El presidente brindó una serie de entrevistas. Ponderó los logros en obra pública y crecimiento industrial. Habló sobre el impacto de la pandemia y su relación con Cristina.
Desde Uruguay, el presidente inició su entrevista con Oscar González Oro reconociendo que tuvo “el poder que creía que iba a tener, porque la democracia lo regula.” Intentando esquivar la idea del imaginario popular respecto a su ‘tibieza’, Fernández sostuvo que recibió un país donde los espías estaban dentro de los tribunales inventando causas contra personas y escuchaban conversaciones telefónicas. “Estoy tranquilo porque todo eso lo terminé y también dejé que la justicia trabaje libremente. Soy el presidente que nunca fue denunciado por corrupción y que deja el gobierno con el mismo patrimonio con el que entró y mis ministros igual”, dijo.
En cuanto al repaso de los primeros meses de su gestión, el presidente contó una intimidad que le anticipó un colaborador cercano: “Cuando asumí, me advirtieron que iba a tener un gobierno difícil.” Así, Alberto comentó que su consejero le advirtió que su tiempo no iba a ser como el del primer peronismo sino como el del tercer Perón, “tironeado por la izquierda y por la derecha. Y tenía razón. Él mismo me recomendó que, antes de reaccionar, cuente hasta diez para preservar todo esto y le hice caso.”
En referencia a la inmensa cantidad de internas que la coalición gobernante afrontó a cielo abierto, el presidente contó que “cada vez que enfrenté esa situación, tragué saliva y sostuve que lo más importante era que preservemos la unidad para que no entremos en otra nueva frustración argentina.” Además se refirió a la ola de renuncias que hubieron tras la derrota de medio término que sufrió el oficialismo en 2021: “Cuando Wado de Pedro me presentó la renuncia pública no lo eché porque creí que era más importante cuidar la coalición. Aquel momento causó un daño, pero no me jugó en contra”, se sinceró.
Respecto a la continuidad de Unión por la Patria, Fernández sostuvo la necesidad de abrir un debate interno sobre cómo debe seguir la coalición. Además se apuró en adelantar que no es cierto que alguien de la coalición no fue escuchado sino más bien no fue obedecido, puesto que es el presidente quien decide y “no le debe obediencia a nadie”.
Respondiendo a las acusaciones de su supuesta sumisión para con la vicepresidenta, Alberto Fernández sostuvo: “No fui obediente, por eso tengo los problemas que tengo. Los medios decían que yo era un títere y resulta que el títere fue el único que terminó enfrentado a Cristina. Con lo cual, muy títere no era. Ese era el problema.” En la misma línea, y fiel a su estilo hasta el final, el presidente aprovechó su entrevista para enviarle un mensaje a su ex socia: “Por un lado me piden que sea obediente y por el otro me piden que tenga la lapicera. Cuando la lapicera firma algo que no les gusta me convierto en un ser horrible.”
Además, hizo especial énfasis en que sí oía las demandas de sus compañeros de espacio, pero que no las ejecutaba porque no estaba de acuerdo. “Yo quería que la argentina le subiera la vara a un montón de cosas”, se sinceró.
Sin dejar que dañen lo que le resta de imagen pública, Fernández advirtió que “no siente nada” cuando dicen que es el peor presidente de la historia porque sabe que “lo dice gente interesada.” Además, haciendo gala de un discurso riquelmista, sostuvo de sí mismo: “A Alberto Fernández le tocó vivir un tiempo muy duro signado por problemas propios e internacionales, que la gente no pondera adecuadamente. Estos tiempos cambiaron el estado anímico de la humanidad.”
También sostuvo que no le faltaron cosas por hacer: “El contexto no me permitió hacerlas.” Fernández explicó que hay una lectura del presente que tiene que ver con el desasosiego que se vive porque no se puede vivir en paz con la inflación y la inseguridad. SIn embargo, se encargó de repasar uno a uno los pros de su gestión, que, al igual que su equipo, espera que sean reconocidos con el paso del tiempo.
“En todas estas crisis que pasamos pudimos avanzar en un montón de cosas. Pudimos reconstruir un sistema de salud y educacion pública que habían abandonado. Me voy creando cinco universidades más. Macri hizo 14.000 casas, yo hice 140.000. Macri dejó paralizada la obra pública al 70%, yo hice 7000. Hice el gasoducto más importante del país en tiempo record y eso nos permite sacarnos de encima el peso de importar gas. Tengo una tasa de desempleo de 6 puntos. Creamos un 1.200.0000 puestos de trabajo y llevamos 36 meses consecutivos de crecimiento del empleo registrado. Soy el presidente que llevó agua potable a Chaco, haciendo el acueducto que tenía que hacer Macri y no lo hizo porque decidió construir el paseo del bajo en Puerto Madero. Soy el presidente con el nivel más bajo de conflictividad social en democracia. Todos los días me anunciaban que la argentina iba a explotar y el país no explotó.”, sostuvo contundente.
Fernández reconoció que es muy difícil ser presidente y en particular de “un país donde permanentemente se siembran noticias falsas y se desalienta a los argentinos.” Además hizo una lectura de la perspectiva que tienen del gobierno quienes confiaron en él en el 2019. “Creo que quienes me apoyaron tienen una sensación de poco como siento yo. Creo que lo que me faltó fue un poco más de suerte porque el mundo se complotó en mi tiempo”, dijo.
El presidente reconoció que al fin de su mandato llega con la deuda de no lograr la recuperación del salario y frenar la inflación, a la que le atribuyó parte de su existencia a la especulación empresarial. Sostuvo que deja “un país que, pese a todo, en los primeros ocho meses tiene un récord de producción industrial y donde funciona el 70% de la capacidad instalada.”
En cuanto a su relación con la vicepresidenta Cristina Fernández explicó que la misma termina “distante” porque no piensan del mismo modo. “Yo no soy de los que cree que el déficit fiscal no hace daño, todo lo contrario. Celebro que Sergio Massa lo haya consultado conmigo y haya presentado un presupuesto donde se proponga tener un punto de superávit fiscal. Yo no creo que emitir dinero sea gratis, es inflacionario”, dijo marcándole la cancha una última vez a su vice.
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Como votante que fui del Frente de Todos, le reconozco la buena gestión de la pandemia, aunque los salvajes unitarios hablen de robo de vacunas, pero no de las del funcionario del PRO en Corrientes, al que le encontraron mil dosis en el baúl de su auto y que nunca tuvo consecuencias; y le recrimino que le faltó voluntad de ir con mano dura contra los dueños de los alimentos, como dice Guille Moreno. El dejar hacer, permitir la angurria empresarial erosiona.