Después de 8 años de espera, comenzó el juicio por los pozos de Banfield y Quilmes y por El Infierno

Por: Nahuel De Lima

Este martes arrancó el debate por dos de los mayores centros clandestinos de la provincia de Buenos Aires durante la última dictadura. En los últimos días se unificó con el juicio por El infierno. Serán juzgados 18 represores por delitos cometidos contra más de 400 personas.

“Es un logro después de tantos años de lucha que llegue el juicio, que el Tribunal finalmente escuche los testimonios de 400 sobrevivientes y familiares y que los responsables sean enjuiciados y condenados”, celebró Juana Eva Campero, referente de HIJOS Zona Sur. “Estábamos esperando muchísimo la fecha para este juicio porque nos parece de vital importancia impedir la posibilidad de la impunidad biológica que siempre juega a favor de los represores e impide que los familiares puedan tener la política reparadora que implica un juicio”, valoró Daniel Prassel, integrante de la Mesa de Trabajo del Ex CCDTyE Pozo de Banfield. 

Ambos se refieren al comienzo del juicio por los crímenes cometidos durante la última dictadura cívico militar en los pozos de Banfield y Quilmes, dos de los centros clandestinos más importantes del Circuito Camps.

En los últimos días se sumaron además los delitos cometidos en “El Infierno”, como se conoció el centro clandestino de detención de la Brigada de Investigaciones de Lanús (que funcionó en Avellaneda).

El Tribunal Oral federal número 1 de La Plata, integrado por los jueces Ricardo Basilico, Alejandro Esmoris y Nelson Jarazo, decidió unificar los juicios por pedido de uno de los defensores y con el aval de la mayoría de las querellas y de la fiscalía. La justicia consideró la fusión de las causas en tres ejes principales: ambos se hallaban en el mismo momento procesal con audiencias preliminares para analizar las condiciones del debate oral cumplidas, que comparten casos a evaluar e imputados, y que las causas son conexas, es decir que los hechos que investigaron y ofrecen a juicio comparten no sólo víctimas y responsables sino también contexto.

“Si bien alarga el proceso porque habrá más audiencias en general estamos de acuerdo”, celebró manifestó Prassel.

La unificación también extenderá los tiempos del juicio por “El Infierno”, que iban a ser mucho menores. “Este juicio debía empezar el 7 de septiembre y terminar a fin de año, pero ahora lo llevaron a un juicio de cinco años y más de 450 testigos”, señaló Carlos Iaccarino en esta nota a Tiempo, y se mostró preocupado por la avanzada edad de muchos imputados y testigos.

El debate comenzó a las 10 de la mañana con la lectura de los autos de elevación a juicio contra 18 represores por su participación en secuestros, torturas, asesinatos, abusos sexuales y apropiación de bebés.

El debate es uno de los más esperados en la jurisdicción, ya que está elevado a juicio hace más de 8 años. Luego de varios intentos, se había fijado fecha de inicio para el 5 de mayo pasado, sin embargo, la pandemia de covid-19 y el aislamiento social, preventivo y obligatorio obligó su reprogramación. En el medio, uno de los magistrados renunció al tribunal, que debió buscar un nuevos integrante.

Algunos de los casos

A Noemí Di Gianni la secuestraron seis días después del golpe militar de 1976. La llevaron al Pozo de Banfield y estuvo un mes “desaparecida”: fue salvajemente torturada en los calabozos y luego en el siniestro lugar bautizado como “leonera”. Es una de las pocas sobrevivientes del centro clandestino que perteneció al circuito Camps y por el que pasaron víctimas del Plan Cóndor y de “La noche de los lápices”, entre otros. El edificio que cobijó el horror fue convertido en Espacio de Memoria.

“Yo caí el 30 de marzo, el lugar a donde me llevan y donde me torturan es ahí, durante un mes mi familia me buscó, todos los hábeas corpus daban negativo, como si no estuviera detenida poro yo me encontraba en ese lugar. A fines de abril paso a disposición del Poder Ejecutivo Nacional y legalizan mi detención, luego de un paso por la dependencia tercera de Lanús, en Valentín Alsina me ingresan como presa legal a la cárcel de Olmos pero luego de esas fechas las llamadas ‘legalizadas’ ya son con cuenta gotas”, cuenta Noemí.   

“No desaparece quien deja huellas”, dice un cartel en la esquina donde funcionó el pozo de Banfield. El barrio parece no olvidar. “A partir del trabajo en el barrio, los vecinos comienzan a ver el tema de la memoria con otros ojos y se empiezan a involucrar mucho más. Vemos que se va generando un vínculo y nos reconocen como un actor social importante”, destacó Rubén Ciuró, integrante de la Mesa de Trabajo del Pozo de Banfield.

La Mesa logró, tras una década de pedidos y trámites, que el Pozo de Banfield funcione como espacio de la memoria para estar a disposición de toda la comunidad y poder ser visitado por vecinos y escuelas.

“A lo largo del tiempo fuimos poniendo en conocimiento a los chicos el tema de los juicios, que nuestro país es ejemplo en todo el mundo, y este camino lo fuimos recorriendo entre compañeros, contando el funcionamiento del lugar pero sobre todas las cosas humanizando al desaparecido, contando que tenían una vida, que eran profesionales, mostrando que eran personas de una sociedad como nosotros y que tenían un ideal, todos participaban partidaria y políticamente en distintas organizaciones. También poniendo en conocimiento que todos los delitos que se cometieron en este lugar son los más aberrantes que se pueden cometer y que sus responsables van a ser enjuiciados por torturas, abusos sexuales y la sustracción de bebes”, cuenta Juana Eva Campero, quien repasa parte de la construcción colectiva a lo largo de estos años junto a la Mesa de Trabajo.

El Pozo de Banfield funcionó bajo la órbita de la Brigada de Investigaciones de Banfield en las calles Siciliano y Vernet de Lomas de Zamora. De las 253 personas que pasaron por allí, 97 permanecen desaparecidas y al menos 16 son mujeres que dieron a luz en la maternidad clandestina. El Pozo de Quilmes funcionó en la sede de la Brigada de Investigaciones de Quilmes, en las calles Alison Bell y Garibaldi, y pasaron por allí 183 víctimas. ‘El Infierno’ estaba ubicado en Avellaneda, en la calle 12 de Octubre 234. Actualmente, los tres ex centros de detención funcionan como espacios abiertos para mantener viva la Memoria, la Verdad y la Justicia.

A partir de la unificación, el juicio oral repasará los crímenes cometidos contra 442 víctimas que pasaron por los pozos de Quilmes y Banfield y por El Infierno. Se prevé que en total 450 personas ofrezcan testimonios por esos delitos por los que están imputados 18 represores, entre ellos Miguel Osvaldo Etchecolatz, quien fue mano derecha del general Ramón Camps, jefe de la Policía Bonaerense durante la última dictadura.  

También se sentarán en el banquillo de los acusados quien fue ministro de Gobierno bonaerense, Jaime Lamont Smart, y Juan Miguel Wolk, que espera el debate preso en su casa de Mar del Plata, sin condena. Desde que las causas fueron elevadas a juicio, tres represores involucrados en los crímenes de Banfield y Quilmes fallecieron sin ser juzgados.

¿Por dónde puede seguirse el juicio?

Quienes quieran presenciar las audiencias todos los martes podrán hacerlo a través de los siguientes tres canales de acceso libre y abierto, sin la necesidad de pedir autorización:

1. Canal de YouTube de Poder Judicial 

2. La página Web del Centro de Información Judicial (CIJ): www.cij.gob.ar

3. Y el canal de YouTube de La Retaguardia

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