Jean Pierre Noher y Ernesto Claudio dialogan acerca de su trabajo en la obra que recrea la reunión que mantuvieron el investigador de crímenes de guerra judío y el ministro de Hitler. El compromiso con la memoria, la verdad y la justicia del Holocausto y su relación como actores y amigos.
Por medio de una abundante documentación histórica, la obra dirigida por Daniel Marcove y protagonizada por Jean Pierre Noher en el papel de Wiesenthal y Ernesto Claudio como Speer, indaga acerca de la posibilidad de que exista el diálogo entre una víctima del Holocausto y un victimario, más allá de poner en cuestión el papel de la justicia en casos de crímenes de lesa humanidad. “Esta es una propuesta en la que tengo muchas expectativas, porque la comparto con un amigo del alma como Jean Pierre, con el que nunca habíamos hecho nada juntos. Es una obra que leyó él y que quiso hacer conmigo, y yo lógicamente quise hacerla con él, porque para mí es como un hermano”, aclara Ernesto Claudio en diálogo con Tiempo.
Noher se refiera también a esta oportunidad de actuar con un entrañable compañero: “Con Ernesto nos conocimos dando una prueba para Agustín Alezzo, en 1976, pero nunca habíamos trabajado. Compartimos infinidad de situaciones, pero nunca un escenario. Es un gran placer poder representar esta propuesta, con una gran temática y con un amigo de toda la vida”.
La historia de la reunión del investigador de origen judío y sobreviviente de los campos de concentración nazis y uno de los jerarcas del régimen de Hitler despertó grandes inquietudes en ambos actores. Sin embargo, penetrar en semejante hecho histórico deparó otras sensaciones. “Yo no conocía el encuentro que tuvieron los protagonistas de la historia, esa es la verdad. Esta es una historia real de un primer contacto, pero después me enteré que hubo muchos otros en el camino”, sostiene Claudio. Por su parte, Noher tampoco conocía el hecho y recalca la importancia que tuvo descubrirlo: “Lógicamente, conocía a una figura como Albert Speer y mucho más a Simón Wiesenthal, pero no estaba enterado para nada que se habían conocido. Cuando supe de eso, fue totalmente determinante para mí. Me parece que esa situación le da el toque final, porque delinea una gran historia, de esas que bien pueden llevarse al cine para transformarse en una película”.
Los personajes de El cazador y el buen nazi representan, como puede preveerse, visiones totalmente opuestas de la humanidad. En la complejidad de esos factores residió el interés de los actores por transformarse en los protagonistas de esta obra. “Interpreto en escena a Albert Speer, ministro de producción y de armamentos de Adolf Hitler. Fue el tipo al que luego catalogaron como un buen nazi porque convenció al jurado y a los fiscales del juicio de Núremberg de que él nunca supo nada sobre lo que se conoció como la “solución final”, que nunca supo algo sobre el Holocausto, ni acerca de la matanza de judíos. Un tipo inteligentísimo y con una habilidad extraordinaria, totalmente fuera de lo común. Los convenció a todos, pero por una colaboración indirecta le dieron 20 años de prisión, lo cual les abrió la puerta a otros nazis para ampararse en ese argumento y decir que ellos tampoco sabían nada. Eso fue algo muy llamativo, porque Speer fue muy cercano a Hitler”, sostiene Claudio.
En el otro extremo, Noher revela que desde hace tiempo interpreta a personajes famosos como Jorge Luis Borges o Fernando de la Rúa, pero que sin dudas fue especial meterse en la piel de Wiesenthal: “Hacerlo no fue fácil, y sino que fue un reto hermoso. Es uno de los personajes más célebres del siglo pasado y su nombre e impronta está en los libros de historia que se leyeron y se leerán en futuras generaciones. Su aporte fue tremendo para millones de personas, y para mí fue algo especial. Mi padre se escapó de un campo de concentración nazi y se vino para la Argentina, pero mis abuelos no pudieron, y murieron en las cámaras de gas de Auschwitz. De alguna manera, sentí que ellos estaban dando vueltas sobre todo esto cuando me propusieron hacer este papel”.
Para los dos actores, esta obra representa no solamente una dramaturgia sobre el pasado, sino que también aporta mucho en nuestro presente. Dice Ernesto Claudio: “Para Wiesenthal, aunque Speer no hubiera sabido lo que ocurría igual lo transformaba en cómplice. A este último le preguntaron si no se sentía responsable por la muerte de 6 millones de personas. Y el tipo respondió que ‘esa cantidad era abstracta y que uno podía asombrarse, pero no conmoverse’. Para mí, como actor, eso representa la intolerancia y la complicidad. No hay memoria, verdad y justicia en todo eso. Eso es igual a Videla diciendo ‘es un desaparecido, no está, no existe’, o es igual también a los que dicen que no fueron 30 mil”. Noher coincide plenamente con su compañero: “la complicidad pasa por ahí, exactamente por ahí”, concluye el actor.
El cazador y el buen nazi
Una obra de Mario Diament. Dirección: Daniel Marcove. Actúan: Jean Pierre Noher y Ernesto Claudio. Los lunes a las 20.30 en El Tinglado, Mario Bravo 948.
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