Quiere aprobar en asamblea un acuerdo entre Estudiantes de La Plata y un empresario estadounidense. En “Presidente” (Ediciones Al Arco), el periodista Juan Rubinacci aborda su figura. Un extracto del libro editado en 2024.
La crisis de crecimiento
Verón entendió que lo que le estaba pasando al club era una crisis de crecimiento, no porque las cosas se hubiesen hecho mal, sino que se había llegado a un techo con esa forma de gestionar. La búsqueda era insistir con aquello de cambiar el rol del dirigente, personas que están ad honorem, dejando buena parte de sus vidas de lado. De 28 que forman la CD de Estudiantes por estatuto, por lo general no son más de cinco quienes finalmente resuelven todos los temas y sus actividades privadas se resienten por estar todo el día en el club. En la nueva etapa, Verón pensaba en dirigentes que sean la visión del club, pero el día a día llevado adelante por los mandos medios, los empleados con permanente comunicación con ese dirigente responsable del área. Creyó en otro tipo de reuniones de conducción, algo así como las que llevan a cabo los gabinetes de gobierno, con sus secretarios o ministros que informan brevemente sobre lo que les compete, se toma una decisión y se vuelve al trabajo. Sin estar todo el día en el club, pretendía una nueva figura que permaneciera conectado con los temas, con el teléfono encendido y que agilizara las tareas. Una función productiva.
Verón pensó, una vez que pasara la elección de autoridades, en conformar nuevas áreas y acotar el número de dirigentes. Para ello debía convocarse a una asamblea que apruebe una reforma del estatuto y así poder contar con poco más de diez dirigentes que colaboren en las nuevas áreas que se crearían para las distintas gerencias, o secretarías. En épocas en las que el gobierno de Javier Milei puso en agenda el arribo de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD), Verón buscó despegarse de aquello para no confundir el sistema de gestión que pretendía con una política con la que no coincidía. Así como tampoco consideraba que el modo actual de conducir los clubes y la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) sea el mejor. Había allí un modelo obsoleto que quería cambiar, pero no regalándole los clubes a una sociedad anónima, y eso había que explicarlo, había que contárselo a los hinchas. Para ello Verón mandó a organizar encuentros y charlas con diferentes sectores del pueblo pincha y las dividió entre las agrupaciones, socios de la tribuna, los movimientos sociales y culturales del club y encuentros virtuales con las filiales de todo el país. No quiso dejar a ningún sector sin conocer de qué se trataba la revolución.
El mensaje debía ser claro: no se hizo todo mal desde 2014 hasta 2024; al contrario, en la década veronista se tocó un techo y para seguir creciendo se debía hacer algo distinto sin tirar todo abajo. Lo que pasó en Estudiantes también había sucedido en otros clubes que se modernizaron y crecieron en las últimas décadas, como Vélez, River o Lanús. Verón y su mesa chica, compuesta por Turner, Tabares, Bo, Pepe Sánchez y Gabriel Pregal, vinculado al plano social, valoraron mucho la gestión de Martín Gorostegui. Consideraron que supo llevar el proyecto iniciado hacía diez años sin correr el norte y a buen ritmo, incluso con la conquista de la Copa Argentina. Fue sugestiva la noche de esa consagración, en la que Verón desde su Instagram y luego en el balcón municipal, festejó con el buzo “Estudiantes revolución”, un rato después de ver por televisión al plantel levantar el trofeo y pocas horas antes de plantearle a la CD la necesidad de la renovación. Verón estaba convencido de que a los socios e hinchas se les debía ofrecer algo más que ir a la cancha y las comodidades del Country en el verano. Pensó que en pocos años la masa societaria se iba a incrementar de a miles y que el club no podía estancarse.
Además de esa vía de comunicación directa, mano a mano con los hinchas, Verón aprovechó durante el mes de marzo de 2024 sus casi 800 mil seguidores en Instagram para dejar mensajes acerca de lo que se venía, algunos más explícitos que otros. Por ejemplo, con una imagen de Estudiantes revolución, acompañó la frase: “El cambio es la ley de la vida, la evolución… cualquiera que sólo mire al pasado o al presente se perderá el futuro”. Antes, había hecho referencia a aquello de las dos lógicas de trabajo, “que las mantenga separadas cuando corresponda y las una cuando corresponda”, publicó.
Más: “El desafío es sostenerse en lo híbrido. En el caso del Pincha es un club con la trayectoria de tener una escuela, de pensar en el otro, de preocuparse por las inferiores y de saber que lo comunitario está en el centro de su identidad. Es un club de trabajo y de poner al club por encima de las personas. Esa identidad y distintas personas han hecho del club una organización exitosa, y que desde los parámetros de éxito le va bien, en lo deportivo y en lo comunitario (y le cierran los números)”.
Pero tal vez lo más apropiado, lo que más se ajustó a lo que Verón pretendía para la nueva etapa era lo que el conferencista, profesor y consultor en estrategia e innovación español, Xavier Marcet, publicó en marzo bajo el título “En serio” en el diario La Vanguardia. De la nota, Verón extrajo un fragmento y lo difundió en su cuenta de Instagram:
“Ir en serio es ir en serio. Es poner foco. Es poner la directa. Es decidir entre dudas sin tener toda la información. Es determinación ante la dificultad. Es prueba y error y someter el ego para rectificar si hace falta. Es entender que la transformación son personas en transición. Ir en serio es no marear la perdiz. Dar alas a la gente. Empoderar equipos. Ir en serio es escoger a las personas adecuadas. Sembrar confianza. Ir en serio es cuidar la fluidez, asaltar los cuellos de botella. Es pensar en abatir objetivos más que en coleccionar indicadores. Cuando se va en serio hay claridad sobre responsables y resultados. Hay poco comité. Reuniones, las justas. Hay acción. Hay tensión positiva. Hay reconocimiento. Pero ir en serio también es construir legado, pensar en lo que queremos dejar. Tratar de derrotar la mediocridad que siempre acecha. Humillar cualquier arrogancia. Exigir desde la autoexigencia. No amilanarse ante los desprecios. Protegerse de las lecciones con retranca. Ir en serio es disfrutar cada minuto de cada avance. Es esfuerzo, eso que viene después del cansancio. Ir en serio es crear esos momentos en que todo es posible, hacerlos crecer y sostenerlos. Y al final ir en serio es sortear los elogios antes de tiempo. Vocación de aprendiz, profesión de aspirante”.
Algo extenso para una story de la red social, aunque preciso para lo que Verón quiso contar o tomar del CEO de la consultora Lidera Lead to Change, la cual, según su descripción en las redes sociales, es la aplicación de la innovación. Renovar la estrategia requiere cambios organizacionales que sólo un liderazgo fuerte puede aprovechar. Verón estaba de vuelta, otra vez líder y nuevamente con determinación.
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