Una muestra en el Centro Creativo El Obrador traza el recorrido por más de 3000 publicaciones nacionales destinadas a niñas y niños a lo largo de las décadas. De Anteojito a Billiken, un rescate emotivo de piezas en peligro de extinción que también acompañaban en cada generación a los contenidos escolares.
Para Juan Cantafio, coleccionista de revistas y curador de la muestra, adentrarse en el universo de las revistas infantiles es hacer arqueología: «Es como buscar un hueso en la Patagonia. Creo que están verdaderamente en extinción. Es una pena. Estoy intentando en que no desaparezcan». En su colección privada –de todos los temas y todos los tiempos- tiene más de 600 mil revistas. En la exhibición, con foco en infancias, hay más de 3000.
La muestra surge por iniciativa del Centro Creativo El Obrador (que impulsa “expresiones artísticas y actividades culturales vinculadas al trabajo y la transformación social”), con la idea de “desarrollar un mensaje sobre las infancias y la escolaridad”. Por eso, aunque la revista para niñes más antigua de Argentina –La estrella matutina– data de 1867, la exhibición arranca en 1919 con el nacimiento de Billiken. “Es una travesía por las revistas infantiles más importantes, con eje en las dos principales, que nutrieron el contenido escolar”.
En unas vacaciones de invierno donde lo gratuito no abunda (en la era Milei, hasta Tecnópolis se transformó en un espacio para eventos privados), la muestra Infancias en papel es de entrada libre, de lunes a viernes de 11 a 19 en Mitre 1670, a pocos metros de las princesas y superhéroes que promocionan obras teatrales sobre Avenida Corrientes.
Se inauguró días antes del receso escolar y permanecerá hasta octubre, fecha en la que formará parte de la Noche de los Museos. La próxima semana empezarán las visitas de colonias, y luego las puertas quedarán abiertas también para escuelas que pidan turno para recorridos guiados contemplando los distintos niveles educativos.
“Hay una rayuela gigante de personajes, una sopa de letras gigante para buscar nombres de revistas. Y como hoy todo es pantalla, hicimos dos ejemplares enormes –uno de Billiken y otro de Anteojito– para que los puedan manipular, pasar las páginas. Algo que hoy los chicos casi no conocen”, lamenta Cantafio. El recorrido parte de los ejemplares más nuevos, en un viaje hacia atrás en el tiempo. Además de portadas de Genios y Explora, las hay de AZ Diez, Compinches, Fabulandia, Petete, la revista de Carlitos Balá y tantas otras, impresas y digitalizadas.
“Billiken nace en 1919 y cumple una función como si fuera hoy Internet. Argentina era un país nuevo, con poca población, donde no había forma de informarse. Billiken, más allá del contenido y el lenguaje infantil, nació de forma enciclopédica”, cuenta el coleccionista. Y acota: “Muy distinto al nacimiento de Anteojito en 1964, cinco décadas después, cuando ya había una enorme alfabetización. Era más tierna, más dulce, con colores. Era otra cosa. Con contenido escolar, pero también con la maravilla de los personajes creados por Manuel García Ferré”.
Algunos de esos seres –como Hijitus o la Bruja Cachavacha– están también en forma de muñecos en la muestra, aporte del Club del Cómic. “Los chicos no tienen contacto con las revistas. Las descubren acá. Pero empiezan por los muñecos. Y entonces preguntan. Es hermoso que pregunten”, se entusiasma.
Lauren Rea, británica doctora en Historia Cultural por el King’s College London, publicó el libro La historia de Billiken. Asegura que es la revista infantil «de más larga trayectoria del mundo” y la que más ejemplares publicó (fueron 5144, llegó a vender medio millón por semana).
Dice que su historia es “compleja, contradictoria y en ocasiones incómoda”, adaptándose a contar la historia con cada gobierno: «La gente piensa que la política no tiene lugar en un medio infantil, cuando en realidad está siempre ahí porque va acompañando todo lo que pasa en el país«.
«Las personas podemos adquirir poderes, uno es la posibilidad de leer. Eso es un poder que hoy se resignifica porque hay mucha gente que no sabe o no puede leer. Muchos empezamos por acá. Esta muestra aspira a recordar muchas cosas de nuestra infancia desde el afecto, y también revaloriza el poder de leer”, destacó en la inauguración Federico Recagno, director de El Obrador.
