Con los principales acusados presentes a pocos metros de ella, la ex vice presidenta señaló al fiscal Diego Luciani como creador de un "clima de odio" en su contra que devino en el atentado.
La declaración de la ex presidenta no aportó nada relevante al episodio en sí. Pero sirvió para amplificar, por el peso de su figura, que en este juicio “sólo están los autores materiales” del atentado, pero no “los autores intelectuales y los que lo financiaron”. Cristina Kirchner enumeró una sucesión de hechos que ocurrieron previos a que Fernando Sabag Montiel acercara un arma a diez centímetros de su cabeza y gatillara sin que la bala saliera.
Cuando recordó ese momento del “click” que no fue “boom”, se aferró al rosario que lleva colgado en su cuello: “Dios y la Virgen quisieron que la bala no saliera. Los militantes impidieron que volviera a cargarla y disparara de nuevo”.
A unos cinco metros, Fernando Sabag Montiel la miraba, de a ratos fijamente, por otros como despreocupado y hasta fastidiado por su presencia. Su ex compañera Brenda Uliarte parecía estar en otro escenario y Gabriel Carrizo, el jefe de “los copitos”, se encerraba en sí mismo y apenas se le adivinaban gestos y expresiones.
No hubo diálogo directo entre los acusados y la víctima. Pero Cristina dejó en claro que ellos (en todo momento los llamó “autores materiales” aunque probablemente no todos sean condenados) no son sólo “ellos”.
La ex presidenta enumeró situaciones y personajes que, directa o indirectamente estuvieron relacionadas con el atentado y que nunca fueron investigadas a fondo. Atribuyó esa conducta al “partido judicial” y no lo focalizó solo en la jueza María Eugenia Capuchetti y el fiscal Carlos Rívolo, cuyo apellido ni siquiera recordó.
Sí hizo hincapié en el fiscal Diego Luciani, a quien identificó como uno de los responsables en la creación de un clima de odio en su contra a raíz de la forma en que pronunció su alegato a lo largo de 22 días en el juicio por la obra pública en Santa Cruz. Luciani terminó su alegato el 22 de agosto de 2022; una semana después se produjo el atentado. En el medio, la tensión y la violencia frente al departamento de la vicepresidenta fueron un in crescendo permanente.
La ex presidenta recordó que después de aquel 1 de septiembre todas las manifestaciones de odio frente a su vivienda desaparecieron y nunca más volvieron.
En el tramo final, el abogado querellante José Ubeira le preguntó a Cristina Kirchner si le había sorprendido que Patricia Bullrich, otrora líder de la oposición y hoy ministra de Seguridad, no hubiera repudiado el atentado en su contra.
“Conociéndola como la conozco desde que era muy jovencita, de ella no me sorprende nada”.
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Está claro el porqué muchos jueces no quieren investigar al triángulo del odio que viene operando en Argentina desde hace más de 70 años años y se puso en evidencia con el atentado con bombas en erl subterráneo abril de 1953. Continuó con los bombardeos a la plaza, los fusilamientos, la proscripción a Perón y la prohibición del peronismo y más recientemente con los 30.000 desaparecidos y el robo de sus hijos nacidos en cautiverio. Ese triángulo está integrado por parte de los poderes fácticos y concentrados, por la gran mayoría de los medios de comunicación y de la propia justicia. El intento de magnicidio que sufrió Cristina es el último capítulo, pero lamentablemente no será el último, en especial cuando desde la propia presidencia de la Nación se alienta al odio. Es hora de que la inmensa mayoría de los argentinos, sin distinción de banderías políticas digamos BASTA DE ODIO EN LA ARGENTINA!