El fútbol, la pasión y el negocio en la mirada de Eduardo Galeano

Por: Eduardo Galeano

La editorial Siglo XXI acaba de publicar Cerrado por fútbol, que reúne una serie de textos futboleros del escritor uruguayo, fallecido en 2015. La recopilación, a cargo de su amigo, el periodista Ezequiel Fernández Moores.

En abril de 1997, cayeron acribillados los guerrilleros que ocupaban la embajada de Japón en la ciudad de Lima. Cuando los comandos irrumpieron, y en un relámpago ejecutaron su espectacular carnicería, los guerrilleros estaban jugando al fútbol. El jefe, Néstor Cerpa Cartolini, murió vistiendo los colores del Alianza, el club de sus amores.

Al mismo tiempo, en la ciudad de Montevideo, el municipio ofreció 150 empleos para la recolección de basuras. Se presentaron 26 748 jóvenes. Para recibir a semejante multitud, no hubo más remedio que realizar el sorteo de los puestos en el mayor estadio de fútbol, el Centenario, donde Uruguay había ganado, en 1930, el primer campeonato del mundo. Un gentío de desempleados ocupó el escenario de aquella histórica alegría. En vez de marcar goles, el tablero electrónico señalaba los números de los escasos jóvenes que encontraron trabajo.

Pocas cosas ocurren, en América Latina, que no tengan alguna relación, directa o indirecta, con el fútbol.

El fútbol ocupa un lugar importante en la realidad, a veces el más importante de los lugares, aunque lo ignoren los ideólogos que aman a la humanidad pero desprecian a la gente. Para los intelectuales de derecha, el fútbol suele no ser más que la prueba de que el pueblo piensa con los pies; y para los intelectuales de izquierda, el fútbol suele no ser más que el culpable de que el pueblo no piense.

Pero a la realidad de carne y hueso, este desprecio ni le va ni le viene. Cuando arraigan en la gente y encarnan en la gente, las emociones colectivas se hacen fiesta compartida o compartido naufragio, y existen sin dar explicaciones ni pedir disculpas. Nos guste o no nos guste, para bien o para mal, en estos tiempos de tanta duda y desesperanza, los colores del club son, hoy por hoy, para muchos latinoamericanos, la única certeza digna de fe absoluta y la fuente del más alto júbilo o la tristeza más honda. «Racing, una pasión inexplicable», leí en un muro de Buenos Aires. Y en un muro de Río de Janeiro, un hincha del Fluminense garabateó: «Mi querido veneno».

Alguna mano anónima, en estado de paroxismo, dejó su testimonio en un muro de Montevideo: «Peñarol, sos como el sida. Te llevo en la sangre». Lo leí, y me quedé dudando. El amor a la camiseta, ¿es tan peligroso como el amor a una mujer? Los tangos no aclaran el punto.

En todo caso, el pacto de amor del hincha parece ser más serio que cualquier contrato conyugal, porque la obligación de fidelidad no admite ni la sombra de sospecha de la posibilidad de un desliz. Y no sólo en América Latina. Un amigo, Ángel Vázquez de la Cruz, me escribe desde Galicia: «Yo había sido siempre del Celta de Vigo. Ahora me he pasado a su peor enemigo, el Deportivo de La Coruña. Es sabido que uno puede, y quizá debe, cambiar de ciudad, de mujer, de trabajo o de partido político… pero jamás, jamás, puede uno cambiar de equipo. Soy un traidor, lo sé. Te pido que lo creas: lo hice por mis hijos. Mis hijos me convencieron. Traidor, pero padre ejemplar».

Para los fanáticos, que son los hinchas que viven siempre al borde de un ataque de nervios, el amor se realiza en el odio al adversario. Cuando el jugador argentino Ruggieri abandonó el equipo de Boca Juniors y se incorporó a las filas de su rival tradicional, el club River Plate, los fanáticos le quemaron la casa. Los padres, que estaban adentro, se salvaron por milagro.

Recientemente, en marzo del 97, cuatrocientos fanáticos de los clubes holandeses Ajax y Feyenoord se dieron cita, por teléfono y por internet, para pelear en un descampado cerca de Ámsterdam. El sangriento ritual dejó un muerto y numerosos heridos.

La violencia ensucia el fútbol, como ensucia todo lo demás en este mundo de nuestro tiempo, donde, al decir del historiador Eric Hobsbawm, «la matanza, la tortura y el exilio masivo se han hecho experiencias cotidianas que ya no sorprenden a nadie». Los medios de comunicación suelen irradiar voces de alarma contra los influjos maléficos del fútbol. ¿Se vuelve jauría sangrienta, por su causa, una población de mansas ovejas?

