Tras siete años de descensos, China reportó en 2024 un aumento en el número de recién nacidos. El diagnóstico está hecho. Quiere más hijos y no lo disimula. Lo planifica. Y parece que le resulta.
Los últimos informes del Buró Nacional de Estadísticas valen más que mil introducciones: después de siete años consecutivos de descensos, China reportó en 2024 un significativo aumento en el número de recién nacidos producto de las políticas que se vienen implementando desde hace una década. En efecto, China registró en 2024, 9,54 millones de nacimientos, con un aumento de 520.000 respecto de 2023. La tasa de natalidad se ubicó en 6,77 por cada 1000 personas, con un incremento del 0,38/1000 en comparación con el año anterior.
Estos datos dialogan con una esperanza de vida que alcanzó el récord de 78,6 años y con las casi 300 millones de personas que en la actualidad tienen 60 años o más, una cifra que se proyecta a 400 millones para 2033 y acariciará los 500 millones para 2050, representando casi el 35% de la población.
En este escenario, el Consejo de Estado de China difundió recientemente las «Directrices para la construcción de una sociedad favorable a la natalidad», un documento con un título al más puro estilo chino que, en otras palabras, enumera la batería de medidas que el gobierno puso en marcha para «hacer que los jóvenes quieran, se atrevan y puedan tener hijos», como sintetizó el vicepresidente de la Asociación de Población de China y profesor de la Universidad Nankai, Yuan Xin.
Nuevo Plan
Las últimas medidas anunciadas por el gabinete de China giran en torno a cuatro ejes básicos: la mejora de los servicios de apoyo a los nacimientos; la ampliación de los sistemas de atención a las infancias; el fortalecimiento del respaldo en educación, vivienda y empleo; y el desarrollo de un ambiente social favorable a la natalidad.
A partir de estas premisas, el Programa de Seguro de Maternidad pasó a incluir a las personas con empleos nuevos y flexibles, y a los trabajadores migrantes rurales, que ya habían sido beneficiarios del seguro médico básico.
Asimismo, se garantizó la implementación de políticas de licencias por maternidad, recompensas por nacimientos y licencias por paternidad y cuidado de los hijos; a lo que se sumó un sistema de subsidios por natalidad y un aumento de las respectivas desgravaciones fiscales vinculadas con la renta personal, de cumplimiento obligatorio en todo el territorio chino.
A la lista de servicios aptos para los reembolsos del seguro médico se agregaron las prácticas vinculadas al alivio del dolor durante el parto y los tratamientos de tecnología de reproducción asistida.
También se dispuso una urgente mejora de la educación en salud de los adolescentes, con el objetivo de prevenir embarazos no deseados y optimizar los servicios de atención para embarazos precoces y abortos.
El documento incluyó un aumento en la oferta de recursos pediátricos de calidad, canalizándolos a nivel comunitario y garantizando una distribución más equilibrada entre las regiones; además del establecimiento de nuevos centros para facilitar la accesibilidad a los servicios de cuidado infantil. Finalmente, desde el Estado se alentó a que las localidades incrementen los límites de sus préstamos del Fondo de Previsión de Vivienda, para ayudar a las familias que, con varios hijos, deseen tener su propio techo.
El proceso
Sería un error de interpretación considerar estas medidas como un giro de las autoridades chinas frente a la crisis demográfica, que – como la mayoría sabe – afecta a gran parte del planeta. En realidad, se trata de un capítulo más en el gradual relajamiento de las políticas de planificación familiar que la República Popular China viene implementando desde hace una década.
En efecto, en 2015 China anunció el fin de la política de hijo único que había implementado – durante 36 años – para evitar una explosión demográfica y sus consecuencias en materia económica, social y ambiental. Así, las parejas estuvieron autorizadas a tener dos hijos, aunque esta posibilidad ya existía desde 2013 en los casos en que alguno de los cónyuges fuera hijo único.
En 2021, el gobierno chino lanzó un programa de apoyo a las parejas que deseaban tener un tercer hijo, con subsidios, ampliación de las coberturas de seguros, mejoras en las licencias de maternidad y nuevas instalaciones públicas de cuidado infantil. Entre 2022 y 2023 hubo un impulso desde el Estado para optimizar la infraestructura necesaria para el cuidado de los niños, con instalaciones para atender a 4,77 millones de menores de 3 años y 236.000 jardines que ofrecían sus servicios sin fines de lucro (86,2% del total).
Hacia fines de 2024, un distrito de la provincia de Jiangxi fue noticia por una recompensa de 7000 yuanes (casi 1000 dólares) en subsidios para las parejas que tengan un segundo hijo y de 13.000 yuanes (más de U$S 1700) para las que se animen a agrandar la familia con un tercer descendiente.
En materia de premios, la ciudad de Lyuliang, en la provincia de Shanxi, ofreció 1500 yuanes (poco más de u$s 200) a las mujeres de hasta 35 años que estén dispuestas a contraer matrimonio, siempre con la mira puesta en el buscado aumento de la tasa de natalidad.
Por otra parte, la provincia de Shandong introdujo un modelo de empleo llamado “puesto de mamá”, por el que ofrece trabajos flexibles a mujeres que estén dispuestas a cuidar a menores de 12 años, en un regreso al mercado laboral que les permita equilibrar el trabajo con la atención de sus hijos. Para el miembro del Centro de Investigación de Población y Desarrollo de China, Shi Yi, «el tema de la procreación no es simplemente una cuestión de elección personal, sino que también involucra a los miembros de la familia, el entorno social y el apoyo del empleador». Esta mirada es fundamental para comprender la influencia de lo colectivo –Estado incluido – en una decisión que en los países de Occidente suele ser exclusiva de las parejas.
Una reciente encuesta a mujeres de la Comisión Nacional de Salud ratificó que muchas de las resistencias a tener hijos responden a las preocupaciones por las cargas económicas, el rechazo a abandonar las carreras profesionales y a la falta de tiempo para cuidar a los niños. En este contexto, el último informe del Buró Nacional de Estadísticas también informó sobre otra tendencia que logró revertirse: en 2023 contrajeron matrimonio por primera vez alrededor de 11,94 millones de personas, un 13,52% más que en 2022, lo que significó el primer aumento en la cantidad de recién casados desde 2014. «Como la mayoría de los chinos todavía adhiere a la tradición de casarse antes de tener hijos, se espera que el aumento de los matrimonios impulse la tasa de natalidad dentro de uno o dos años», según explicó Yuan Xin. Teniendo en cuenta estos datos, las autoridades publicaron en 2024 un enorme libro, una suerte de hoja de ruta de la reforma china, en el que reconocieron la necesidad de impulsar una «sociedad favorable a la natalidad» como uno de los seis ejes fundamentales para avanzar en la modernización del país.
El diagnóstico está hecho. China quiere más hijos y no lo disimula. Lo planifica. Y según los últimos datos, parece que le da resultado.
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