El efectivo de la Federal fue a buscar una play station que había comprado por internet y terminó matando de 18 disparos al vendedor tras un confuso intento de asalto. Para la Correpi, es un claro ejemplo de gatillo fácil
Según el testimonio que dio a sus pares de la Policía de la provincia de Buenos Aires y que no tiene validez judicial, Rendichi se identificó como tal y desenfundó su pistola Bersa calibre 9 milímetros. Contó también que el atacante efectuó un disparo que fue repelido por el efectivo, quien aseguró que disparó al menos en cuatro oportunidades.
Sin embargo, el joven que recibió los balazos no fue el que lo atacó a tiros sino el que lo había recibido en primera instancia. Lucas Barrios recibió 18 balazos, la cantidad exacta de proyectiles que había en la Bersa del policía. El dato surge de la autopsia que le realizaron. Lucas murió en el Hospital Fiorito.
Tras lo ocurrido, el policía subió rápidamente a su auto, en el que lo esperó su hermano, y se dirigió a la comisaría 1era. de Avellaneda, donde dio su versión de lo sucedido. Allí, el agente que integra la fuerza hace dos años entregó su arma reglamentaria y una pistola 9 milímetros marca Tanfoglio que se le había caído al hombre que lo atacó.
El fiscal Elbio Laborde, a cargo de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 3 descentralizada en Avellaneda, dispuso la aprehensión del efectivo Rendichi. Además, el personal de Policía Científica fue al lugar del hecho a realizar las pericias pero al llegar las vainas servidas ya habían sido retiradas.
«Los 18 proyectiles (17 en el cargador más uno en la recámara) impactaron entre el abdomen, el tórax y las piernas», agregó un vocero encargado de la pesquisa. En principio, Laborde caratuló la causa como «homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego» y decidió que Rendichi, quien será indagado este lunes, continúe detenido por ese delito.
Para la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI) lo sucedido es un claro hecho más de gatillo fácil. En un comunicado, la organización consideró: “Claro que a la justicia siempre le faltan cinco guitas para el peso cuando se trata de miembros del aparato represivo. Un policía, que según su propia admisión se identifica como tal y dispara su arma reglamentaria, por añadidura 18 veces, sobre una persona desarmada que no lo estaba agrediendo, no comete un homicidio simple, con la agravante del uso de arma, sino un homicidio calificado por ser integrante de las fuerzas de seguridad que actúa abusando de su cargo o función. El que dispara es el individuo, pero el arma y la función son estatales, lo que determina que el delito sea un crimen de estado. Esperamos no enterarnos muy pronto que el fiscal considere que el policía federal “no representa riesgo de fuga” ni ofrece “peligros procesales” y lo deje en libertad, como sucedió, en la misma fiscalía, con otro policía, de la extinta Metropolitana, que en 2011 fusiló a los adolescentes Rodrigo Alfredo Romero y Jesuán Ariel Marchioni, nunca detenido”.
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