Dos historias de unión en la marcha

Por: Gustavo Montiel

Desde Venezuela hasta el amor en las redes sociales, el Día de la Memoria es mucho más que una movilización por el aniversario del último golpe cívico-militar.

En las primeras horas de la tarde, la Plaza de Mayo se transformó en el epicentro donde confluyeron movimientos sociales, agrupaciones políticas, sindicatos y centenares de personas que ya palpitaban la llegada de los organismos de derechos humanos y del grueso de los gremios. A medida que transcurría la mañana, los turistas tempraneros que miraban -en los alrededores del escenario principal- las banderas, remeras y consignas de este 41º aniversario aniversario del Golpe Cívico – militar, dieron paso a militantes, a familias y parejas de diferentes edades, varias con remeras que aludían a consignas ligadas a Memoria, Verdad y Justicia, a los 30000 detenidos-desaparecidos negados por el gobierno macrista, al reclamo de juicio y castigo a los culpables de los crímenes de lesa humanidad, así como carteles que exigían la liberación de la líder de la Organización Barrial Milagro Sala. También abundaron los guardapolvos blancos y las consignas referidas a la lucha docente por una paritaria nacional. En ese marco se notaba, también, en las tonadas, la llegada de contingentes desde varios puntos del país, y e incluso marchantes latinoamericanos.

Entre esas personas que se acercaban caminando por las diagonales Norte y Sur y la Avenida de Mayo a la Plaza, se encontraba Gladys, una médica oftalmóloga infantil nacida en Venezuela que vive en Vicente López, según contó, hace 42 años. En Argentina también formó su familia, donde viven su hijo y sus nietos. “Yo digo que pertenezco a la Patria Grande”, define. “Para mí, tanto Chávez como Néstor y Cristina han sido muy grandes, extraño muchísimo a los dos que fallecieron, aún los lloro. Tengo doble nacionalidad, argentina y venezolana. Este día para mí se trata de seguir luchando contra todas las iniquidades e inconvenientes que nos están pasando, que sigamos adelante para preservar nuestros derechos” marcó. Gladys llegó como parte del Movimiento de Solidaridad por la Libertad de Milagro Sala. “Hemos perdido muchas conquistas que nos ha costado muchísimo ganar, las hemos perdido en un día, en horas. Es muy importante que estemos este 24 en la plaza luchando para que este gobierno de CEOs sepa que hay un pueblo que no se va a dejar sacar sus reivindicaciones. Hace 42 años, llegué acá desde una Venezuela que tenía el 80% de la población bajo la línea de pobreza, sin clase media. Hoy día no hay analfabetismo y la pobreza allá es menor. No es cierto lo que dicen los medios hegemónicos, Venezuela es un país sin desnutrición, hay clase media pujante, y el presidente Maduro es una maravilla, lo amo”, ponderó, con una colorida peluca celeste y blanca, mientras sus amigas y compañeras la llamaban a seguir caminando.

Por Diagonal Norte, caminaba hacia la Plaza una familia, compuesta por Daniel Martín Riquelme, oriundo de Chilecito, provincia de La Rioja, acompañado por su compañera Milagros, quien vive en Vicente López, sus hijos Nicolás y Benjamín, y los padres de ella. Toda la familia llevaba puestas remeras blancas con una frase en letras rojas que resumía gran parte de la consigna de este Día de la Memoria: “Fueron, son y serán 30000 compañeros” en respuesta al negacionismo sobre el número de detenidos-desaparecidos que llegó con la administración nacional de Cambiemos. Pero además, la pareja tiene otro aditamento: se conocieron militando en Resistiendo Con Aguante, la plataforma militante nacional y popular kirchnerista. Daniel y Milagros se reparten entre Buenos Aires y La Rioja. “Vivo en La Rioja”, cuenta Daniel. “Hemos venido a acompañar y a refrendar la memoria de la lucha de los compañeros. Esta lucha que continúa en el día a día, y con un gobierno que golpea a nuestros sectores populares en un momento crítico para nuestra sociedad. Y hoy más que nunca tenemos que acompañar a las Madres y a las Abuelas de Plaza de Mayo, a refrendar la memoria, pedir justicia, seguir buscando a quienes no están, y seguir levantando las banderas que a muchos compañeros les costó la vida: la igualdad y las oportunidades que hoy necesita el pueblo obrero”.

En este aniversario, el dolor es mayor, porque al retroceso en materia de derechos humanos se le suma la pérdida de derechos, especialmente en el plano laboral. Y además, con una presa política en democracia. “El caso de Milagro Sala vuelve a representar eso: usar el Estado para avasallar a las personas, para atropellar con violencia social sobre aquellos actores que quieren buscar modificar la estructura social con mayor sentido de igualdad. Necesitamos estar más unidos que nunca y apoyar a Milagro Sala, es inenarrable es inenarrable lo que está pasando en Jujuy. Y duele que pase en Argentina. Libertad a la compañera Milagro Sala” dice con ojos húmedos. Por sus pagos en La Rioja la situación también azotan los despidos, Daniel, que trabaja como contratado una repartición estatal riojana, recuerda el cierra de la planta de la empresa Puma en esa provincia, y señala que “este gobierno viene a recesionar, a atacar a los sectores más vulnerables, con toda una teoría que ya no tiene sentido en el mundo”. “Simplemente vienen a concentrar la riqueza. En la Rioja cuadruplicaron la tarifa de luz, es terrible y lastima la situación social”, marcó.

“Vivo en Vicente López y trabajo acá en Capital”, cuenta Milagros, licenciada en Administración de Recursos Humanos. “Ver a la gente acá, en la calle, apoyando una vez más, en estos 41 años de lucha, el dolor de las Madres y las Abuelas es el dolor de todos” señaló.

Entre tantas dificultades, queda, todavía, lugar para al amor. “Nos unió este muñeco que tenemos como presidente. Nos unió Scioli. Y nos unió lo nacional y popular. Así que acá estamos”, define Milagros.

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