El Tribunal Oral Federal 1 de La Plata lo encontró responsable por delitos cometidos contra 84 personas que pasaron por ese centro clandestino.
Se trata de la octava condena a perpetua que recibe Etchecolatz por su participación en delitos de lesa humanidad y el represor siguió el veredicto desde el penal de Campo de Mayo, donde se encuentra detenido por otras causas.
Para escuchar la pena, se puso de pie y se pudo observar un cartel que se había colgado del cuello con la leyenda: «Señor Jesús, si me condenan es por seguir tu causa».
El represor fue condenado a perpetua en el marco del juicio que investigaba las privaciones ilegítimas de la libertad, agravada por torturas, homicidio y abuso sexual en perjuicio de 84 víctimas que estuvieron cautivas durante la dictadura en el centro clandestino que funcionó en la Brigada San Justo.
En el proceso oral y público de esta causa estuvieron imputados miembros del Ejército, de la Policía de la Provincia de Buenos Aires y civiles que integraron el gobierno bonaerense durante los años del terrorismo de Estado.
Entre ellos se contaron Rodolfo Enrique Godoy, responsable del Área 114; Roberto Armando Balmaceda, Jorge Héctor Di Pasquale, Ricardo Armando Fernández, Emilio Alberto Herrero Anzorena, Carlos del Señor Hidalgo Garzón y Carlos María Romero Pavón, quienes integraron el Destacamento de Inteligencia 101.
La asociación Abuelas de Plaza de Mayo, querellante en este juicio, recordó a través de un comunicado que, entre los casos que se analizaron en el debate, se encuentran los secuestros de María Asunción Artigas, Mónica Sofía Grinspon y Mónica María Lemos, quienes permanecieron detenidas embarazadas en la Brigada de San Justo y fueron trasladadas al Pozo de Banfield.
Allí, María Asunción y Mónica dieron a luz a sus hijas, Victoria Moyano Artigas y María José Lavalle Lemos, restituidas en 1988 y 1987, respectivamente.
Por otra parte, se investigaron los hechos en torno a las hijas de Mónica María Lemos: María Lavalle, luego de ser secuestrada junto a sus padres, permaneció en la Brigada de San Justo hasta ser entregada días después a unos vecinos, y su hermana, María José Lavalle Lemos, fue entregada en aquella Brigada a quien la inscribió como hija propia, Teresa Isabel González.
También se incluyeron los secuestros de Claudio Ernesto Logares y Gustavo Antonio Lavalle. Ambos fueron secuestrados con sus compañeras e hijas.
La Brigada de Investigaciones de San Justo funcionaba en Salta 2450, San Justo, en conjunto con las dependencias de la Comisaría 1º de La Matanza.
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