La obra del gran artista bahiano permite múltiples abordajes. A continuación, una mirada que intenta develar los misterios de un creador único e irrepetible.
Hace más de cincuenta años que Caetano está presente en la vida de Brasil. Si se pregunta por él a una determinada generación, alguien va a responder que creció escuchando a Caetano porque sus tíos lo escuchaban. Me acuerdo, de muy chica, ver circular sus discos por casa. Siempre estuvo ahí su alegría, siempre presente, aun cantando contra los “Poderes podridos” (Podres Poderes), canción que sigue ocupando su lugar de protesta más allá de las épocas. “Morir y matar de hambre/ de rabia y sed/ son tantas veces /gestos naturales”. El tema fue un emblema en los años 80. Y sigue vivo para expresar un inconformismo radical, hasta hoy. A principios de este año, Caetano lideró una manifestación en contra de la política ambiental del gobierno de Jair Bolsonaro.
Más de cuarenta años después de haber sido encarcelado por la dictadura brasileña Caetano grabó el documental “Narciso em ferias”, donde habla sobre cómo transformó fragmentos de aquella experiencia nefasta en una composición poética. Se refiera a la escritura, años después, de su monumental himno “Tierra” (Terra): “Tierra! / Por más lejos que esté / el marinero errante / ¿Quién jamás podría olvidarte?”. Con 48 discos en su haber, el de Bahía sigue sambando miudinho, cuando se anima a tirar sus pasitos. Su aspecto es cada vez más intimista, siempre cerca de sus hijos.
Caetano tiene un poder de encantamiento centrado en una versatilidad explosiva. Puede con su música llegar a públicos muy distintos. En Buenos Aires, la veneración que le tienen es muy singular. Caetano es pop. Caetano es erudito. Son incontables sus temas abriendo las novelas de la monopólica Globo. De nuevo estaba Caetano con su capacidad expresiva. Llega sin preguntar y afirma: “sí, lo que canto es Brasil”.
La arquitectura de sus composiciones es tan heterogénea que consigue hablar de nuestros orígenes citando al indio Peri de José de Alencar junto a Muhammad Ali y Bruce Lee. Caetano no permite que solo lo nacional le dicte el tono: lo suyo es la mezcla, el mestizaje, pero es también lo otro. Pero desde su carácter bahiano también mira al mundo y nos recuerda que hoy a los brasileños nos falta bossa nova, como les gustaría a él y a João Gilberto.
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