Junto a la pesca, representa un 7% del PBI, y llega al 12% si se suma la cadena agroindustrial. Un informe analiza el peso real de este sector considerado como el “motor” de la economía argentina.
El trabajo fue publicado por el portal Argendata y analiza el impacto del sector agropecuario en la economía nacional a lo largo del último siglo, y su evolución en relación a la economía mundial. Derriba algunos mitos arraigados en el imaginario popular y de ciertas élites ligadas al campo.
“En Argentina, el agro y la pesca dan cuenta de cerca del 7% del PIB (sin contar la cadena agroindustrial). Este porcentaje se encuentra por arriba de la media mundial (4%). Y muy por encima de los países de altos ingresos (1%), donde el mayor desarrollo de la industria y los servicios hace que tengan un menor peso relativo”, señala el informe de Argendata.
No obstante, en su análisis destaca que esta cifra está muy por debajo de la de países de bajos ingresos. En algunos estados de América Latina y África, la actividad agropecuaria representa alrededor de un cuarto del PBI. En comparación con la región latinoamericana, el peso del sector agropecuario en Argentina es similar al de Brasil y Colombia, y más importante que en Chile. Sin embargo, es menos importante que los de Bolivia y Paraguay.
Recorrido histórico
A lo largo de la historia, “el agro pasó de explicar más del 20% del PBI a mediados de la década de 1930 a menos del 10% en lo que va del siglo XXI. Entre 1930 y 1970, esto se explica por el mayor dinamismo relativo de la industria. Pero desde 1970 los servicios ganaron cada vez más peso en el PIB”, señala el análisis de Argendata.
Sin embargo, el hecho de que el agro haya perdido terreno en la economía argentina no significa que la producción absoluta haya retrocedido. Por el contrario, desde 1935 creció 3,5 veces. No obstante, otros sectores como el comercio, la industria manufacturera, el transporte y las comunicaciones, crecieron más rápido.
Por otra parte, cabe destacar que el agro no sólo es un sector, sino que también puede ser pensado como un eslabón clave de muchas cadenas de valor, que involucran tanto a la industria como a los servicios.
Tendencia global
Lejos de ser un fenómeno aislado de Argentina, la pérdida de peso relativo del agro en el PBI se enmarca en una tendencia global: a medida que los países se desarrollan, tienden a ganar más relevancia la industria manufacturera, el sector energético, la construcción y los servicios como el comercio, el transporte, los servicios profesionales y las actividades de la llamada “economía del conocimiento”, que incluyen el desarrollo de software, inteligencia artificial, bio y nanotecnologías y diseño, que hoy representan en su conjunto, el tercer complejo exportador en el país.
En definitiva, cuando las sociedades se vuelven más ricas, empiezan a demandar una oferta de bienes y servicios más diversificada. Estos cambios hicieron que el agro perdiera participación dentro del PIB en las distintas regiones del mundo.
El peso de los agrodólares
Lo cierto es que el agro va más allá del sector primario y está estrechamente ligado a ciertas ramas industriales que transforman materias primas en las llamadas “manufacturas de origen agropecuario (MOA)”, cuyas exportaciones representan el principal ingreso de divisas para el país.
En 2022 (último dato oficial disponible), Argentina exportó mercancías agroindustriales por 56,6 mil millones de dólares. Esto representó el 64% de las exportaciones de bienes. Esta proporción viene aumentando moderadamente desde 2009. Las fluctuaciones se han debido a fenómenos puntuales como sequías (2018, 2022) o a la pandemia de COVID-19 (2020). En este último caso, la contracción de exportaciones fue mucho menor en los bienes agroindustriales (considerados de consumo esencial) que, en el resto, dando como resultado un salto en dicha proporción.
Hoy, las exportaciones de manufacturas de origen agropecuario son más relevantes que las de productos primarios. Esto se debe a que Argentina vende al mundo subproductos agropecuarios con cierto grado de industrialización, especialmente los derivados del cultivo de la soja, como las harinas y pellets utilizados mayormente para alimentar animales (que conforman cerca del 90% en el rubro de residuos y desperdicios de la industria alimenticia) y los aceites (que explican el 70% dentro del rubro grasas y aceites). Otras MOA también relevantes son las carnes (4,7% del total), los lácteos (1,6%), los productos de molinería (1,2%, principalmente productos derivados del trigo) y bebidas (1,1%, sobre todo vinos).
Como todo mito, el de la Argentina como “granero del mundo” tiene algo de cierto. El problema es que, a lo largo de las décadas, la riqueza agroexportadora quedó concentrada en cada vez menos manos. A su vez, la tecnificación desplazó población hacia los cinturones de pobreza de las ciudades, produciendo un desbalance demográfico y acentuando los bolsones de pobreza.
Sin negar el valor del campo en la historia, la tradición y la conformación del Estado argentino, el país necesita cada vez más diversificar su economía y distribuir más equitativamente las riquezas generadas en su suelo. El modelo de producción extractivista basado en la explotación de los recursos naturales que el actual gobierno no hace sino profundizar, ha dado reiteradas muestras de no conducir al desarrollo. Hace falta un cambio de paradigma, y viene sin dudas de la mano de un campo que produce y alimenta cuidando el entorno.
El portal Argendata pertenece a la Fundación Fund.Ar, presidida por Sebastián Ceria, matemático, filántropo y dueño de la empresa Axioma.
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Articulo filoperonista, a mi entender la filosofia peronista, ya sea por accion directa o como catalizador, a sido la causa principal de la tremenda imbolucion de argentina.