Otra más que se ocupa de la suerte de Pablo Escobar aunque esta vez a través del agente de la DEA que pudo descubrir el entramado del lavado de dinero.
Basada en una historia real, protagonizada primero y recreada en una novela después por Robert Mazur (que aquí interpreta Bryan Cranston), puede decirse que forma parte de una nueva ola de películas y series sobre Pablo Escobar (más que sobre el narcotráfico), que también integran Escobar, el patrón del mal (serie colombiana, 2012), Narcos (Netflix), Escobar: Paraíso Perdido (2014, Andrea Di Stefano, con Benicio del Toro).
El film cuenta cómo Mazur, agente de la DEA, hizo todo el trayecto necesario para infiltrarse en una banda de narcos ligada a Pablo Escobar; Mazur entra por el lado que mejor conocen en Estados Unidos: el lavado de dinero (así como Escobar conocía como nadie matar, torturar, meter miedo y comprar -todo junto o combinado- a poblaciones y hasta una Corte Suprema). Fiel representante del modo de vida americano (pese a no ser un republicano, protestante y blanco puro), Mazur está fielmente casado y enamorado de su mujer, pero en su actividad, que lleva años, necesita una cobertura, precisamente, para no serle infiel. Aquí entra en escena la belleza exótica (para ese ambiente) de Diane Kruger, quien hará las veces de esposa de Mazur. El film no adentra en detalles ni juega con las tensiones, salvo las que hacen a la situación general de riesgo de ser descubierto y sus consecuencias. Pero no en las fibras más humanas, que es donde este subgénero debería empezar a abrevar si es que quiere continuar con su éxito, más de público que de crítica.
Todo sucede durante la segunda mitad de la década del 80 (otra década que se intuye como originaria de la mayoría de los males -y algunas dichas- del mundo actual, y por eso la recurrencia de la ficción a recorrerla una y otra vez, inquietud que no se agota en los temas de las drogas, como bien entendió The Strangers). Mazur logra infiltrarse en el negocio que maneja Emir Abreu (John Leguizamo, probado actor narco) y consigue su objetivo, claro, que por eso puede hacer la novela y ahora, como dicen, haber supervisado el film.
Un buen entretenimiento sin novedades, y con una tendencia a la sobreexplotación de lo que ya son en el imaginario popular las figuras de Pablo Escobar desde lo real y Walter White desde la ficción, como para resolver sus falencias y sus temores para profundizar en las partes más inquietantes de la historia que cuenta.
El infiltrado (The Infiltrator. Estados Unidos, 2016). Dirección: Brad Furman. Guión: Ellen Sue Brown, basada en la novela de Robert Mazur. Con: Bryan Cranston, John Leguizamo, Diane Kruger. Benjamin Bratt, Amy Ryan, Jason Isaacs. 127 minutos. Apta mayores de 16 años con reservas
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