El 2024 no les perteneció a Boca ni a River. En ningún plano. El fútbol argentino vio sumergirse en sus crisis deportivas a los dos equipos más convocantes del país. Para 2025 tienen asegurado el nuevo producto de la FIFA: un Mundial de clubes.
Si la cuenta se amplía a las copas nacionales, ahí ya entran otros equipos dentro de ese mismo lapso de tiempo, una década. Huracán, San Lorenzo, Rosario Central, Tigre, Colón, Central Córdoba, Patronato y Estudiantes, que este año consiguió dos títulos, también se anotan en la lista. Hay de todo: Copa Argentina, Copa de la Liga, Trofeo de Campeones, Supercopa Argentina y hasta una Supercopa Internacional que se jugó una vez en Abu Dhabi y todavía se debe la del año pasado (se supone que River y Talleres la van a jugar en Paraguay).
Este año no le perteneció a Bover. En ningún plano. El fútbol argentino vio sumergirse en sus crisis deportivas a los dos equipos más convocantes del país. Los que generan más clicks, más views, los que traccionan el like. Todo eso que en una época se resumía en una idea comercial: “Venden diarios”. Los dueños del rating. De todos modos, en ambos casos, si no hay éxito deportivo también venden los problemas. Algo de qué hablar.
Bover no sólo no dio pelea este año. Además vio partir a sus técnicos, algo que siempre supone un quiebre. Y también un revulsivo esperanzador por lo que llega. Boca no puede completar un año con el mismo entrenador. Después de Diego Martínez, ahora es el tiempo de Fernando Gago. Lo más lejos que llegó fue semifinales de Copa de la Liga (perdió con Estudiantes aunque en el camino lo dejó afuera a River) y Copa Argentina (perdió con Vélez). Y quedó eliminado de Copa Sudamericana contra Cruzeiro en octavos de final.
A River volvió Marcelo Gallardo, el hombre de una época. Terminó con un ciclo de Martín Demichelis que tenía, precisamente, la tarea titánica de reemplazarlo. Lo hizo con un título en el primer semestre al frente del equipo. Pero su vínculo con los hinchas se desinfló con el paso del tiempo: la falta de funcionamiento del equipo y, sobre todo, la pelea con vacas sagradas del club. Que Enzo Pérez, ahora preparando un posible regreso, se haya tenido que ir de River fue un lastre con el que debió cargar Demichelis hasta el final de sus días como entrenador. Pero tampoco alcanzó con Gallardo para cumplir los deseos de una Copa Libertadores que tuvo dominio (y campeón) brasileño. Al menos ganó un superclásico con mayoría de suplentes en la Bombonera.
Sin Bover en la animación de los torneos, fue el año de la pelea futbolística entre Vélez y Estudiantes, precisamente los dos clubes que se disputan el sexto lugar entre los más ganadores de la Argentina contando títulos locales e internacionales. Con el Trofeo de Campeones, Estudiantes alcanzó a Vélez con 17. Me gusta la idea de Alejandro Fabbri acerca de que el concepto de “cinco grandes” es antiguo porque son muchos los equipos, varios de ellos del interior, que se fueron sumando a la discusión. Incluso en términos de convocatoria y de crecimiento en masa societaria.
Aunque llegó hasta acá como una asociación civil sin fines de lucro, Juan Sebastián Verón, ídolo y presidente de Estudiantes, sostiene que el acuerdo con el empresario estadounidense Foster Gillet es para pegar ese salto. El primer golpe lo dio pagándole a Boca la cláusula de rescisión de Cristian Medina por 15 millones de dólares. Sin conocerse detalles, Gillet se quedaría con la explotación de la imagen y recursos del club por un tiempo que aún no está claro. ¿Serán 30 años? Con esas desconfianzas, todavía tiene que ser aprobado por la asamblea. Porque, todo bien con estos golpes, pero el asunto es cuál es el costo a largo plazo.
Pero Boca y River atraen. Son el negocio, el de la televisión y también el de las redes. Con sólo un título en el año para uno de ellos (el equipo de Demichelis le ganó la Supercopa Argentina a Estudiantes), los dos se mantuvieron hasta el final del año para determinar qué copa jugarán el año que viene. Para River fue más accesible la Libertadores, pero Boca estuvo a punto de repetir un año en Sudamericana.
Con más presupuesto que el resto del fútbol argentino, en 2025 lo que tendrán asegurado es el nuevo producto de la FIFA. Un Mundial de Clubes a mitad de año, en Estados Unidos, frente a gigantes del fútbol mundial. Más allá de los criterios de clasificación (se tomó el ranking Conmebol y por eso no está ninguno de los campeones de este año en la Argentina), los nombres tienen su propio peso. «
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