El nuevo secretario de Estado, Antony Blinken, llamó "brutal dictador" a Nicolás Maduro y sigue validando a Juan Guaidó.
En respuesta, Maduro hizo “un llamado de rectificación profunda y a fondo, al nuevo gobierno de los EEUU, para terminar con la demonización de la Revolución Bolivariana, producto de las políticas extremistas y supremacistas de Trump. Abogamos por un nuevo comienzo en las relaciones bilaterales”. Al parecer, la “primavera” post Trump duró apenas unas horas.
Guaidó, que finalizaba 2020 con su imagen devaluada y fuera del espacio institucional, recibió apoyos que le inyectaron combustible. El gobierno de Biden invitó a su “embajador” Carlos Vecchio a la asunción y el Parlamento europeo sancionó un pedido a las otras instituciones de la UE y a los países del bloque de reconocer la continuidad de la AN saliente «y del legítimo presidente interino Juan Guaidó». Fue dos días después que el jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell, lo negara.
Trump había tomado a Venezuela como una de sus principales causas. Junto a Mike Pompeo, ahora ex secretario de Estado, fue artífice de una “guerra fría” contra Maduro que contó con inteligencia, tropas y flotas del Comando Sur, la entronización frustrada de Guaidó, el envío de recursos millonarios para eventos de dudoso éxito, sanciones confiscatorias y destructivas para la economía venezolana y la permanente amenaza de una “intervención militar. Parte de la comunidad internacional y de los propios venezolanos, esperaban y aún lo hacen, que el nuevo gobierno modifique esa línea, más aún cuando se presenta como el que viene a “enterrar la era Trump” y desandar políticas extremas como el muro con México.
Las señales no parecen favorables. Blinken dijo estar «muy de acuerdo» con el senador republicano de Florida Marco Rubio, un extremo de la posición antibolivariana. Coincide con «aumentar la presión sobre el régimen» y habló de la necesidad de “una política efectiva que pueda restaurar la democracia” en Venezuela con “elecciones libres y justas».
En cuanto a Cuba, Trump transitó los últimos días de su mandato aplicando más sanciones. La devolverla a la lista de países patrocinadores del terrorismo. “El vergonzoso legado de Trump contra Cuba: más de 200 medidas reforzaron el bloqueo financiero, comercial y económico, expresión de una política despreciable e inhumana”, denunciaba, antes de la asunción de Biden el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel. Para la funcionaria de EE UU en la cancillería cubana, Johana Tablada, las políticas del magnate dejaron un daño de cerca de 20.000 millones de dólares para la isla.
Trump deshizo aquel histórico acercamiento propiciado por Barack Obama, quien viajó a la isla en 2016 durante la presidencia de Raúl Castro, y lo profundizó haciendo sentir un mayor rigor a los cubanos en medio de la pandemia. En cambio, en campaña, Biden prometió a Cuba revertir las restricciones a los viajes y al envío de dinero. «Dijo que tiene la intención de revertir el daño causado por Trump y no tenemos razones para dudar «, recordó Tablada. «La disposición de Cuba para construir una relación respetuosa es conocida».
La Habana espera que sea Biden quien inicie los acercamientos. «Estamos dispuestos a discutir sobre cualquier tema, lo que no estamos dispuestos a negociar y en lo que no cederemos ni un ápice es por la revolución, el socialismo y nuestra soberanía», había dicho Díaz-Canel el 17 de diciembre, en el aniversario del inicio del deshielo. La agencia AFP reflejó recientemente la posición de dos centros de análisis y asesoría sobre política exterior estadounidenses, en el informe «EE UU y Cuba: una nueva política de compromiso», en referencia a lo que se llamó «positive engagement» (compromiso positivo), instaurado por Obama. “La Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA) y el Centro para la Democracia en las Américas (CDA) sugirieron una hoja de ruta para el equipo de Biden”, que tiene entre sus integrantes al cubano Alejandro Mayorkas como próximo secretario de Seguridad Interior. Cuba «está cambiando» -dice el informe- y «EE UU puede tener una influencia positiva en la trayectoria del cambio». Subraya que «continuar con las políticas del pasado o simplemente modificarlas en los márgenes, dejará a EE UU fuera del juego, aislado de sus aliados, aislado de los cubanos comunes que no sean pequeños grupos disidentes y aislado de la creciente generación de líderes cubanos, quienes darán forma al futuro de la isla».
Biden podría invitar a Díaz-Canel a la Cumbre de las Américas, que acogerá EE UU a fines de 2021, dice el informe.
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