En Luján está el basural a cielo abierto más grande del país. Hay un proyecto para reconvertirlo en una planta de tratamiento y reciclado, que tiene un predio ya asignado, vecino a un exclusivo haras de Open Door. Sus propietarios lo rechazan, con la ayuda de políticos de JxC.
El principal obstáculo es la ubicación de la futura planta, que quedaría ubicada junto a La Picaza, un exclusivo haras dedicado a la cría de caballos de polo en la localidad de Open Door, propiedad del empresario Carlos Aníbal Reyes Terrabusi.
Durante la presentación del Centro Ambiental que forma parte del proyecto, el viceministro de Ambiente de la Nación, Sergio Federovisky, explicó que a pocos días de asumir el cargo, funcionarios del BID se reunieron con él para advertirle que el préstamo estaba prácticamente caído por falta de ejecución durante la gestión anterior. “En los expedientes del ministerio no había un solo proyecto como para empezar a tirar de la cuerda y tuvimos que armar todo en 60 días”, agrega.
De los cinco mil basurales a cielo abierto que hay en la Argentina –una persistente deuda ambiental que lejos está de subsanarse–, el de Luján es el más grande en extensión y por la cantidad de residuos que allí se depositan a diario. Entre las montañas de basura, hurgan para ganarse el sustento unas 136 familias que viven del reciclado, según el último censo que realizó el municipio. Se trata de un predio de 12 hectáreas adonde llegan, sin un tratamiento previo, 120 toneladas de basura por día.
“Es una fuente de laburo y hay que mejorarla”, dice Johana, recicladora e integrante del Movimiento de Trabajadores Excluidos. Junto a sus compañeros empujan para que el plan de reconversión los incluya. Ya conquistaron un paso importante: la construcción de baños y playas de vuelco de residuos que les permiten organizar mejor la tarea cotidiana, además de materiales de trabajo. Lograron, sobre todo, que la pata de la “inclusión social” forme parte del discurso político alrededor del destino del basural.
El proyecto de reconversión implica, entre otros requisitos por parte del BID, la necesidad de expandir el predio para la construcción de una planta de reciclado y un centro de promoción ambiental donde trabajarán los y las recicladores. El intendente de Luján, Leonardo Boto, ya lo bautizó con el nombre de Laudato Si’, en alusión a la encíclica del papa Francisco que trata con crudeza los desafíos en el cuidado ambiental y la depredación de los recursos naturales.
El lugar seleccionado para emplazarlo es la vieja estación Sucre, una parada intermedia actualmente en desuso del ferrocarril San Martín. Y tras la adquisición de las tierras, solo falta la “no objeción” del BID para que se inicien las obras. Pero fue, precisamente, la elección de ese predio lo que desnudó una fuerte puja entre el municipio y un núcleo de empresarios asentados en Open Door, que ven con preocupación que la actividad de tratamiento y reciclado de residuos se realice junto a un paisaje bucólico, muy lejano (aunque hoy se encuentra a apenas tres kilómetros) de las imágenes impactantes del gigantesco basural.
El verde parejo del césped, el andar brioso de los caballos de polo, los sembradíos de verduras y hortalizas agroecológicas, y un exclusivo club de campo. De espaldas al vertedero de residuos a cielo abierto más grande del país, quienes disfrutan de aquel paisaje no quieren que se modifique.
Galletitas y caballos
Entre los apellidos ilustres que se oponen al proyecto resuena el del empresario Carlos Aníbal Reyes Terrabusi, quien presentó una medida cautelar para que en el predio de la estación Sucre no se pueda emplazar la planta de trasferencia. La Picaza Polo Club, en las afueras de Open Door, es lindero con ese terreno. Además de criar caballos de polo, junto al haras funciona el emprendimiento de verduras y hortalizas orgánicas Tallo Verde, que lleva adelante su esposa, Viviana Novelle, una de las más activas a la hora de rechazar el proyecto de reconversión del basural.
Novelle forma parte de la lista de millonarios que interpusieron amparos para negarse a pagar el aporte solidario que el Estado cobra, por única vez, a quienes detentan grandes fortunas. El derrotero empresarial de Reyes Terrabusi comenzó al heredar la famosa fábrica de galletitas y golosinas que administró durante algunos años hasta que en 1995 decidió desprenderse de las acciones familiares y dedicarse al agro, la cría de ganado y otras iniciativas empresariales que compartió con algunos miembros de la familia Macri.
