Pedrógão Grande, Portugal
Portugal se preguntaba este martes cuáles fueron las causas profundas del mortífero incendio contra el que seguían luchando miles de bomberos, que suscita dudas sobre la gestión de los bosques y las carreteras.
El fuego en torno a Pedrógão Grande, en el centro del país, debería estar controlado «hacia el final de la mañana», esperaba Vitor Vaz Pinto, responsable de protección civil, gracias al trabajo de los 1.150 bomberos y cerca de 400 vehículos que seguían movilizados. Las columnas de humo continuaba alzándose en las colinas cercanas.
Algunas de color negro indicaban la presencia de fuegos activos, según periodistas de la AFP en el lugar. En un cielo más despejado que la víspera, pero aún cruzado por una capa de humo, los aviones antiincendios proseguían sus idas y venidas, cargando agua en un lago cercano al pueblo de Pedrogao Pequeno.
Once aviones de lucha contra el fuego enviados por países vecinos fueron desplazados a la zona. En todo Portugal, cerca de 2.000 bomberos están movilizados en 80 frentes.
El balance del incendio, declarado el sábado en el centro del país, se mantenía estable el martes por la mañana, con 63 muertos. Pero el número de heridos fue revisado al alza, 157, siete de ellos graves, incluido un niño, según protección civil.
En las aldeas de estas zonas rurales, la lucha contra las llamas proseguía pero las críticas comenzaban a surgir.
El padre José Gomes, cura de Figueiro dos Vinhos, dijo a la AFP que a los habitantes «les faltó apoyo de los bomberos, a veces incluso agua». «Hay un ambiente de revuelta contra los servicios de socorro».
Algunos se preguntaban también si las carreteras se cortaron suficientemente rápido el sábado. Un total de 47 personas murieron en la carretera nacional 236, de las cuales 30 quedaron atrapadas por el fuego. Según las autoridades locales, eran en su mayoría familias que iban a pasar la tarde a una playa junto a un río cercano.
Eucaliptos inflamables
En la prensa portuguesa, junto a relatos de la tragedia y retratos de las víctimas había también lugar para la polémica.
«El plan contra los incendios no había sido revisado desde hacía cuatro años», «Fallos en las comunicaciones para combatir el incendio», «El bosque en la trampa de los eucaliptos», titulaban los diarios.
El diario Publico recordaba que el plan de lucha contra el fuego debe ser actualizado cada dos años, pero que en los últimos tiempos «el tema de los incendios forestales no fue considerado como urgente» por el parlamento portugués.
El Jornal de Noticias señalaba el problema de las antenas de comunicación de los servicios de socorro, que parecían haber sido dañadas por el calor del incendio, lo que habría retrasado el trabajo de los bomberos.
También a debate, el problema de los eucaliptos, altamente inflamables. Para Joao Camargo, experto de cambio climático citado por Publico, estas plantaciones industriales no reguladas son en gran parte responsables del problema.
«Estas últimas décadas, hemos visto un aumento en la frecuencia de los incendios forestales» en Portugal, más que en otros países del sur de Europa, afirma. Y con la desertificación de su campo, hay matemáticamente menos personas para limpiar la maleza, terreno ideal para los incendios forestales.
También se elevaron las voces en el ámbito político. «No puede no ser culpa de nadie. No basta con que el presidente de la República dé besitos en la lastimadura. Decir que no se puede hacer nada no es suficiente», se indignó Helder Amaral, el diputado del partido conservador de oposición CDS en su página Facebook.
Las llamas consumieron ya casi 26.000 hectáreas de bosque, según el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales.