Francisco de Narvaez tomó el control del negocio de su abuelo y, con vaivanes, nunca lo dejó del todo, además de dedicarse a múltiples actividades, incluida la política. Sus lazos en Uruguay.
El «Colorado», como se lo conoce en ciertos ámbitos, junto con su hermano Carlos se hicieron cargo de la cadena a fines de los ’80 y le imprimieron una fuerte expansión. Competían mano a mano con las cadenas Carrefour (francesa), Jumbo (chilena) y Coto (argentina). Se bancó la llegada de Walmart (multinacional), Unimarc y Ekono (chilenas), Ahold (holandesa) y Casino (francesa). Pero a fines de 1998, cuando tenía 61 locales aceptó abiertos, una oferta de US$650 millones proveniente del fondo de inversión The Exxel Group, que con el tiempo terminó vendiendo el paquete de negocios a Carrefour.
Pero De Narvaéz mantuvo sus supermercados en Ecuador y Uruguay. Del otro lado de la orilla, la marca mantenía el logo, pero siempre se llamó Ta-Ta. Además incursionó en negocios como San Roque (farmacias), Frontoy (mayorista), Multiahorro (electrodomésticos), Woow (tienda online) y BAS (tiendas de ropa). Su incursión en la política le corrió el centro de la escena a sus negocios, aunque nunca del todo. Ya hace un par de lustros que se anunció una asociación con el fondo de inversión L Catterton, para la adquisición de marcas de moda como Caro Cuore y Baby-cottons. Y había ingresado a Rapsodia, como socio de Sol Acuña. Además, fue accionista de América TV (se retiró en 2017) y del diario El Cronista, en el que mantiene el control.
Entre sus íntimos reconocía su inquietud, casi su extraña vocación, de regresar al rubro que hizo millonaria a su familia. Lo concretó con la adquisición de Walmart Argentina que transforma en la cadena de hípers ChangoMAS y Punto Mayorista. El grupo tiene más de 9.400 empleados directos en 92 tiendas, distribuidas en 21 provincias.
Tan ecléctico para los negocios como para la política. Acompañó a Carlos Menem en 2003, luego se alineó con Eduardo Duhalde, y ya diputado (lo fue dursante dos períodos) se alió a Mauricio Macri y Felipe Solá para derrotar a Néstor Kirchner, Daniel Scioli y Sergio Massa, en las célebres elecciones bonaerenses de medio término del 2009, con sus reiteradas intervenciones en los medios, especialmente la tv, y el tan insólito como inolvidable slogan «alica-alicate». Los giros lo llevaron a militar con Massa, ya en 2015. Pero su reiterada y frustrada intención de ser candidato a gobernador bonaerense lo llevó a retirarse de la política partidaria. Al menos, por ahora.
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