Venezuela fue facilitador del proceso de paz como garantía para la sobrevivencia de la insurgencia luego de la entrega de armas. El gobierno de Hugo Chávez quizás calculó que servir a la paz de Colombia significaba garantizar la paz regional y la construcción de la confianza necesaria entre los dos países para evitar interferencias en el desarrollo de dos proyectos político-económicos antagónicos, uno neoliberal y otro progresista. Pero el poder colombiano y los EE UU interpretaron de otra manera esa apuesta a la paz, entendiendo que se había acabado el riesgo de una guerra extendida regional con una alianza insurgente en caso de una intervención militar a Venezuela.
La derecha colombiana pretende mantener su proyecto neoliberal con los recursos de Venezuela. El poder económico colombiano es consciente de las dificultades que atravesará el país en menos de cinco años debido a la inexistencia de reservas probadas de petróleo, a la dependencia del gas venezolano y al enorme abanico de negocios perdidos por la ruptura de relaciones entre ambos países, incluyendo las remesas recibidas de los cuatro o cinco millones de colombianos que viven en ese territorio. No se puede olvidar que en 2010, en pleno gobierno uribista, el superávit comercial favorable a Colombia fue de 10 mil millones de dólares, con los cuales Uribe demostró resultados de su populismo ultraderechista, aunque en lo mediático se posicionara como el principal enemigo del proceso venezolano.
Un interés geoeconómico acompañado de la urgencia política del presidente Iván Duque (y del poder tradicional) pues necesita oxígeno para gobernar un país polarizado, empobrecido y sin el consenso necesario para aplicar su plan punitivista y de ultraderecha. Sostener la agenda mediática de la crisis en Venezuela, en buena medida inspirada y desarrollada desde territorio colombiano, le garantiza mantener distraída a la opinión pública para impedir que los disensos políticos sigan expresándose con fuerza en las urnas –les temen a los ocho millones de votos obtenidos por Gustavo Petro–, o en las calles, donde el estudiantado y la ciudadanía viene reclamando justicia ante la flagrante corrupción, al igual que un cambio de rumbo en la política económica. El inédito hecho geopolítico de reconocer a una persona no elegida como presidente en Venezuela se ajusta a la necesidad de caos y control mediático que requieren Duque y la derecha colombiana para entretener a los ciudadanos televidentes y para soñar con una cuota de petróleo de la franja del OrinocoEl presidente quiere mantener el ancla cambiaria hasta las elecciones de octubre. Pero el dólar…
El presidente le hablará a la Asamblea Legislativa en medio del criptogate. Sin embargo, contabiliza…
La reunión estaba pensada para analizar la situación en el marco del criptogate y el…
Hubo reportes ante el FBI y el Departamento de Justicia. Un estudio de Nueva York…
El escándalo del viernes 14 de febrero fue un reflejo del país y la sociedad…
El encuentro de los presidentes duró 10 minutos. Fue después del discurso del mandatario argentino…
El fiscal Taiano impulsó la investigación por abuso de autoridad, estafa, tráfico de influencias y…
Gustavo Córdoba y Julieta Waisgold coinciden en la penetración transversal del escándalo en la opinión…
En una jugada imprevista, lanzó el Movimiento Derecho al Futuro, con el que busca erigirse…
Es una de las actrices y directoras más reconocidas del teatro off. Pero la psicóloga…
La gran pianista y docente cordobesa de 92 años publicó dos discos casi en forma…
Nació a partir de los lockout de las patronales agrarias por la 125, ganó gran…