Con una multitudinaria movilización y con una batería de demandas, Yasky y Micheli cruzaron al macrismo. Hubo amplia presencia de organizaciones y dirigentes políticos.
Como mensaje central, el secretario general de la CTA de los Trabajadores volvió a llamar a la unidad del sindicalismo. También exigió que Milagro Sala sea liberada antes de Navidad, en cumplimiento de la resolución del Grupo contra las Detenciones Arbitrarias de la ONU. Por la noche, cuando concluyó el acto, la organización Tupac Amaru que había participado de la marcha- comenzó a instalar un campamento en la Plaza de Mayo: permanecerán allí hasta el 11 de noviembre. Ese día se cumplirán 300 días de detención de la dirigente social jujeña.
Acá estamos los que decimos que la clase trabajadora no está para ser furgón de cola de las políticas de la derecha de los empresarios y de los sectores conservadores y del neoliberalismo, fue la frase más fuerte con la Yasky que arrancó el discurso.
Este gobierno tiene un presidente al que algo hay que reconocerle, y es astucia y sangre fría para el ejercicio de la mentira y para el arte de la simulación. Con esos méritos hicieron lo que les pedía la clase dominante: el 29 de abril (NdR: por la manifestación en el monumento al Trabajo, de Paseo Colón e Independencia), cuando mostramos la potencialidad de la unidad de lo que hasta entonces eran cinco centrales sindicales, vieron que había un sujeto colectivo que les podía significar un escollo real y concreto para llevar adelante el ajuste. Desde ese día en adelante decidieron darse la política del divide y reinarás. Y si algo tengo que criticarle, con dolor, a mis compañeros de la cúspide de la CGT es que aceptaron que la condición para el diálogo (con el gobierno) fuera la exclusión de las dos CTA, la división del campo popular, cuestionó Yasky.
El acto se organizó alrededor de un escenario montado de espaldas a la Casa Rosada. Con la leyenda Ni hambre, ni despidos. Dignidad. Articulación Popular como única consigna visible en la escenografía, los organizadores reunieron sobre el escenario a secretarios generales de sindicatos alineados con las dos CTA, referentes de organizaciones territoriales y algunos dirigentes políticos. En el escenario se codearon Yasky, su par de la CTA Autónoma, Pablo Micheli; Daniel Tano Catalano (ATE Capital); Roberto Baradel (Suteba); Claudio Marín (telefónicos); Eduardo López (UTE); Christian Miño (Confederación Nacional de Cooperativas de Trabajo, CNCT); Pedro Wasiejko, secretario adjunto de la CTA de los Trabajadores; el diputado de extracción sindical Edgardo Depetri (FpV); Alejandro Coco Garfagnini, coordinador de la Tupac Amaru; Luis DElía y el diputado del Parlasur Gabriel Mariotto (MILES), Eduardo Montes (Gráfica Patricios), Carla Rodríguez (Movimiento de Ocupantes e Inquilinos, MOI), entre otros. La convivencia en el palco no estuvo exenta de ciertos roces: Micheli pidió que Amado Boudou, que también integra la agrupación MILES, se retirara del lugar. El ex vicepresidente accedió al pedido pero junto a él se fueron, enojados y como gesto solidario, Mariotto, DElia y Osvaldo Papaleo (el miércoles se cumplieron 40 años del traspaso forzoso de las acciones de Papel Prensa a manos de Clarín, La Nación y La Razón).
La Plaza, con el escenario montado en la mitad, permitía caminar libremente aunque había manifestantes que permanecían por Avenida de Mayo y las diagonales norte y sur. Desde el escenario calcularon 50 mil personas, otras estimaciones mencionaban 25 mil. Representante de la CTA Autónoma aunque distanciado de Hugo Cachorro Godoy (ATE Nacional) y Víctor De Gennaro, Micheli subrayó que a pesar de las fotos conjuntas compartidas por el gobierno y el triunvirato de la CGT, el paro sigue vivo. Acá no se cerró ningún conflicto, acá no hay acta ni pacto que vaya a parar la lucha de los trabajadores de nuestro país. Esta marcha demuestra que el paro está vivo y que lo vamos a seguir construyendo, aunque no le guste a algunos compañeros que quieren pasar las fiestas tranquilos. Si la unidad es sólo para la foto o para obturar un paro, no queremos esa unidad, aseguró Micheli.
Frente a los oradores, entre el Cabildo y las vallas que parten la Plaza por la mitad se veían los colores de ATE Verde y Blanca, CTERA / Suteba, APA (aeronáuticos) y los demás gremios de ambas CTA; también había banderas de la CTEP, Barrios de Pie, Nuevo Encuentro, CNCT, Peronismo Militante, Movimiento Evita, Solidaridad e Igualdad, MST y La Cámpora. La lista de oradores siguió con Catalano, quien vinculó la resistencia de los trabajadores con la necesidad de conformar una alternativa política para recuperar el país. Nosotros estamos acá para decirle a Macri que no vamos a retroceder ni un centímetro. Es el momento de transformar la Argentina y transformar el movimiento obrero con las ideas de Néstor, Chávez y Lula, exhortó al final de su discurso. Luego se escuchó la voz femenina de Rodríguez, referente del MOI, y el demoledor balance de Miño, de la CNCT.
