Allí expresamos: «La bala no salió pero podría haber salido. La intención de eliminar a otra u otro sólo porque piensa distinto contradice los principios más básicos del pacto democrático inaugurado en 1983».
Manifestamos, además, que «el intento de magnicidio está envuelto en un clima de impunidad, una investigación obstructiva y negligente y una decisión judicial de no indagar en los vínculos financieros que lo hicieron posible. Tampoco hubo acompañamiento de parte de la oposición, la que ni siquiera repudió el hecho. La falta de condena y el surgimiento de una atmósfera de ocultamiento es también parte de la violencia política en el país».
El futuro es con más democracia y no volviendo a los tiempos de la violencia. El futuro es con más distribución y equidad y no retornando a los tiempos de las políticas neoliberales.
En lo económico, el ministro Sergio Massa anunció el domingo pasado un paquete de medidas para mitigar los efectos de la devaluación. Incluye sumas fijas no remunerativas y créditos para trabajadoras/es, mejoras para monotributistas, aumentos para jubiladas/os, subas en transferencias para ayuda social, baja de retenciones para economías regionales, alivio a sectores productivos, incluidas PyMEs, entre otras iniciativas.
Respecto a la suma fija para los/as trabajadores/as que ganan menos de $ 400 mil, que es no remunerativa, en las microempresas el costo lo absorbe el Estado mediante un pago a cuenta del 100% de las contribuciones patronales (para las pequeñas empresas llegará al 50%). Estos incrementos podrán ser absorbibles por paritarias. Es un beneficio que llegará a unas 5,5 millones de personas.
Desde sectores del empresariado se salió a hablar de «imposición», para oponerse a la suma fija. No obstante, muchas de estas grandes empresas recibieron los fondos del Programa ATP, destinado a mantener los procesos productivos del país y garantizar el sostenimiento del empleo durante la pandemia y la recuperación posterior.
El paquete también incluye un conjunto de medidas en materia de ingresos: un refuerzo de las jubilaciones mínimas de $ 37.000 mensuales en septiembre, octubre y noviembre, más el aumento del 23,3% por la ley de movilidad, elevando la mínima a partir de septiembre a $ 124.460; una suma fija para los/as trabajadores/as de casas particulares; el refuerzo de la Tarjeta Alimentar y de la asignación del Potenciar Trabajo. Se trata de paliar los efectos de la inflación, que se aceleró tras la devaluación posterior a las PASO.
Los efectos de la pandemia, de la deuda con el FMI y las dificultades que trajo la sequía no tienen punto de comparación. La actual gestión ha tenido que lidiar con todos estos condicionantes (sumados a las nueve emergencias que dejó la gestión de Mauricio Macri).
Todas estas situaciones, que complicaron la gestión del gobierno, impactaron en el humor social. En este entorno, se fortalecieron alternativas que van en la dirección contraria.
El 2024 debería ser muy distinto, ya que estarán los más de U$S 20 mil millones de divisas que quitó la sequía, con el impacto positivo que ello tendrá en términos de Reservas Internacionales y de recaudación fiscal. También empezarán a rendir sus frutos los proyectos de mediano plazo, como es el caso del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner, y la reversión del Gasoducto Norte, licitada recientemente.
Una de las grandes asignaturas pendientes en nuestro país es poder avanzar con una fuerte recomposición de ingresos, y llegar con trabajo de calidad principalmente a la base de la pirámide social, que es la que está más necesitada y más desprotegida ante las coyunturas adversas.
Para poder llevar a cabo estas políticas hacen falta recursos y ahí es donde aparecen las disputas alrededor de los «cómo», que dependen, en el plano estrictamente político, de la posibilidad de contar con las mayorías necesarias para poder vencer las resistencias y avanzar en la dirección de alcanzar un país más justo.
Sin ir muy atrás en el tiempo, hay que tener en cuenta que la economía creció en el año 2021 (10,7%) y en 2022 (5%). Es decir, que la torta aumentó su tamaño, pero la mayoría de las personas tiene la misma porción o incluso algo menor.
El injusto patrón de distribución y su agudización se observa en el mundo entero. Según el FMI, en 2022 se registró un crecimiento global del 3,5%, lo que significa que la torta se agrandó. No obstante, la desigualdad está más que documentada: el Informe de Riqueza Global 2023 del Credit Suisse destaca que en 2022 el 1% de la población global acaparó el 44,5% de la riqueza, mientras que las «disparidades regionales se reflejan en el hecho de que Norteamérica y Europa agrupan el 56% de la riqueza con tan sólo el 16% de la población mundial». Un mundo tremendamente desigual.
Por eso en casi todas las latitudes han aparecido variantes que están tratando de disputar el debate ideológico de manera más explícita. La mención a la «justicia social» como algo aberrante es toda una novedad discursiva que llena de preocupación, en especial a cuarenta años de la recuperación de la democracia. Un nuevo momento de la batalla cultural, en este caso con un formato que apunta a naturalizar la injusta distribución de los recursos existentes y el sálvese quien pueda. Se apunta contra el Estado y contra todo el conjunto de políticas públicas que resultan necesarias.
Argentina tiene sobre su espalda un verdadero cepo, que es el acuerdo con el FMI. En este caso se evidenció la presión del Fondo para realizar una gran devaluación antes del desembolso de los U$S 7500 millones. Según informó el ministro de Economía, originalmente se solicitó una depreciación del peso del 100%, que pudo ser atenuada por la firmeza con que negoció el gobierno argentino, ya que se terminó acordando un 21,8%.
Complementariamente, esta suba tiene una particularidad que casi nadie comenta: se fija el tipo de cambio oficial en $ 350 hasta mediados de noviembre. Es una medida importante desde el punto de vista de la reducción de la incertidumbre.
Hay sectores que impulsan los precios incluso por encima del porcentaje de incidencia de la depreciación cambiaria. En muchos casos sin la más mínima justificación desde los costos. Ante los aumentos resulta imprescindible que haya una recomposición del ingreso de la ciudadanía, y el gobierno, con las recientes medidas, trata de mejorar los ingresos de los sectores más débiles y vulnerables.
No hay duda de que, para avanzar con lo que falta, es por acá. Si bien hay insatisfacción, nada se va a poder mejorar yendo para el otro lado.
La Argentina tiene todas las potencialidades por nuestras reservas de energía, gas, petróleo, litio, por la capacidad de producción agropecuaria, por el desarrollo de la industria, por el avance en ciencia y tecnología, y por las aptitudes de nuestra población. Estas condiciones permiten visualizar una sociedad donde los estándares sean más altos que los actuales. Estamos convencidos de que éste es el camino para lograrlo. «
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