Es porque se duplicó la cantidad de Leliq en manos de las entidades financieras y, además, la tasa de interés está en el 70%. Acumula casi 250 mil millones de pesos en lo que va del año.
Así, los bancos (que son los únicos que pueden comprar las Leliq) obtienen ganancias por encima de cualquier otra actividad económica (ver aparte). Y esto a pesar de que una parte de esos 2200 millones diarios los distribuyen entre los ahorristas que hacen plazos fijos en las entidades.
Si esa masa de dinero no se siente en la economía es porque queda contenida por fuera del circuito de la actividad. Es dinero que no va a la calle. Pero si sí lo hiciera, sus consecuencias serían catastróficas: generarían hiperinflación o llevarían el valor del dólar por las nubes.
En rigor, los intereses que paga el BCRA por las Leliq son la consecuencia de una política monetaria que es como la cuadratura del círculo: desde hace muchos años que en la economía argentina hay más pesos de los necesarios para su funcionamiento.
Es decir, la moneda existente se merece una economía mucho mayor. Pero la política económica achica la economía en lugar de ampliarla.
Y mientras reduce el tamaño de la economía, la política monetaria del gobierno genera más moneda que no tiene destino. Por eso, el Banco Central genera mecanismos para que ese dinero no se vuelque sobre la economía.
El problema es que esos mecanismos de retención de dinero generado por las Leliq –que podría ser calificado de «artificial»– es cada vez más oneroso y complejo de sostener.
Billones
Al jueves último, el stock de Leliq emitidas por el Banco Central y en poder de los bancos ascendía a 1,124 billones (millones de millones). La cifra se acerca mucho al máximo que alcanzó el stock de las tristemente célebres Lebac (Letras del Banco Central), que entre febrero y abril de 2018 se acercó a 1,3 billones aunque nunca alcanzó ese nivel. La diferencia quizá estriba en la rapidez del crecimiento de las Leliq: mientras que para llegar a ese nivel de Lebac a las autoridades monetarias les insumió 16 años –en una política que desarrollaron los sucesivos gobiernos desde 2002–, en el caso de las Leliq apenas pasaron ocho meses.
Sergio Chouza, economista e investigador de la Universidad de Avellaneda, observó: «La espiralización del stock de Leliq enciende luces de alarma».
Y en este caso no se puede hablar de la herencia recibida. Al momento de la eliminación de las Lebac, las existencias de Leliq giraban en torno de los 700 mil millones de pesos de valor. El dato importa porque una parte del dinero invertido en Lebac se pasó a las Leliq; otra parte se fugó hacia el dólar con la anuencia del Fondo Monetario. El crecimiento del stock de Leliq en casi un 60% desde entonces es obra exclusiva de la política monetaria del gobierno que ejecuta en dupla con el Banco Central.
«Preocupa la velocidad de crecimiento de las Leliq», agregó Chouza.
La autoridad monetaria en cabeza de Guido Sandleris tiene en la actualidad por única misión controlar al dólar. Para ello ofrece tasas de interés siderales (el viernes cerró en el 66,66% anual) en pesos para que los inversores y especuladores no compren dólares. Así de simple.
Germán Muiño, economista del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), le dijo a Tiempo: «El stock de Leliq es muy difícil de manejar, condiciona la política monetaria».
El especialista consideró que cualquier ajuste en la tasa de interés y en el mercado de cambios conlleva una fuerte amenaza de dolarización.
«En un mercado de cambios desregulado y con un sistema productivo en crisis, con la capacidad instalada en uso al 50% por la recesión, y el consumo que no repunta, por lo que la inversión no es salida, la demanda de dinero no esta creciendo y ese stock de dinero puesto en Leliq no tiene alternativas salvo a ir al dólar», explicó.
Si pese a las altas tasas que tienen las Leliq no hay crecimiento elevado del stock, es porque el dinero va a los diques de contención: los llamados encajes. Los encajes funcionan como un reservorio de agua; se usan cuando hay sequía, es decir cuando la economía crece y hace falta más dinero. Pero ese reservorio de agua ya contiene tanta agua que el dique de contención puede reventar. «
La contrapartida es la ganancia de los bancos
Que la política monetaria dependa de las Leliq tiene contraindicaciones. «La contraparte es que el mercado financiero tiene cada vez más poder de negociación», advierte el economista Sergio Chouza, de la Universidad de Avellaneda. «Son un factor de presión para que la política monetaria vaya en un determinado sentido, por ejemplo, que la tasa de interés no baje», agregó.
La existencia de las Leliq agrega otro punto, el de las ganancias de los bancos, que son los únicos que pueden adquirirlas, a diferencia de las Lebac, que podían ser adquiridas por inversores individuales. Para Germán Muiño, investigador del Centro de Economía Política Argentina, «el Banco Central emite dinero para garantizar la rentabilidad del sistema financiero».
Muiño explicó que «producto de la política monetaria del gobierno, los prestamos están en caída. Eso pone en riesgo al sistema financiero. Entonces, lo resguardan para que no haya una crisis sistémica, pero en la movida le garantizan un nivel de rentabilidad elevado como nunca se vio desde que el BCRA lleva las estadísticas en enero de 2003».
Así, la rentabilidad sobre el patrimonio neto en marzo pasado (último dato oficial) fue del 40,7%, «un nivel que no se ve en mucho tiempo», concluyó.
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