dictadura en sí es la muerte del poeta.
El mediodía se asoma en la ciudad de Santiago de Chile, Bernardo da un último consejo: ¨Vayan a visitar La Chascona a la mañana que hace menos calor¨. Él vivió varios años en la casa de su tío mientras fue parte de la Fundación Pablo Neruda. Luego se pone su sombrero, lanza una sonrisa que lo hace parecer mucho al gran poeta y se va caminando por las calles del barrio cultural Bellas Artes, perdiéndose entre la gente.
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