La sorpresa de las elecciones, el maestro de izquierda Pedro Castillo, ya recibe munición pesada y lo tildan de "estatizador peligroso". El 6 de junio disputará la presidencia con la ultraliberal Keiko Fujimori.
Pero esa ya es historia vieja. La jornada electoral que definirá quién será el próximo presidente llegará recién el 6 de junio y en un estado de polarización extrema, como viene ocurriendo en distintas contiendas electorales en la región. Esta vez se enfrentarán dos propuestas diametralmente opuestas: la de Perú Libre, partido que se define como una “organización de izquierda socialista” que plantea la instauración de una Asamblea Nacional Constituyente que dicte una nueva Carta Magna, la intervención del Estado en la economía, incluso con la nacionalización de algunas empresas clave, entre otras medidas; y la del partido Fuerza Popular, la derecha liberal que recoge el ideario del expresidente preso por violación a los derechos humanos, Alberto Fujimori. Su hija, Keiko, es ferviente defensora de la Constitución promulgada en 1993 por su padre, que privilegia el liberalismo económico, toda una definición. El balotaje será «una competencia entre los ricos y los pobres, también una lucha entre el patrón y el peón, y entre el amo y el esclavo», declaró recientemente Castillo.
La polarización a la que se enfrenta la sociedad peruana, lejos de contribuir a las definiciones, enloda aún más el terreno. Es la primera vez que un dirigente de la izquierda tradicional se acerca tanto a la posiblidad de gobernar. Eso prevé cierto resquemor en el electorado “anticomunista”, alimentado por el miedo que las fuerzas aliadas del poder económico se empecinan por sembrar: el diario Correo calificó el programa de gobierno de Perú Libre como “un plan estatizador y peligroso”. Otros lo vinculan con el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y con la antigua organización guerrillera Sendero Luminoso.
Según analistas consultados en los medios locales, el debate augura momentos de alta tensión. “Va a ser una segunda vuelta que amenaza ser durísima por la polarización, no necesariamente por la estrategia de los candidatos. . Habrá una discusión muy fuerte en términos socioeconómicos, Lima contra el resto del país”, comentó a La República el politólogo de la Pontificia Universidad Católica, Eduardo Dargent.
Docente rural de 51 años, de origen cajamarquino, Castillo se hizo conocido al encabezar en 2017 una huelga nacional docente por mejoras salariales, que detuvo las clases durante tres meses. Recorrió el país, en parte a caballo, criticando al liberalismo y sumando adhesiones de clases populares y desencantados con la política.
“El candidato plebeyo, que levanta un programa económico redistributivo y popular, se enfrentará a la mejor representante política del statu quo peruano, una clase dominante que se aproxima a cumplir 32 años ininterrumpidos al mando del Perú con una misma receta: crecimiento económico sin redistribución”, señalaron Yair Cybel y Sebastián Furlong, de Celag.
De llegar a la presidencia, Castillo tendrá la primera minoría en el Congreso pero no lo suficiente como para legislar sin requerir acuerdos en un parlamento fragmentado como nunca en la historia. Los días que se avecinan serán clave para establecer alianzas. Los analistas aseguran que entre las fuerzas de derecha que lograron el tercer y cuarto lugar habrá, posiblemente menos rispideces. “De Soto apoyó varias veces a Fujimori y López Aliaga, por más que estén peleados, sus votantes probablemente van a apoyarla”.
Todo indica que entre los sectores de izquierda y centroizquierda se deberá establecer algún acuerdo programático para garantizar el apoyo. Durante la campaña, hubo varios cruces entre Castillo y la candidata de Juntos por el Perú, Verónika Mendoza, que otuvo 7,8%. Sin embargo, con el resultado ya consolidado, la dirigente del Grupo de Puebla afirmó: «Si tengo dudas sobre Pedro Castillo, de Keiko Fujimori tengo certezas» para luego asegurar que “con el fujimorismo, ni a la esquina. Eso lo tengo muy claro».
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