En TerraGarba, que cría vacunos Hereford y Angus, Terrabusi se asoció a Federico Miguel Cinque, primo hermano de Alicia Blanco Villegas (la madre de Mauricio Macri), y junto al empresario inmobiliario Eduardo Constantini formó Consultatio S.A. También compartió acciones con Jorge Alberto Blanco Villegas (tío del expresidente) en las firmas Carnes Virreyes S.A. y Virreyes Agropecuaria S.A. Desde esta última aportaron $ 1.800.000 al financiamiento de la campaña de Mauricio Macri en 2019.
Volviendo a su rol en la resistencia a la reconversión del basural de Luján, la cautelar presentada por Reyes Terrabusi fue rechazada por el Juzgado Contencioso Administrativo Federal N°1. La jugada salió mal y puso en evidencia que el empresario utilizaba parte del predio para la cría de caballos a partir de un convenio que databa del año 2004 con la Agencia de Administración de Bienes del Estado, y que había vencido dos años después El empresario sostenía el pago de un canon de apenas 220 pesos mensuales.
En paralelo, el matrimonio también buscó impedir el acceso del municipio a esas tierras por la vía política. En las instalaciones de Tallo Verde se realizaron mítines con legisladores nacionales y provinciales de Juntos por el Cambio y referentes locales del partido de Luján. Entre otros, participaron el diputado provincial Luciano “Lucho” Bugallo –el mismo que hace dos semanas defendió el trabajo infantil en el campo– y su colega Alex Campbell, exfuncionario de María Eugenia Vidal.
Aquel encuentro fue expuesto por el ministro de Ambiente Juan Cabandie en redes sociales y disparó un cruce con Bugallo. Cabandié señaló la necesidad de resolver el serio problema ambiental que significa el basural, “por la contaminación y los efectos sobre la salud de las familias que viven a su alrededor”, y reclamó que Juntos por el Cambio explique “por qué no utilizaron en cuatro años el crédito del BID existente para financiar las obras de Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos” en el municipio.
La oposición de Reyes Terrabusi no ha terminado allí. Los dueños de La Picaza y Tallo Verde también buscaron, ahora con éxito, revocar una donación de lotes que había realizado el empresario Juan Jose Chediak, linderos al predio actual del basural. Son ocho hectáreas que el municipio buscaba desde mediados de 2020, cuando el BID pidió extender el predio, y se barajaron como posibilidad. Esas tierras, pertenecientes a la firma Nuevas Rutas, no podían ser donadas de forma directa, ya que la empresa está en liquidación. Motivo por el cual se recurrió a terceros para concretar la operación, en octubre pasado. Es decir, Nuevas Rutas vendió a un “precio simbólico” a un particular, Bruno Migliardo, y éste a su vez realizó la donación al municipio el mismo día.
En medio de la resistencia de los millonarios a compartir su paraíso ecuestre, resuena el nombre de un importante corredor de bolsa, Federico Tomasevich, expresidente de Puente, una firma de servicios finacieros que el año pasado, siguiendo los pasos de Marcos Galperin, entre otros, mudó su residencia fiscal al Uruguay. Tomasevich fue quien propuso a su concuñado, Migliardo, para concretar la cesión al municipio. Pero frente a los reproches de Novelle y Reyes Terrabusi, Tomasevich pidió a Migliardo que revoque la donación (se conoció un audio en que pide disculpas al matrimonio).
Desde el gobierno aseguran que la pérdida de esos lotes no afecta al proyecto y que las tierras de la estación Sucre permanecerán en dominio municipal, aunque confirman que hay “intereses mezquinos”, según describió el intendente Boto, operando para que el proyecto de reconversión del basural se frustre. Prefieren no subir el tono de la puja y apuestan a que el conflicto amengüe mientras promueven una masiva juntada de firmas en apoyo al proyecto que será presentado al BID en los próximos días.
*Ladran Sancho es una cooperativa de periodistas de Luján cuya presentación acompañó Tiempo, en el año 2018, y que hoy hace su primer aporte profesional a nuestro diario.
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Yo tengo una hectárea que me gustaría me compren y seguro mis vecinos tmb lo harían para que pueda hacerse más cerca del basural y no en la estación Sucre
Muy buena nota.
gracias, me sirvio para un t.p