Desde Río Negro estiman que solo un tercio de las exportaciones de las frutas a Rusia llegarán a destino. Dicen que hoy están "paralizadas". Al mismo tiempo, España y Francia solicitaron a la UE que se eliminen las restricciones a los granos genéticamente modificados provenientes de nuestro país.
La primera alarma llegó desde Río Negro y Neuquén, cuyo valle es una de las principales regiones argentinas exportadoras de las frutas. Desde allí apuntaron que de poco más de 35.000 toneladas de peras y manzanas que ya salieron por el Puerto de San Antonio Este (SAE), en esta primera parte de la temporada, unas 11.300 toneladas tenían como destino final el puerto de San Petersburgo (Italia, Países Bajos y Estados Unidos completan los principales países importadores). Pero apenas menos de un 30% de las exportaciones de peras y manzanas que partieron hacia el mercado ruso llegarán a destino.
«Las ventas a Rusia hoy están totalmente paralizadas. Se cancelaron todos los servicios de contenedores y ya no hay forma de llegar a este mercado», enfatizaron desde Río Negro. Y agregaron: «Hacia principios de febrero una caja de peras en Moscú se podía colocar entre 2.200 a 2.400 rublos quedando unos 30 dólares por caja (CIF). Hoy ese valor se desplomó a cerca de 17 dólares, cifra que, al sacarle todos los costos hasta llegar al Valle, termina dando retornos negativos.
En principio, la mayor parte de los cargamentos que no pudieron seguir a Rusia se descargaron en Rotterdam, donde tratarán de ser vendidos por la región, aunque la fruta que se exporta a Países Bajos suele ser de mejor calidad que la enviada a Rusia, por lo que prevén que deban ser vendidas a un valor más bajo.
Mientras tanto, el barril de crudo de petróleo sigue escalando acercándose al récord de 140 dólares. El trigo aumentó más de un 60% este año, y hasta el aceite de palma, que es el aceite vegetal más utilizado en el mundo, y se usa en la fabricación de muchos productos, como galletas, margarina, detergentes y chocolate, subió más del 50% en estos dos meses, ya que Rusia y Ucrania son dos de sus principales exportadores. También reúnen un tercio de la exportación de trigo, lo que afecta a los precios de alimentos esenciales, en un contexto inflacionario mundial.
En este marco, una posible buena noticia exportadora para el país viene por el lado de los cereales: España y Francia propusieron a la UE que se eliminen las restricciones hacia los granos genéticamente modificados provenientes de la Argentina, el resto de Sudamérica y Estados Unidos para incrementar el stock, frente al corte de importaciones desde Ucrania por la guerra con Rusia.
Según la agencia Bloomberg, la medida se enfoca sobre todo en el aprovisionamiento de maíz. “Necesitamos que la Unión Europea flexibilice los reglamentos respecto de la importación de granos”, sostuvo el ministro de Agricultura español, Luis Planas.
La UE, hasta el momento, adoptó una estrategia que buscaba incentivar la producción orgánica y el recorte de granos con uso de pesticidas, algo que afecta a nuestro país, donde los productores apelan a estas prácticas. Pero ahora, ante el nuevo escenario, el funcionario de la Moncloa enfatizó que Europa tardará años en alcanzar el autoabastecimiento de proteínas vegetales. Hasta el momento, Ucrania -el cuarto exportador mundial de alimentos- representaba el 30% y el 62% de las importaciones de maíz y aceite de girasol, respectivamente, a España, según Planas.
Para hacer frente a las necesidades generadas por la guerra y asegurar la alimentación en el país invadido por Rusia, el gobierno de Volodimir Zelenski prohibió hasta fin de año las exportaciones de trigo, centeno, cebada, mijo, azúcar, sal y carne, según la agencia de noticias ANSA.
En este sentido, la Confederación Española de Fabricantes de Alimentos Compuestos para Animales (Cesfac) respaldó la propuesta de Planes para importar cereales en mercados como la Argentina, Estados Unidos y Canadá. La patronal española recordó que en la Argentina hay disponibles 7,5 millones de toneladas de maíz (sumándose otras 15,4 a partir de fines de marzo) y 100.000 toneladas de semilla de girasol. “Estas cantidades servirían para cubrir sobradamente las necesidades de la producción española de alimentos compuestos para animales y buena parte de la demanda europea”, afirmaron. Y se lamentaron por el retraso en la decisión por parte de Bruselas, que programó una reunión para estudiar la medida recién para el 21 de marzo.
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