El año pasado, el sector cooperativo tenía un salario promedio de 10 mil pesos por mes. Hoy no supera los 6 mil pesos por mes, a lo que hay que sumar las tarifas. Nuestros compañeros, hoy, llegan con sus ingresos sólo hasta la primera quincena del mes, alertó Miño, quien además mencionó casos de vaciamiento y organización cooperativa como el Bauen, La Litoraleña y La Casona. El cierre de la marcha quedó nuevamente en manos de Yasky: tal como había hecho en su mensaje de la Marcha Federal, el gremialista de origen docente cuestionó duro al gobierno pero también a los medios de comunicación concentrados. Con los dirigentes sindicales de la CGT tuvo palabras medidas: quedó claro que no descarta retomar la unidad en la acción en el futuro cercano.
Hay que defender la unidad del campo popular porque es lo único que tenemos, por más diferencias que tengamos. Es nuestra fuerza. Y nosotros necesitamos esa unidad. No porque no creamos en la fuerza, en el coraje, en la militancia de los que están acá, pero necesitamos esa unidad, insistió en un momento. Yo sé que hay dirigentes sindicales de la CGT que son honestos. Que han demostrado una vida de coherencias. Sé que hay otros que es mejor perderlos que encontrarlos, que se bajan a gusto los pantalones cada vez que los empresarios los llaman por teléfono. Pero hay que apostar a los dirigentes de la CGT que son mayoría, porque por suerte son mayoría, con los que nos podemos sentar, hablar y marcar un camino en común. Y lo mismo con los movimientos sociales. No tenemos que dejar que nos dividan. La división de los gobiernos de la derecha en el campo popular es más vieja que la injusticia, advirtió luego.
En su discurso, Yasky hizo un balance muy realista de la administración de Macri, a la que describió como un gobierno con mucho apoyo y consenso entre los factores de poder locales e internacionales. Por eso llamó a los gremialistas y a los dirigentes de organizaciones sociales, sean del sector que sean, a ser inteligentes.
Enfrentamos un gobierno que no es como el de Menem, ni siquiera como el de la Alianza. Este gobierno representa el punto más alto de unidad de la clase dominante. Lo apoyan los grupos financieros, la Sociedad Rural, los grupos que tienen el manejo de los medios de comunicación. Lo apoya también la casta judicial, que defiende los intereses de clase y la propiedad privada como si fueran perros de presa. Lo apoya la Embajada norteamericana. Lo apoyan un montón de grupos que tienen que ver con el manejo de las finanzas del mundo, como el FMI. Lo apoyan todas las fundaciones que todos los días plantan la semilla de la mentira y que son financiadas por las empresas multinacionales. Frente a un gobierno con todo ese poder necesitamos, imprescindiblemente, la unidad de acción de todas las centrales sindicales. La unidad de acción de todos los movimientos sociales, advirtió.
Yasky criticó al senador Miguel Pichetto por sus recientes dichos sobre la inmigración. «Tenemos algunos Trump en miniatura. Son muy chiquitos. Son insignificantes. Pero hablan de los compañeros bolivianos, peruanos y uruguayos como si fueran herederos de las familias patricias que iban al norte y al sur a exterminar pueblos originarios.»
El líder sindical cuestionó la actuación de los medios concentrados en la naturalización del ajuste que promueve Macri. En ese párrafo utilizó la expresión periodismo de guerra, creada por el columnista de Clarín, Julio Blanck. Los que ocultan, fíjense qué casualidad, son los que sembraron la semilla de este periodismo de guerra hace 40 años, cuando manchados de sangre se apropiaron de Papel Prensa, el monumento a la corrupción y a la complicidad de la clase dominante con el gobierno genocida de los militares. Esos grandes medios hacían periodismo de guerra durante el gobierno de Cristina y de Néstor y hoy hacen periodismo tipo Disneylandia, periodismo amigable, de agachadas. Son los mismos medios que, el día que el gobierno convocó al diálogo, inundaron las pantallas y los diarios mostrando el gran diálogo social. Según ellos, se acababa la conflictividad, se resolvía todo: íbamos a un diálogo en el que el gobierno, de pronto sensibilizado, abría las manos y abrazaba a los trabajadores, ironizó.
Y finalizó acotando: «El día que convoquemos a la segunda Marcha Federal o al paro, lo vamos a hacer con todas las centrales sindicales».
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