Con una intensa campaña en redes, escritores y escritoras piden ayuda al Gobierno para enfrentar la aguda crisis editorial

Por: Mónica López Ocón

Liderada por la Fundación El Libro y con el apoyo de todas las entidades que la componen, esta estrategia de comunicación es la respuesta a las gestiones que realizaron, con resultados negativos, ante el ministro de Cultura de la Nación para que no se le quite al sector el programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP).

“Sin ATP no hay libros ni librerías argentinas”. Con esta frase las diversas entidades relacionadas con la industria editorial que integran la Fundación El Libro lanzaron una intensa campaña en redes a través de grabaciones testimoniales de escritores y otras personalidades de la cultura. “Para seguir respirando –dice el flyer que es parte de la campaña- pedimos que el Estado no quite la Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción a gráficos, editoriales, distribuidoras y librerías.”

Entre los escritores y periodistas que ya grabaron su testimonio para las redes figuran Guillermo Saccomanno, Fernanda García Lao, Horacio González, Ana María Shua, Florencia Etcheves, Marcelo Birmajer, Luciano Olivera, Florencia Canale, Mario Méndez, Antonio Las Heras, Franco Vaccarini, Pablo Duggan, Silvia Plager y Ángeles Durini. Pero a esta lista se agregarán muchos más que grabarán su testimonio durante hoy y mañana.

El lanzamiento de la campaña obedece al fracaso de la gestión que las entidades relacionadas con el libro llevaron a cabo a través de una carta abierta al ministro de Cultura de la Nación Tristán Bauer.

Tal como lo informó Tiempo Argentino en su edición digital  del 3 de noviembre, ante el anuncio del Gobierno de una reducción del Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP) en las actividades auxiliadas por dicho programa, la Cámara Argentina del Libro (CAL), la Cámara Argentina de Publicaciones (CAP), la Federación Argentina de Librerías, Papelerías y Actividades Afines (FALPA), la Federación Argentina de la Industria Gráfica y Afines (FAIGA), la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) y la Fundación El Libro (FEL) que nuclea a todas estas instituciones, le escribieron una carta al ministro de Cultura de la Nación Tristán Bauer, solicitándole que por su intermedio “se gestione la permanencia de las editoriales, industrias gráficas, distribuidoras y librerías en el listado actual de Actividades Críticas del Programa ATP.”

“Pero las gestiones que hicimos no dieron frutos”, le dice a Tiempo Oche Califa, director Institucional y Cultural de la FEL. Editores, gráficos, distribuidores y libreros dejan de percibir el ATP. El ministro contestó a través de las cámaras del libro que no hay posibilidades de hacerle lugar a nuestro pedido y eso nos ha llevado a iniciar una campaña de gran circulación en redes con flyers, con videos de escritores y otras personalidades de la cultura que apoyan el reclamo de que se reintegre el ATP a todo el sector del libro. Liderada por la Fundación El libro, esta campaña incluye a todas a las instituciones que la conforman y seguramente se sumarán otras.”

“Hay que entender –recalca- que si bien el sector tiene hoy las librerías abiertas y por eso el gobierno le quitó el carácter de “condición crítica”, no hay nadie en este momento que esté llegando al piso del empate porque todos llevan muchos meses de estar a pérdida y, en este momento, continúan a pérdida. La cultura necesita circulación social y necesita, también, energizarse y nada de eso está ocurriendo. Hay escasísima circulación donde las librerías comparten espacio con los cines, los teatros y otras actividades, desde convenciones a festivales, por lo que tienen muy poco ingreso de personas.  Las editoriales, por su parte, han comenzado a sacar una cuota mínima de novedades que son todas las que no pudieron salir hasta ahora.  A las los shoppings, donde también hay librerías, no entra nadie. El hecho es que en esta situación las librerías van a comenzar a cerrar. Y me interesa recalcar que no estamos haciendo alarmismo, simplemente las librerías no van a encontrar manera de sostenerse. Por eso insistimos y le pedimos al Gobierno que comprenda que la situación es realmente grave porque las librerías son el canal principal de circulación del libro. La falta de ayuda económica conspira contra el grado de diversidad que la cultura necesita para expresarse y la Argentina tiene un grado de diversidad importante.”

Califa subraya un hecho importante respecto de la fragilidad ante la crisis de las empresas que integran el sector del libro: en el país hay casi 400 editoriales, el 90 por ciento de las cuales son pymes, y 1200 librerías, el 70 por ciento de las cuales pertenecen dueños únicos. “Por esta razón –continúa- hay una gran preocupación en el sector. Además, estamos en los meses en que se juega cómo salimos el año que viene. Lo que pase en estos meses va a definir lo que suceda en los primeros meses de 2021. Si bien diciembre es un mes en que suelen comprarse más libros en razón de las Fiestas y de las lecturas de playa, no hay que olvidar que también es el mes del pago de los aguinaldos para el personal que trabaja en toda la industria del libro y se va a hacer muy difícil enfrentar ese pago. Ya tenemos información de librerías que han manifestado la decisión de cerrar. Nosotros pedimos que se reconsidere el tema y que se reponga la ayuda hasta tanto la industria del libro pueda hacer pie porque los ATP son una ayuda para pagar los salarios.”

Aunque se han lanzado otras medidas de ayuda para el sector, estas no parecen ser efectivas en una situación que es extremadamente crítica. El director Cultural e Institucional de la FEL, explica: “El Gobierno ha manifestado que hay una línea de créditos muy blandos, lo cual es cierto, pero hay gente que en este momento no puede acceder a ellos porque, por blando que sea, si se toma un crédito, luego hay que pagarlo y la situación de muchos no lo permite.  Recientemente hicimos una conferencia de prensa para hacer público el problema y ahora volvemos a la carga con la campaña para darle mayor visibilidad aún a esta situación dramática con la esperanza de que el Gobierno advierta la gravedad de la situación y tome una medida de rectificación. El sector comercial del libro se ha defendido siempre solo, pero si la red de 1200 librerías que hay en Argentina se achica como se va a achicar en esta situación, el perjuicio es mucho. Pensemos, por ejemplo, en pueblos y ciudades chicas que quizá tienen una sola librería. Si ese librero cierra, toda la ciudad o el pueblo se queda sin librería. Hay que tener en cuenta, además, el tipo de negocio que es una librería. Además de tener la necesidad de ubicarse en una zona de gran circulación, requiere mucha superficie, no se puede poner en un pequeño local de 9 metros cuadrados porque necesitan gran lugar de exposición y, además, de depósito. Por eso, una librería es siempre un lugar más o menos importante respecto del tamaño.”

El hecho de que la tradicional Feria Internacional del Libros de Buenos Aires no pudiera hacerse de manera presencial constituyó un duro golpe para la industria editorial que venía de cuatro años caída pronunciada sostenida. El cierre de las librerías que impuso la pandemia agravó aún más la situación del sector que hoy se encuentra en una situación límite de la que le resultará difícil salir si no recibe ayuda oficial.  

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