Una de las paredes de la sala de El Obrador está cubierta por 40 portadas de revistas con los rostros de José de San Martín y Manuel Belgrano. Ilustrados de distintas maneras, con diferentes títulos y de todas las épocas, forman parte de los temas patrios que presentes en Billiken y Anteojito de principio a fin. “Las revistas escolares en Argentina se caracterizaron por seguir el calendario. Días antes del 25 de Mayo salían con temas alusivos a la Revolución, lo mismo antes del 9 de julio con la Independencia. Por eso incluimos paredes patrias”, explica el curador.
En la propia historia de Cantafio la pasión por las revistas se enlaza con la escolaridad. Tenía ocho años cuando su abuelo paterno, Andrés, aportó sin saberlo las primeras piezas de su colección. Era un inmigrante italiano, analfabeto, llegado a la Argentina después de la Primera Guerra. Para fines de 1970, ya anciano, “fue a hacer unas changas con sus herramientas de jardinería por unas chirolas” para empezar a comprarle Anteojito a su nieto, que por entonces terminaba tercer grado. Mantuvo el hábito todos los jueves durante tres años.
“Mi abuelo estaba muy orgulloso de que uno de sus descendientes estudiara y le gustara. Fue su forma de estimularme y que no abandone la escuela. Yo estaba fascinado, en mi casa era un lujo tener una revista. Cuanto más pasa el tiempo más lo valoro, forjó en mí un interés supremo”. Cantafio nunca recortó esos ejemplares. Los conservó tal como se los dio su abuelo. Para leerlos una y otra vez. Así nació el coleccionista. «
Para Juan Cantafio, hacer la muestra de revistas infantiles fue “cumplir un sueño que ni sabía que tenía”. Exhibió muchas veces piezas de su colección, pero el foco puesto en las infancias y la idea de llegar a un público que no conoce las revistas en papel le dio un toque especial.
Tiene otro sueño, aún pendiente. “Tengo la intención, no tengo el dinero para hacerlo, de crear el Museo Argentino de la Revista. Hay un solo museo de revistas en Holanda. Sería genial que Argentina en América tenga otro –anhela–. Mi fin es que se conozcan. Por eso estas actividades son gratuitas. Es arqueología. Están en vías de extinción, lo digo lamentándolo mucho. Pero las generaciones todavía las pueden conocer”.
Preservar revistas implica clasificarlas y foliarlas, archivarlas en cajas plásticas herméticas y ordenarlas por tipo o tema. La Colección Cantafio Arte de tapa llena un depósito entero y grandes estanterías de su casa. A fuerza de donaciones, canjes de publicaciones usadas en Mar del Plata y hasta ejemplares encontrados en salas de espera de consultorios.
Las más de 600 mil revistas de Juan Cantafio incluyen una colección dentro de la colección. Unas diez mil piezas relacionadas con el peronismo. En su gran mayoría, diarios y otras publicaciones. Pero también cajas de fósforos, señaladores y afiches. “Hay un mercado de objetos peronistas gigantesco. El peronismo es muy icónico y se gestó mucha producción cultural de objetos de todo tipo: cuadernos, señaladores, posters, postales, mates, bebidas, etiquetas, juguetes, adornos, camisetas, bufandas”, enumera.
Así como la primera revista infantil le llegó de manos de su abuelo, en Villa Ballester, el acercamiento al peronismo también se dio por medio de la familia y el afecto. Carmen, la mamá del coleccionista, tuvo durante mucho tiempo un único juguete: la muñeca que le entregó Eva Perón cuando pasó por su barrio con un camión de regalos.
La primera revista sobre Eva la adquirió un verano en Mar del Plata en 1978, cuando tenía 16 años. Por entonces el Monumento al Lobo Marino era punto de encuentro para jóvenes que jugaban a la perinola e intercambiaban revistas. Fue en esa época, después de coleccionar ejemplares durante casi toda su infancia y adolescencia, cuando Cantafio comenzó a considerarse un coleccionista profesional. Con el tiempo, sería reconocido como el coleccionista privado más grande de América Latina.
Además de visitar la muestra de revistas en El Obrador, las vacaciones de invierno son una gran oportunidad para recorrer diversas ferias libreras destinadas en su mayoría al público infantil.
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