A la vista está, para quien no se niegue a verlo: en los estadios estallan, a veces de mala manera, las tensiones acumuladas por la desesperanza y la soledad, que signan este fin de siglo al norte y al sur, al este y al oeste del mundo; y esas tensiones pueden estallar en los estadios, ni más ni menos que en cualquier otro espacio de la violenta vida de nuestros días.

En Grecia, en tiempos de Pericles, había tres tribunales. Uno de ellos juzgaba las cosas: castigaba al cuchillo, pongamos por caso, que había sido instrumento de un crimen, y se dictaba sentencia rompiendo el cuchillo en pedazos o arrojándolo al fondo de las aguas. Hoy por hoy, ¿sería justo condenar a la pelota? ¿Tiene el fútbol la culpa de los crímenes que en su nombre se cometen?

Quienes demonizan al fútbol, y lo confunden con el papá de Jack el Destripador, ejercen a veces un fanatismo tan irracional como el de los futboleros fanáticos. Y comparten el mismo equívoco de quienes creen que el fútbol no es más que un opio de los pueblos y un buen negocio de mercaderes y políticos: unos y otros hacen de cuenta que los estadios son islas, y no los reconocen como espejos del mundo al que pertenecen y expresan.

¿O podría alguien mencionar una sola pasión humana que no sea usada como instrumento de alienación y como objeto de manipulación por los poderes que en el mundo mandan?

El respeto por la realidad obligaría a reconocer que, a pesar de todos los pesares, la cancha de fútbol es bastante más que un escenario de violencia y una fuente de dinero, prestigio político y Valium colectivo. La cancha constituye también un espacio de expresión de destreza, y en ocasiones de belleza, un centro de encuentro y comunicación y uno de los pocos lugares donde los invisibles pueden todavía hacerse visibles, aunque sea por un rato, en tiempos donde esa hazaña resulta cada vez menos probable para los hombres pobres y los países débiles.

Compartir

Evaluar en clave pública

El ministerio a cargo de Struzenegger evaluará a los trabajadores estatales mediante el denominado “Sistema…

26 mins hace

Diego en cada rincón: arte, pueblo y memoria en «Solo el Pueblo»

Un viaje visual que celebra la conexión entre Maradona y los barrios populares. La exposición…

39 mins hace

Trolls libertarios quisieron boicotear a Lali pero su nuevo tema ya es un éxito

Spotify hizo un post promocionando el último lanzamiento de la cantante. A los seguidores del…

2 horas hace

Alberto Fernández declaró por la Causa Seguros y negó las acusaciones en su contra

El ex presidente declaró este miércoles luego de que el juez federal Julián Ercolini rechazara…

2 horas hace

La Inteligencia Artificial se mete en las redes sociales: ¿qué queda para la privacidad de los usuarios?

X (ex Twitter, de Elon Musk) anunció que su asistente Grok utilizará los posts públicos,…

3 horas hace

Apelina: una nueva esperanza en la lucha contra la hipertensión

La hipertensión arterial es el factor de riesgo cardiovascular más frecuente. Sin embargo, a pesar…

4 horas hace

Francos defendió en el Senado la reducción de un Estado «elefantiásico y corrupto»

El Jefe de Gabinete expone su informe de gestión en la Cámara Alta. Antes se…

4 horas hace

Javier Cercas y su ingreso a la Real Academia Española

El famoso autor de “Soldados de Salamina” ocupará la silla R que dejó vacía Javier…

5 horas hace

Roma Ramírez: «En este disco, quise apelar a la alegría y a las emociones vibrantes, necesarias para seguir de pie»

La cantante platense lanzó su disco “Alma Florida”, en el que despliega todas sus influencias…

5 horas hace

Más de 90 merenderos y comedores denuncian abandono por parte del Gobierno porteño

En conferencia de prensa, las organizaciones aseguraron que hasta la fecha asisten con recursos propios…

5 horas hace

Condenaron a dos penitenciarios por encubrir el homicidio de Federico Rey

Los penitenciarios fueron condenados a dos y tres años de prisión con ejecución condicional e…

5 horas hace

Revelaron el primer tráiler de la esperada “Cien años de soledad”

En menos de un mes llega a Netflix la serie basada en la obra de…

5 horas hace